Capítulo 36: ¿Problema? No...

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[Víktor]

Sonreí al ver la tierna carita de incomodidad que hacía mi cerdito cuando la doctora colocaba el gel conductor que ayudaría con la ecografía que le harían.

—Bien Katsuki, esto será un poco extraño pero hará que podamos ver la casita en donde, en un futuro, vivirá vuestro bebé— le explicó la mujer, tomando un pequeño aparatito y, tras un asentimiento de Yuuri, lo colocó sobre su húmedo vientre.

Realmente mal pensé muchísimo tanto mis propias palabras como la imagen.

Fue bastante visible cómo un escalofrío recorría al pequeño nipón del que me he enamorado, cosa que hizo reír levemente a la doctora Témura y sonreír a mí, dejándome sin poder contenerme de tomar la manita blanquita y fría, por el aire acondicionado que estaba encendido en todo el complejo, de mi noviecito, entrelazando también nuestros dedos, permitiéndome sentir el contraste entre sus deditos finitos y blanquitos, adorables por las uñitas de esmalte impecable pero algo carcomidas, y los míos, que aunque también eran bastantes pálidos, eran más grandes y largos que los suyos.

Uno de esos deditos hermosos, pero de su otra mano, fue el que me picó la mejilla, captando mi atención, redirigiéndola al rostro precioso y sonrojado de mi Yuuri.

— ¿Qué pasa mi amor?— inquirí sonriéndole con ternura por su tierna expresión de curiosidad, adornada por una ligera y cautivadora sonrisita.

—Te quedaste viendo nuestras manos, ¿Qué tienen?— cuestionó bajando su mano libre, dejándola a un costado de su cuerpecillo, el cual yacía recostado en una camilla.

—Deberías de dejar de comerte las uñas, mi amor, puedes lastimarte un día de estos— recomendé acariciando las mencionadas.

Él sonrió e iba a contestar cuando la médica habló, causando nervios tanto en Yuuri como en mí, apretándonos ligera y mutuamente nuestras unidas agarraderas.

—Bien señores, miren, aquí están los ovarios... y por aquí, está tu útero, que se ve en perfectas condiciones— anuncia Témura, señalando con el dedo, dos pequeñas bolitas -los ovarios- que se unen a una más grande -el útero- en el interior de mi hermoso doncel.

— ¿Entonces tenemos pase libre para tener todos los hijos que queramos?— pregunto con tanta verdad como mentira en las palabras, aunque hablé más para molestar un poquito a Yuuri.

— ¡Víktoru!— se quejó él, cubriendo su rostro con sus manitas, sin soltar la mía, por lo que aproveché y acaricié su pómulo rojito mientras reía igual que la doctora.

—Pues sí— espetó tratando de dejar de reír, pero siendo esto bastante en vano, ya que a cualquiera divertirían las reacciones tan entretenidas y curiosas del hermoso niño que tengo como pareja ante mis palabras que buscan avergonzarlo todo el tiempo, para así siempre tener una excusa y poder abrazarlo a cada rato —Tu cuerpo es lo suficientemente fuerte como para dar a luz, así que no te preocupes por no poder hacerlo—.

—Está bien...— murmuró Yuuri, quitando paulatinamente sus agarraderas de su rostro.

—Bueno, ya están libres; si tienes algún problema Katsuki, o si te embarazas, no dudes en venir a verme, mi asistente, Akira, te agendará una cita lo más pronto posible siempre que lo necesites, ¿si?—.

—Entendido, muchas gracias doctora Témura— agradeció mi bonito doncel, secándose el estómago con una servilleta de papel que le fue entregado por la mujer.

—No hay de qué Katsuki, hasta luego Nikiforov— se despidió de nosotros, que íbamos saliendo por la puerta.

Cerramos la misma y bajamos de la mano hasta el primer piso, otra vez en ascensor, y despedirnos de Akira, quien nos saludó amablemente mientras atendía a una anciana con bastón que estaba frente al mostrador.

Salimos del centro médico, sin mediar palabra aún, sintiendo una tensión extraña, algo incómoda, pero no mala, no era como si nos hubiésemos peleado, pero era algo raro en el ambiente que nos rodeaba.

¿Qué será?

Caminamos un poco por el sector comercial de la ciudad, en silencio, cada uno mirando hacia su propio lado.

Sentimos cómo nuestras manos comenzaban a sudar, y cómo hacía cada vez más calor, por lo que las separamos para secarlas en nuestra ropa.

— ¿Quieres ir a por un helado?—.
— ¿Vamos a tomar algo?— hablamos al mismo tiempo, causándonos mutua risa y destensándonos un poco.

— ¿A por un helado y luego a beber un poco?— propuso él, sonriendo ya más tranquilo, lo cual imité, y acaricié su mejilla tiernamente, sintiendo la suavidad y el calor de la misma.

Joder, ¿qué nos está sucediendo?

—Vamos, hermoso—.

Nos tomamos de la mano nuevamente, dirigiéndonos en busca del postre, llegando así, a una bonita heladería con un letrero color cián y letras rosa pastel; ingresamos allí, nos acercamos al mostrador que servía también de recibido y ordenamos nuestros respectivos sabores: él de sandía y fresa, y yo de mango y, algo que siempre quise probar por lo bien que me hablaron del mismo, dulce de leche.

¡Qué emoción!

Me faltan números para contar todas las maravillas que me contaron acerca del dulce de leche, la, según muchos, mejor creación argentina, aunque yo pienso que la mejor es el tango, es decir, es un baile muy animado y a la vez sexy, la perfecta combinación.

A mí me entregaron mi pedido en vasito descartable ya que no me gusta el cucurucho, y a Yuuri se lo dieron en uno al que bañaron la parte superior en chocolate semiamargo.

—Mi amor, gracias por pedir por mí— le agradecí, pues la señora que nos atendió no hablaba inglés y se me habría dificultado todo si mi novio no estuviera aquí.

—No es nada Víktor, pero pienso que deberías de aprender japonés, no todo el mundo habla inglés— propuso terminando su primer sabor.

Qué rápido.

—Supongo que sí, después de todo, vendremos a visitar mucho a mis suegros y mi cuñada— sonreí recordando que me llevaría a mi lindo luego de la competencia de comienzos de primavera.

—Sí... Espera, ¿qué?— quiso saber, confundido, al no comprender mis palabras.

—Sí mi amor, y tú deberás de aprender ruso, de otro modo, ¿cómo sobrevivirás solo cuando vayamos a Rusia y yo no pueda acompañarte a, por ejemplo, comprar pan?— planteé tal situación de vida o muerte.

Él sonrió divertido y abochornado, removiéndose en la silla en la que se había sentado, frente a mí -siendo separados por una mesa-, rozando sin querer su rodilla con mi entrepierna, sobresaltándonos al sentir que allí había un bulto considerable.

Mierda.

Se me paró.

Carajo, necesito a mi niño.

—Y-Yo, voy al baño— anunció, acabándose rápido con su helado y con el cucurucho, poniéndose de pie con premura y casi abalanzándose a los sanitarios.

Sonreí comprendiendo todo.

La tensión que sentíamos hoy, y hasta ahora, no era ninguna que peligrara nuestra confianza o relación -no de novios, sino de confianza o algo semejante-, era algo normal y, en mi opinión, ideal.

Tan sólo había tensión sexual.

Pues ni modo.

Aresolverla...

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Literalmente mi proceso de pensamiento fue este: "Nadie actualizaa, pus' ni modo, actualizaré yo".

Nada más personitas mágicas, voten por este capitulito para que el próximo sea una buena sesión de liberamiento de tensión sexual entre Yuuri y Víktor.

Bye personitas mágicas.

Corazón De Cristal [PAUSADO](M-Preg)(Yaoi/Gay)(VictorXYuuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora