[Víktor]
Teniendo el precioso y pomposo traserito de mi cerdito frente a mi rostro, lo sobé con ambas manos, apretándolo con fuerza y hasta dándole algunas nalgaditas que lo hacían sobresaltarse. Metí los dedos por debajo de la apretada tela, deleitándome con el tacto de su exquisita lechosa piel; deseando ver su hermoso agujerito que tantas veces había sido llenado por mí y que pronto volvería a serlo, bajé su bóxer y ahí estaba, palpitando, tan sonrosado como el primer día, y humedeciéndose a sí mismo -pues así como las mujeres, los donceles también se mojaban, pero bastante más- esperando con ansias que lo complaciera.
Sonreí cuando las manitas torpes y temblorosas de mi Yuuri tantearon mi bragueta para poder desabrocharla, hasta que por fin lo logró y la bajó, desvistiéndome también, y con furia que me hizo reír, de los pantalones.
—Está bien, precioso, estemos iguales — me carcajeé desabotonando mi camisa y quitándomela para poder continuar en mi trabajo.
Aproximé mi rostro a su entradita que tanto amo, lamiéndola y adentrando mi lengua en ella, la cual fue apretada por mi niño, quien ya había bajado mi ropa interior y acariciaba mis piernas, recostando su cabeza en una de ellas, justo a un lado de mi increíblemente dura polla, que se moría, tanto como yo, por follármelo con tanto amor como pueda hacerlo.
De hacerle el amor de forma dura, pero no bruta, con delicadeza pero de forma fuerte.
—Víktor... y-yo no sé cómo hacerlo— lloriqueó el hermoso cerdito que mantenía sus manitas al rededor de mi miembro, pero sin tocarlo.
—Te mostraré bebé— sonreí antes de tomar su penecito y besar su base, e ir desperdigando besos en toda su pequeña -aunque no diminuta- longitud.
Por mis acciones, sus piernitas hicieron fuerza para cerrarse por la sorpresa, pero gracias a que estaban a cada lado de mi torso, se lo impedí sin esfuerzo. Reí besando la puntita húmeda y muy sonrosada, inmensamente adorable y apetecible.
Más de una vez me impresioné de lo hermoso que es este pequeño nipón, en cada parte de su cuerpo, todo me enamora, su precioso rostro, el color embriagante color de su piel, sus sonrojos tanto en sus mejillas, como en sus rodillas, piecitos, nalguitas, y también penecito; y lo que más amo del asombroso doncel que ahora trata de besar torpemente mi falo, son sus venustas y supuestas "imperfecciones". Aquello que él dice que está mal, como por ejemplo las fluctuaciones en su peso, los cuales son adorables, su ansiedad, la cual es mala pero para nada es una imperfección, el comerse sus uñas, que comenta es estúpido y dañino -cosa que es cierto pero no tan malo mientras no se le infecte ninguna- y, por último, sus estrías, las cuales procedo a besar sólo para recordarle que para mí, son bellas, que son sus marcas personales y que yo no sólo las acepto, sino que también las adoro.
—Ví-Víktoru— oí decir a Yuuri, quien no había dejado de besar mi miembro, poniéndome más duro aún, sin atreverse a hacer más que eso y masajear ligeramente mis testículos —Voy a-a correrme...—.
—No dejaré que eso pase, mi amor— aclaré chupando con fuerza su glande, para pasar a tomarlo de las caderas y sentarlo sobre mí, quitándole primero los bóxers.
— ¿Yo iré arriba, Víktoru?— preguntó inocente, pues le sería difícil algunas cosas estando vendado.
—Pues sí precioso, yo te ayudaré en lo que no puedas ver— respondí acariciando su tierno muslo a un lado de mi cadera.
Recordando -ya que realmente lo olvidé- los juguetes de Yuuri, busqué con la mirada la bolsita y lo tomé entre mis manos una vez la tuve, hurgué en ella.
Mi cerdito travieso...
De sólo pensar que tuvo la iniciativa de comprar esto sólo para poder divertirnos un poco, me emociono, y también por saber de lo que Yuuri es capaz: De dejar de lado su vergüenza y sus inseguridades, para presentarse ante mí de forma tan provocativa.
Levanto un poco a mi niño, me coloco un condón, pues él estaba sentado sobre mi miembro, y quiero volver a sentarlo, pero esta vez, lo suficientemente lento como para que mi entrada en él no le doliera y la disfrutase.
Con mis dedos abro un poco su ano y pongo dentro la punta, consiguiendo un largo suspiro de sus dulces labios; encajo mis manos en su cintura, comenzando a hacer presión en ellas para que se empalara en mí, mas él cogió una mis manos de la nada, entrelazó nuestros dedos con una suya y la apretó con la otra, y se sentó de sopetón, logrando que llegara hasta el fondo.
— ¡Mi amor!— me sorprendí, está bien que yo quería que esto fuese rudo, pero no puedo atentar con desgarrar a mi niño — ¡¿Estás bien, bonito?!—.
—S-Sí...yo--- — tartamudeó con la vocecita rota, casi estrujando mis dedos entre los suyos en un intento de soportar el dolor.
—Está bien precioso, está bien, respira, ven y recuéstate— hablé rodeándolo con mi brazo libre para hacer que se recueste contra mi pecho, al cual quiso abrazarse pero no pudo por las esposas, así que pasó sus manos por detrás de mi cabeza y se abrazó a mi cuello, escondiéndose también en él, sollozando e hipando.
Largos segundos fueron los que estuvimos en esa cómoda posición en la espera de que el dolor desapareciera, segundos en los que me dediqué únicamente a proporcionarle miles de besos en todo su rostro, hasta sobre el cubre ojos y sus orejitas rojitas, y llenarle de mimos en su espalda temblorosa y pequeñita. Y tras estos mismos segundos, fue que sus caderas se movieron lentamente en círculos torturadores.
Iba a decir algo, pero mis belfos fueron capturados por los de mi noviecito, que no sé cómo los ubicaron aún sin ver, pero no me importó, sólo le seguí y agarré su lindo tafanario con mis manos, para evitar que continuara con sus sensuales movimientos, obligándolo a alzarse unos centímetros, quitándome un poco de su interior, mas posteriormente volví a introducirme con delicadeza pero con fuerza.
—Ah-AAhh— gimió en mis labios mi niño, apretando su interior, succionándome.
Nos separamos del beso cuando hizo por sí mismo varios saltitos sobre mi miembro, provocando que encontrásemos su punto dulce, a lo que él echó su cabeza en mi hombro para morderlo con fuerza.
—Qué brusco, mi amor— reí acariciando su cabello, pero mi real intención fue tomar su cabellera y estirarla hasta que tuve su rostro frente al mío —¿Sabes una cosa, Yuuri?— comencé con una sonrisa maliciosa, sujetando de su cintura y espalda, tomando impulso para girar con rapidez y quedarme yo encima de él, sólo que sin salir de su interior, por lo que el movimiento me hizo enterrarme aún más en él —Prefiero que veas cómo te hago el amor, mi vida—.
Quito la venda de sus ojitos, los cuales se veían llorosos, y procedo a besarlos con amor, así como con sus labios.
—Yo también prefiero ver— sonríe apocadamente, acariciando mi mejilla con una de sus manos, pero teniendo que llevar la otra a su lado por las esposas.
Tomé su agarradera para quitarle el objeto, pero al desprenderlo de una de ellas, una malvada idea vino a mi mente, una que nos haría disfrutar mucho a ambos.
Agarré la pulsera que estaba vacía, y la hice pasar por uno de los barrotes del respaldar de la cama, y una vez hecho, volví a esposarlo.
— ¿Ví-Víktoru?— se extrañó.
Le lancé una mirada tan pícara y lasciva, como amorosa, a la cual él correspondió con unas tiernas risillas tímidas, respirando profundamente al verse tan expuesto ante mis ojos.
—Sólo quiero avisarte, mi vida, que esta noche seré rudo, pero no te preocupes, te encantará mi hermoso precioso— advertí en su oído, bajando a besar su cuello, sus hombros y sus pezones, lamiéndolos también.
—Noimporta cómo, sólo quiero que me hagas el amor, Víktoru—.
Me agarró un zopetón de inspiración😎 y me he puesto a escribir capítulos como loca😛, así que aquí subo uno de ellos, que lo disfruteis😙.
Os amo😍 gente mágica💫💫💫💫!!!
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Corazón De Cristal [PAUSADO](M-Preg)(Yaoi/Gay)(VictorXYuuri)
Hayran KurguYuuri es el mejor patinador de todo Japón, su ídolo es el patinador estrella Víktor Nikiforov, a quien, un día y de por "casualidad", se lo encuentra en la pista de patinaje donde trabaja Yuko, una de sus amigas. Yuuri le cae bien desde un comienzo...