Cuando llegué a casa, mis padres seguían en el trabajo y mis hermanos en la escuela, lo que significaba que podría irme a mi habitación y dormir en paz.
O al menos, eso pensé.
El teléfono de la casa sonó en ese mismo instante. Me dirigí a él y acepté la llamada diciéndome que podría ser la tía Karen.
-Si?-
-Buenos días? Hablo con la señora Adams? Es del centro de adopción Manchester.-
¿Centro de adopción? ¿Qué diablos?
Olvidándome totalmente de que debía ser buena persona y decir que yo no era mi madre, respondí.
-Ella misma-
-La llamamos para avisarle nuevamente que Los Williams están en la ciudad y han venido al centro. Pensamos que lo mejor sería notificarle-
No entendía nada.
¿Quienes eran los Williams y porque llamaban a mi madre de un centro de adopción?
-Muchas gracias- dije para luego colgar.
Me senté en el sofá aun sin creer lo que acaba de escuchar.
La única idea que me venía a la mente era que mi madre estaba tratando de adoptar a un niño, y que los Williams podrían ser los padres.
Pero aquello no tenía ningún sentido. Mi madre nunca había mostrado en tener más hijos y mucho menos nos lo escondería.
No sabía que hacer.
Si le contaba a mis hermanos, sabía que todo seria peor, pero tampoco quería enfrentar a mi madre.
Lo único que quedaba por hacer, era buscar más información.
Suspiré profundamente y fui a la habitación de mis padres. No sabía por donde empezar.
Abrí un par de cajones, pero no había nada que pudiese ayudarme a descubrir que estaba pasando. En mis manos cayó un álbum de fotos. Era muy viejo, y mostraba fotos del nacimiento de mis hermanos. Mi madre en el hospital, mi madre embarazada de ellos.
Mías solo habían de bebe, ninguna de mi nacimiento.
Y fue cuando entendí todo.
El rompecabezas se armó como un juego macabro. Mis hermanos y yo no teníamos ningún parecido físico, y mi madre solo se contentaba con decir que yo había salido parecida a una abuela. Excusas vacías.
Dejé el álbum en su lugar y empecé a buscar frenéticamente. Necesitaba encontrarlo.
Vi entonces en el armario una pequeña caja fuerte que nunca había visto antes. Conocía lo suficiente a mi madre para adivinar la contraseña.
Su fecha de aniversario de bodas con papá.
Una vez abierta, vi un archivo.
Un archivo del centro de adopción.
Lo abrí con las manos temblando y las lágrimas ya corriendo por mi rostro.
Mi nombre fue lo primero que leí.
Cerré los ojos con fuerza y me sobresalté al escuchar la puerta de la entrada de mi casa. Dejé rapidamente todo en su lugar y salí de la habitación para encerrarme en la mía. Debían ser mis hermanos.
No podía contarles.
No podía hablar.
Cerré la puerta de mi habitación con seguro, y escuché a Ashton tocar la puerta.
-Nos han dicho que estas enferma, ¿estás bien?- preguntó.
-Si, solo estoy cansada. Voy a dormir- respondí intentando ahogar las lágrimas. Escuché sus pasos alejarse por la escalera.
Adoptada.
Era adoptada.
No era algo en lo que estuviese en contra, la adopción me parecía algo muy bueno. Lo que me dolía, era que no me lo hubiesen dicho.
Me dolía haber tenido que enterarme de esta manera.
Recordé entonces lo que me dijeron al telefono. La mujer habia hablado de "Los Williams"
¿Quienes eran ellos?
Necesitaba saber. Necesitaba respuestas, y no había nada más frustrante que no saber dónde buscarlas.
Tenía ganas de gritar, de decirle a mis padres-que en realidad no lo eran-que eran unos cobardes.
Me acosté en mi cama dejando que mi almohada se empapara de mi frustración, y de aun momento a otro, me quedé dormida.
(...)
Desperté cuando el horrible sonido de mi telefono irrumpió en el magnifico silencio de mi habitación.
Miré la hora, eran las dos de la mañana. Había dormido casi 12 horas.
El número que llamaba era un número desconocido, por lo que decidí rechazar, pero bajo la insistencia, respondí.
-Es Nathan- fue lo primero que escuché.
Eso sí que no me lo esperaba.
Ms senté en mi cama rápidamente diciéndome que debía ser muy importante para que me llamara a estas horas.
-¿Qué paso?- pregunté alarmada.
-Tengo un problema, y si no me ayudas, moriré- dijo con voz sombría. Sentí mi corazón acelerarse.
-Qué ocurrió?- pregunté lista para salir a buscarlo donde sea que estuviese.
-Llevo tres malditas horas tratando de resolver esto y no lo logro.- maldijo.
-¿Resolver que?- pregunté poniéndome los zapatos.
-El problema de la página 134. La tarea que ha dejado al bruja de Dallas. Esto parece chino- se quejó.
Esto debía ser una maldita broma.
Eran las dos de mañana, y Nathan me había llamado para que lo ayudase a resolver un problema de la clase de matemáticas.
-¿Y en qué diablos es eso un problema de vida o muerte?!- grité enojada.
-Lo es para mí. Soy bueno en todas las asignaciones excepto en matemáticas, y es algo que no soporto- explicó tranquilamente.
-En realidad si es de vida o muerte. Porque voy a matarte.- gruñí.
-Anda, yo ya te he salvado muchas veces, y no tengo más de una semana conociéndote-
Punto para el tonto de Nathan.
Saqué mi cuaderno mi mochila y empecé a explicarle lo que debía hacer para resolver el ejercicio. Por suerte entendía rápido y no me tomó mucho tiempo.
-Oye Leia-
-Si Nathan-
-Vamos a comer helado-
-Son casi las 4 de la mañana- dije bostezando.
-Están abiertos las 24 horas- dijo. Yo solo reí.
Este chico si que era energético. Es como si nunca durmiera.
-Estoy castigada-
-Te paso a buscar en 5-
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Leia
Teen Fiction¿Leia? Una chica tímida y amable, con una vida normal, padres normales, y amigos normales. Pero todas las normalidades de acaban cuando Nathan Fisher llega a su vida. ¿Qué harías si descubrieras que toda tu vida es una mentira? Historia enlazada...