Eran ya las 11 de la noche cuando escuché a alguien tocar la puerta, lo que me pareció muy extraño. Mamá y papá estaban en su habitación y Ashton y Dylan estaban en una fiesta, por lo que me quedaba a mí ir a abrir la puerta. Me levanté perezosamente del sofá de la sala y arrastré mis pantuflas hasta la entrada. Allí, con las manos ensangrentadas, me encontré a Nathan.Su respiración estaba acelerada lo que me dejó entender que había corrido hasta aquí. También traía un libro bajo el brazo.
¿Qué diablos?
Cerré la puerta detrás de mí temiendo que mis padres pudiesen bajar y verlo allí parado.
-¿¡Qué diablos haces aquí?!- grité en un susurro, sobre todo entrando en completo pánico por la sangre en sus manos. De tan solo pensar que podían pertenecer a alguien más me daba dolor de cabeza.
-Tengo que hablar contigo- dijo intentando calmarse.
-¿Qué has hecho Nathan? ¿De quién es esa sangre?- pregunté alarmada.
Nathan miró su mano y luego me miro a mí, ignorando mi pregunta.
-Yo...te he estado engañando, Leia. Sé quienes son los Williams. Estoy trabajando para ellos. Yo...-
-¿Qué tú que?- le corté.
Di un par de pasos hacia atrás sintiendo como las lágrimas subían por la confusión. Las palabras de Nathan se atropellaban en mi mente. Había estado fingiendo ayudarme todo este tiempo cuando en realidad conocía todas las respuestas.
-Yo...-
-¿Así que solo te acercaste a mí por información? ¿Porque te lo pidieron?-
-Leia, yo...-
-Lárgate- dije con rabia. No me importaba estar gritando y que mis padres pudiesen escuchar.
-Dejame explicarte- suplicó. Vi en sus ojos honestidad, pero una honestidad en la que ya no confiaba y que no quería volver a ver nunca más.
-Vete de mi casa y no vuelvas- grité para luego entrar y cerrar la puerta detrás de mí, dejando a Nathan afuera. Cuando lo escuché marcharse, recosté mi espalda de la pared de la sala y dejé que mi cuerpo se deslizara lentamente hasta el piso. Las lágrimas empezaron a aparecer por si solas.
Eso había sido todo. Nada había sido real.
Nathan solo se había acercado a mí por interés, me había estado engañando todo este tiempo. Cada palabra, cada mirada, fueron solo mentiras.
¿Pero porque? ¿Porqué mis padres biológicos le pedirían a Nathan que se acercara a mí? Nada tenía sentido.
Abrí la puerta de la casa nuevamente esperando de alguna manera verlo allí. Tenía tantas preguntas. A cambio, solo vi un libro que descansaba tranquilamente en la acera, ajeno a mi sufrimiento. El libro que Nathan llevaba bajo el brazo.
Lo tomé y entré a la casa nuevamente para subir a mi habitación a inspeccionarlo. El título me pareció curioso.
"Olvidame Cielo"
La cubierta representaba a una mujer de cabello largo, pero no se le veía el rostro, que quedaba en la oscuridad.
Abrí la primera página sintiendo entre mis dedos el papel fino como las cenizas, y empecé a leer. Era una historia a la vez cruel y hermosa de una chica que no sabía quien era, pero que terminó por descubrirlo después de mucho sufrimiento.
Me tiré en mi cama sin poder despegar los ojos de las palabras de ese tal Aris Baner y me quedé allí hasta que el sol apareció por mi ventana, indicándome que la noche había terminado y que debía prepararme para ir a la escuela. Leería las últimas páginas luego.
Me puse de pie y me dirigí al baño para darme una larga ducha. Me miré luego en el espejo y lo único que vi fueron las enormes ojeras y mis ojos hinchados de tanto llorar. Me sentía ridícula.
Cuando estuve lista, bajé a la cocina y no me molesté en en saludar.
-¿Estás bien?- me preguntó Dylan sirviéndose su desayuno, y yo solo asentí. Él por su lado sonreía en grande, por lo que supuse que su cita con Violeta había sido un éxito.
Cuando mi amiga llegó, me subí a su auto.
-Te ves terrible- fue lo primero que me dijo tendiéndome sus gafas de sol.-y supongo que el problema es Nathan-
-El problema siempre es Nathan- respondí amargamente.
-Quiero saber todo-
Y eso hice. Contarle todo del principio al fin sin siquiera detenerme a respirar entre frases.
Cuando terminé ya habíamos llegado a la escuela y había sonado para ir a clases.
-Te veo en la pausa para que sigamos hablando- me dijo para salir disparada a su clase al igual que yo. Era matemáticas, pero por suerte, Nathan no estaba en su asiento.
Los minutos pasaron despacio y cuando la campana aviso la llegada de la pausa, me dirigí al pequeño jardín en el que Violeta y yo nos reuníamos para almorzar. Pero cuando llegué, no estaba sola.
Estaba con Gabriel, y un poco más en el fondo, estaba Dylan, paralizado ante la escena y con el corazón roto.
Dos corazones rotos en un solo cap :'(
¿A ustedes ya le han roto el corazón? Cuéntenme en comentarios<3
Espero que les haya gustado.
No olviden votar-comentar y seguirme<3Los quiero un mundo
DD
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Leia
Teen Fiction¿Leia? Una chica tímida y amable, con una vida normal, padres normales, y amigos normales. Pero todas las normalidades de acaban cuando Nathan Fisher llega a su vida. ¿Qué harías si descubrieras que toda tu vida es una mentira? Historia enlazada...