[Víktor]
-Mi amor, tranquilo, ven, siéntate aquí conmigo- le dije una vez nos limpiamos y noté que su respiración no se tranquilizaba, por lo que comprendí que estaba por tener un ataque de ansiedad.
-Estoy bien, Víktoru- replicó sin poder ocultar su preocupada y temblorosa voz.
-Precioso- iba a recriminarle el temblor de su manita que él no había notado, pero a mi teléfono le llegó un mensaje, y luego otro, y otro, hasta que una llamada entrante hizo que Yuuri saltara sobre el móvil para contestar y entregármelo - ¿Hola? - pregunté, pues no había visto el nombre de quien llamaba.
-Holaaa, sobrinito, ¿Viste los trajes? Quedaron hermosos, a que sí- aseguró la voz de mi tío modista, creyendo que sí vi las vestimentas que seguramente eran los mensajes que acababan de llegar antes de que llame.
- ¿Nooo...?- dudé de decirle la verdad, alejando el celular de mi oído para poner la llamada en altavoz, aunque lo hice más por proteger mi tímpano de su seguro grito.
- ¡¿Qué?! ¡¿Por qué no?! - lloriqueó haciendo lo que preví, y asustando a mi Yuuri, así que lo calmé cogiéndolo de la manita para sentarlo sobre mi regazo, y le besé su respingona naricita.
-Me los acabas de enviar- reproché observando que, en efecto, los mensajes eran sus trajes.
- ¡Qué hermosos! - exclamó mi cerdito al mirar los realmente bellos conjuntos que nos hizo Blaz.
-Oh, ¿Tú eres Yuuri, el novio de Vitya? - quiso saber el de la llamada, sonrojándole las mejillitas del mencionado.
-A-Ah, s-sí, un gusto-.
- ¿De verdad te gustan mis creaciones, Yuuri? - se quiso asegurar mi familiar, de fondo se oyó cómo utilizaba un par de tijeras.
- ¡P-Por supuesto! - se apresuró a contestar, nervioso, pero al parecer su ansiedad disminuyó considerablemente, concentrado en admirar las vestimentas tan bellas que usaremos pasado mañana en la presentación, pero que, según hemos hablado con Blaz, nos los enviará a Tokio -donde debemos viajar mañana para la presentación-, al hotel en el que nos hospedaremos y que Yuuri se encargó de reservar.
Me quedé embobado con el brillo de los ojitos de mi hermoso nipón, que no noté que mi tío me hablaba hasta que la frentecita de mi contrario golpeó ligeramente la mía.
- ¡Vitya! - oí gritar al ruso a través del auricular.
- ¿Qué? - pregunté perdido, a lo que el japonés rió tapándose la boquita para que nuestro modista no se percatase.
-Pregunto que si ya tienen las maletas, sobrinito, ¿Demasiado entrenar te atrofió el oído, acaso? - se burló, y Yuuri ya no se cubrió la risa, pero también se sonrojó. A saber lo que se habrá imaginado este pervertido cerdito.
-Yuuri sí, mis ropas están por todas partes-.
-Literalmente- acotó el pelinegro, levantándose de mi regazo, aunque traté de impedirlo, y se agachó ante la cama, poniendo su precioso trasero cubierto por una diminuta calcita, en pompa, y tiró de mi maleta con dificultad, pues la habíamos guardado allí.
- ¿Y ese ruido? - se extrañó cuando la cabecita del nipón impactó con el borde del lecho cuando él quiso levantarse.
- ¡Mi amor! -.
Con rapidez, boté el móvil al colchón, y me agaché para sobar la zona que pronto sería un chichoncito en su cabeza, mientras él dejaba que sus perladas lágrimas corretearan por su rostro.
-Creo que alguien murió, os dejo, luego díganme si están bien, bye- se despidió Blaz, cortando la llamada cuando no recibió respuesta, ya que yo le preguntaba a mi herido doncel si le dolía mucho.
-Necesito hi-hielo, Víktoru...- sollozó levantándose y sentándose en la cama, acariciando por su cuenta la lastimadura, enjugándose también sus lágrimas con su otra manita. Yo asentí, besé su mejilla y corrí hasta la cocina, en donde su padre se preparaba un té verde.
-Hola Víktor, ¿Cómo está Yuuri? ¿Aún no tiene ningún ataque? - preguntó con preocupación por su hijo, pero calmado porque, de seguro, ya era normal. No me quiero imaginar cómo habrán sido sus primeras competencias, si en estas parece que le cuesta tanto respirar.
-A parte del chichón que se acaba de hacer con la cama, está bien; y casi le da un ataque, pero mi tío llamó y eso lo entretuvo- hablé rápido y conciso, buscando en el frigorífico una bolsita con hielos que no sea demasiado grande.
-Ya veo, llévale eso entonces- dijo cuando saqué una bolsa de tamaño medio y con suficientes hielos como para que no se le hinchara demasiado -. Ah, prueba tranquilizarlo con música, ¡Y algún día nos presentas a tu familia! - gritó cuando yo ya me iba tras haberle dicho que sí, que ellos y mi familia se conocerían... en la boda de Yuuri y mía... algún día.
No es por malo, simplemente los salvo de la locura de mi madre y sus hermanos.
Al ingresar nuevamente en el cuarto, mi cerdito estaba siendo consolado con los mimos, que él también le proporcionaba, de Yo-chan. En sus orejitas, hablo del humano, estaban los auriculares que se conectaban a su teléfono de carcasa celeste y azul, y se había cambiado el caluroso abrigo por una camiseta azul marino de mangas cortas.
-Aquí está el hielo, mi vida, ¿Aún te duele mucho? - cuestioné sentándome detrás de él, y le di tanto unos mimitos en su lastimadura, como unas caricias a Yo-chan.
-Disminuyó un poquito...- explicó tratando de acaparar mi atención con su naricita, que palpaba mi mentón, para que no notara que estaba tratando de quitarme el buzo.
-Ponte esto, hermoso- ordené entregándole los hielos; acató mis palabras con confusión, pero le aclaré porqué no lo hacía yo por él, quitándome la ropa que él tanto quería fuera de mí.
- ¿Podemos acostarnos un ratito? Hasta que tengamos que merendar, luego... te ayudo a preparar las maletas- propuso saliendo de entre mis piernas y besando la cabecita del perrito, para acotarse en la cama de lado, dando suaves golpecitos a su lado para que me recostara con él.
Reí por el hecho de que nos hemos pasado casi todo el día en la cama, y aún así el quiera continuar en ella, pero como en estos momentos sólo quería mimarlo, descansé mi cuerpo junto al suyo, pero le robé uno de los auriculares que llevaba, y me lo puse yo, enterándome que estaba oyendo "Snow" de Sleeping At Last, una música que conozco ya que una vez la usé para una coreografía con la que gané mi tercera medalla de oro.
Discretamente,la manita de Yuuri golpeteó tras su él, y Yo-chan se trepó a la cama pararecostarse contra su espalda, la cual rodeé con mi brazo, mientras que él sobabasu chichoncito contra mi cuello para calmar un poco el dolor.
-Ah, mi amor, tenemos que ponerte el hielo- recordé de repente, y él rió, me pasó la bolsita helada, se la coloqué en la cabellera. Y entonces finalmente descansamos hasta que el momento llegó, y anduvimos a las corridas guardando todas mis pertenencias.
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Corazón De Cristal [PAUSADO](M-Preg)(Yaoi/Gay)(VictorXYuuri)
FanfictionYuuri es el mejor patinador de todo Japón, su ídolo es el patinador estrella Víktor Nikiforov, a quien, un día y de por "casualidad", se lo encuentra en la pista de patinaje donde trabaja Yuko, una de sus amigas. Yuuri le cae bien desde un comienzo...