Capítulo 24: Agridulce

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[Yuuri]

Si había alguna palabra que describiese el temor, la vergüenza, la emoción y el amor que sentía ahora mismo, quiero que me den un diccionario.

No sabía cómo describir lo que en mi interior se estaba formando, una mezcla de muchos sentimientos que ya siquiera nombre tenía.

Cuando vi cómo Víktor se colocaba sobre mí, con su cuerpo fornido y magnífico, digno de un dios griego, me tuve que contener para no salir corriendo por el miedo. Sus manos dejaron los objetos que habían tomado a un lado de mi cabeza, y corrieron el resto que aún no había cogido a un lugar en donde no molestara.

En su rostro había una sonrisa que combinaba la ternura, la felicidad y el cariño, aunque también tenía uno que otro tinte de lujuria que me hizo sonreír a mí también. Sentí cómo sus manos se apresuraban a acariciar mis costados con parsimonia, haciendo que mi piel se erizase por tal tacto tan leve.

Yo sabía muy bien que mis vestimentas eran mucho atrevimiento, que el poco coraje que poseo no sería capaz de soportar mis actos, y aún así le seguí a Chris, porque estaba desesperado por que Víktor me ame, no medí mis cometidos y ahora no podía luchar contra los remordimientos.

¿Qué pensará Víktor de mí ahora?

Sabrá que soy un cobarde, que no soy lo suficientemente valiente como para afrontar las consecuencias de mis acciones.

Lo sabrá y me odiará.

Conseguiré todo lo contrario a lo que me proponía, y lo perderé, se irá de mi lado.

Es por esos pensamientos que, cuando Víktor entrelazó sus manos con las mías, me agarré fuertemente a ellas, haciéndole sonreír sobre mis labios para luego besarme de manera tierna y dulce, y posteriormente darme otro beso, pero en la mejilla.

—Eres una ternura, mi hermoso Yuuri— susurró en mi oído, besando también el lóbulo de mi orejas mientras desencajaba una de sus manos de las mías y me acariciaba mi costado, de manera sobreprotectora y posesiva, haciendo que mis ganas de abrazarle fueran imposibles de contener, por lo que no lo hice y me enterré en su pecho y lo rodeé con mis brazos.

Al alejarse del costado de mi cabeza, observé que aún tenía una sonrisa, casi tan brillante como el Sol que adornaba los firmamentos, y hasta pareciera que fue el cielo el que le robó los refulgentes y maravillosos colores a los ojos del albino, y no al revés.

Sentí su mano ir bajando por mi cintura, mi cadera, mi trasero, para detenerse en mis piernas, y acariciarlas de arriba a abajo, a la vez que se soltaba lentamente de mi abrazo y se posicionaba entre mis piernas.

Se agachó, entonces, un poco, para besar una de mis rodillas, e ir describiendo un camino de besos a lo largo de mi piel blanca levemente sonrojada, hasta llegar a los bordes de mi braga, y besar sobre la tela.

—Te ves hermoso, mi precioso Yuuri— espetó corriendo con su agarradera izquierda la panti, dejando a la vista mi intimidad.

La increíble y excitante sensación de su lengua en mi interior fue lo que me hizo soltar varios gemidos bastantes fuertes. Se movía, dilataba y salía para besar, pero luego ingresaba y el ciclo se repetía.

Solo bastaron unos minutos para que ya no lo sintiese dentro, experimentando un enorme vacío, como cuando no estoy con él, aunque no tan grande como al no tenerlo cerca, ver sus bonitos ojos celestes, acariciar su cabello blanco, abrazarme a su gran espalda, sintiéndome protegido entre sus brazos, sus labios finos y suaves en contacto con los míos, era el mayor elixir que se pudiera experimentar, todas esas cosas, en su ausencia, eran torturas para mí.

Es por eso que, tras mirarme y aproximarse a besarme, de manera lenta, pasional y dulce, todo junto de tal manera, que me sentí embriagado; casi me sentí estafado al ver que su hermoso beso era una distracción, pues cuando menos me dí cuenta, ya estábamos unidos en uno solo.

Sentirlo en mi interior, fusionándose conmigo, era algo magnificente, causándome tal regocijo, que el placer combinado con el amor que sentía hacia la persona que me penetraba fue expresado con un coro de gemidos.

— ¿Fui muy rudo? ¿Te dolió? — preguntó preocupado al oírme, ya que de una sola estocada ya me había empalado.

—E-Estoy bien... — jadeé abrazándome a su fornida espalda.

Los movimientos comenzaron luego de que Víktor besara mi frente y mi mejilla; sus embestidas se sentían como de un profesional, pues tal era el placer que me proporcionaba.

Sus manos pasaron de mis piernas a mis cinturas, encajándolas en ellas, sobre la tela del conjunto que aún llevaba puesto.

Observé sus ojos, los cuales estaban perdidos en mis labios, pero pronto se fijaron en mis orbes también, entablando una extraña, sincera y profunda conexión; sus labios entreabiertos se curvearon en una bonita sonrisa que me sacó de lugar, pues no cabía en este contexto.

— ¿Por...? ¿Ngh, por qué sonríes...?— inquirí acariciando con mis dedos sus labios, obteniendo un pequeño beso en cada uno de ellos.

—Es que te ves muy hermoso, mi amor... —.

Tan pronto lo dijo, se detuvo en sus estocadas y salió de mí, dejándome desconcertado.

El haberlo oído me emocionó mucho, pero su expresión de arrepentimiento me lastimó, como si hubiese sido un error haberme llamado así haya sido un error.

Yesa perspectiva me dejó un horrible sabor agridulce en la lengua.

Corazón De Cristal [PAUSADO](M-Preg)(Yaoi/Gay)(VictorXYuuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora