Cap 7-Comer helado

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Y 5 minutos más tarde, Nathan estaba afuera.

Tomé mis llaves y salí sabiendo que era una locura. Si mis padres me descubrían, era una muerta segura, pero no me importaba. Yo no era la única que escondía cosas.

En cuanto me subí en el auto, sentí su mirada inquieta sobre mí. Me sentía nerviosa cuando me miraba. Me sentía expuesta.

-Estabas llorando- dijo inmediatamente. 

-No, solo acabo de despertar- dije. Me sorprendía que fuese tan observador, como si nada se le escapara, siempre alerta.

Aceleró el auto sin decir nada más. Mientras el mantenía la mirada al frente, yo no pude quitar mis ojos de su rostro. Sus rasgos eran masculinos, aunque delicados, y su cabello negro despeinado le quitaba el aliento a cualquiera. Sus labios eran carnosos y daban unas terribles ganas de besarlo. El maldito era muy apuesto.

-Puedo regalarte una foto- dijo sonriendo, y yo solo retiré la mirada avergonzada de que me hubiese pillado mirándolo como boba.

-Eres un arrogante-

-Y tú una mala mentirosa-

-De que...-

-Porqué llorabas?- pregunto suavemente.

Sabía que era algo muy personal, pero necesitaba hablarlo con alguien.

-Creo que soy adoptada- dije de golpe. Los rodeos no eran lo mío.

Volteé mi rostro hacia la ventana evitando mirarlo a los ojos. No soportaría que me mirase con lástima.

-Y porqué crees eso?- preguntó deteniendo el auto en el parqueo del Mcdonalds.

Salí de él y caminamos juntos hacia el lugar totalmente desierto.  

-He encontrado los documentos de mi adopción. Mis padres nunca me lo contaron- expliqué respirando profundamente. No lloraría frente a él. Nathan pidió nuestros helados y decidimos sentarnos sobre su auto en el parqueo. El sol iba saliendo lentamente, inundando el cielo de una luz dorada.

-Qué hay de ti?- pregunté comiendo mi helado.

-No mucho. Vivo con mi padre y su esposa, y tengo una vida casual- respondió sin darle demasiada importancia.

Pero algo me decía que no era tan sencillo. El peligro se notaba en sus ojos, y aun no había olvidado lo que había pasado en Porta Florencia.

Aun así decidí no insistir.

-Tenemos que volver- dije en cuando mi reloj marcó las 5 de la mañana.

Él solo asintió y nos dirigímos a su auto, que una vez más, era diferente al del día anterior.

Qué tantos autos podía tener alguien? 

Llegamos a mi casa y abrí la puerta del auto.

-Gracias- dije sintiéndome de repente muy nerviosa. 

-No hay de qué, tu has sido quien me has ayudado- dijo haciendo referencia a las matemáticas.

Asentí levemente y sonreí para luego bajar y entrar a mi casa. Por suerte, todos seguían dormidos.

Me metí en la ducha pensando en lo que acaba de ocurrir, y supe que estaba perdida cuando al pensar en él, mi corazón se aceleró. Pero no me lo permitirá.

Lucharía hasta el final.

No me enamoraría de él solo porque había sido gentil conmigo un par de veces. Yo no era así.

Además era un caso perdido. Un chico como Nathan nunca sentiría nada por mí, o si?

Cuando salí de la ducha, me vestí y bajé a desayunar. Aún era temprano, pero Ashton ya estaba en la cocina.

Al verme, se acercó a mí con una expresión seria.

-Qué hacías con Nathan?- me preguntó tomándome por sorpresa.

-No sé de lo que hablas- contesté inocentemente.

-No me mientas Leia, te vi de la ventana de mi habitación llegar en su auto hace menos de una hora- contestó molesto.

-Nada Ashton, no tienes porque ponerte así. Fuimos a comer helado- le respondí sabiendo que no podría mentirle. Aunque mis hermanos eran dos tontos, eran mi debilidad.

-Es que acaso crees que soy imbecil?- me respondió aún más molesto. 

La conversación se interrumpió cuando mamá llegó a la cocina. Miré a Ashton con cara de "Si hablas, te mato" y pareció entender ya que solo subió a su habitación, no sin antes susurrarme:

-No te acerques a él, Leia. Solo va a romper tu corazón.-

Rodeé los ojos diciéndome que eran tan solo estupideces. Estaba harta de que Ashton y Dylan actuaran como mis perros protectores. No soportaban que su hermanita estuviera con un chico cuando ellos se paseaban por la vida acostándose con todas.

Y de todos modos, para que Nathan pusiese romper mi corazón, necesitaría primero tenerlo.

Cuando estuve lista, esperé a Violeta como cada mañana y me subí a su auto.

-Buenos días- me saludó feliz.

-Conozco esa sonrisa- dije achicando los ojos.-Cómo se llama?-

-Gabriel- respondió acelerando el auto. -Es perfecto. Rubio, alto, fuerte, musculoso.-

-Y de seguro un completo tonto-continué.

-No seas amargada. Es amigo de tus hermanos-

-Con mas razón-

-Almorzaremos juntos hoy. Ven con nosotros-

-Estaré bien Violeta. No voy a morir por almorzar sola- le dije con una sonrisa. -También tengo que contarte algo-dije para luego contarle con detalle lo que había pasado con Nathan y lo que Ashton me había dicho aquella mañana.

Por alguna razón, no pude contarle lo de la adopción, lo que me parecía ridiculo. Violeta era mi mejor amiga y confiaba plenamente en ella, pero simplemente no podía.

Le había contado uno de mis secretos más importantes a un desconocido, y no podía contárselo a mi mejor amiga.

Denme un premio por complicada.

-Le gustas!- gritó Violeta cuando terminé de contarle.

-Lo que le gusta es molestarme- refuté- Y deja ya de gritar-

-La pregunta es si a ti te gusta- dijo estacionando el auto en el parqueo de la escuela.

-Por supuesto que no- dije.

Pero me di cuenta de que era mentira cuando lo vi a unos pasos de nosotras, recostado de su auto y sosteniendo entre sus brazos a una de las víboras. La chica sonreía de lado mientras Nathan le susurraba algo al oido.

Y podrá parecer estupido porque tan solo lo conozco desde hace poco tiempo, pero sí, me dolió. Ese dolor que sientes cuando te decepcionan. Cómo pude siquiera llegar a pensar que podía estar interesado en mí? 

Al ver lo que yo miraba, Violeta tomo mi mano y nos dirigimos al interior.

No mires. No mires! Me grité mentalmente, pero no pude evitarlo, y cuando pasamos a su lado, lo miré y él me miró de vuelta, me ignoró, y volvió a mirar a su chica.

Ahora si me sentía estupida.

-Estás bien?- preguntó Violeta cuando estuvimos en los pasillos.

-Claro que si. Te dije que no me gusta- respondí con una sonrisa.

Ella solo asintió, sabiendo perfectamente que estaba mintiendo.

LeiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora