IX: What's your story?

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Miré la navaja en mis manos y respiré profundamente, disfrutando el olor de la naturaleza. Mi salud había mejorado, por lo que ya me permitían salir de esa horrible habitación. Obviamente no tenía permitido saltar el muro, pero no iban a enterarse.

Carl se había convertido en una buena compañía estos últimos días. Enid aún no me dirigía la palabra, mucho menos Ron. Y Jack... A él no le gustaba la idea de que pusiera un pie fuera de Alexandria. No sé como diablos se había enterado pero sucedió y habíamos tenido una pequeña discusión por ello. 

—¿Estás loca? —Preguntó, desesperado.  —¿Acaso no aprecias tu vida? —Bufé, cansada del tema. —¡Es peligroso, Sophie!

—¡Es la jodida realidad, Jack! Abre los ojos de una puta vez. —Él negó levemente, soltando un suspiro cansado. —¿En verdad crees que esos jodidos muros te protegerán toda la vida? ¡Un caminante logró entrar ya! Y gracias a Rick no pasó a mayores.

—¿Y qué ganas con eso? ¿Crees que saliendo al bosque a convivir con los caminantes te hará inmune? —Preguntó con sarcasmo. —Deja de comportarte como una niña, Sophie.

—Aunque te lo explique mil veces no lo entenderías.—Dije y me giré, dispuesta a salir de la habitación. Sabía que estaba perdiendo el tiempo con esta discusión, pues él no entendería las razones.

—¿Crees que Joshua y Caroline se sentirían orgullosos de esto? —Añadió molesto, sus palabras me hicieron detenerme. —Ellos dieron la vida por ti y tú lo único qué haces es arriesgarte.

Sus palabras cayeron como balde de agua fría sobre mi. Fruncí mis labios con un nudo en la garganta.

—Lo siento, Soph. Y-yo no quise decir eso. Es solo que... —Suspiró. —No me gusta la idea de perderte.

Salí de la habitación, ignorándolo, sintiendo las lágrimas caer por mis mejillas. Estúpido.

—Es una buena navaja. —Habló Carl a mi lado, sacándome de mis pensamientos.

Le sonreí un poco, mirándolo.
—Era de Caroline.

—¿Tu madre? —Preguntó con algo de confusión.

Negué levemente.
—No.

Él me miró, podía jurar que tenía miles de preguntas en su mente sin embargo, no estaba segura si quería hablar de eso justo ahora. Bajé mi vista nuevamente a mis manos.

—Mi madre creía que mi padre había muerto, meses después nos encontró. Ella quedó embarazada, se desmayó durante el parto. No estaba muerta... yo tenía que terminar con ella. —Lo miré tratando de asimilar lo que me había dicho. —Así que, lo hice.

—Lo lamento. —Susurré.

Él bajó su vista hacia sus manos, cruzándolas sobre su regazo.
—¿Cuál es tu historia? —Me preguntó luego de unos segundos, posicionando sus ojos sobre los míos. —Puedes contarme, si quieres.

Respiré profundamente antes de comenzar a hablar.

—Mi familia y yo tuvimos un accidente en auto. Yo desperté en la cabaña de una pareja. Sus nombres eran Caroline y Joshua. Llevaba cinturón de seguridad, por lo que mis golpes no fueron tan graves. Ellos no pudieron ayudar a mis padres, aunque quisieron. —Expliqué con un nudo en la garganta. —Viví con ellos durante 6 meses o un poco más. Una noche desperté por unos ladridos...

—¿Max? —Preguntó y asentí.

—Una horda de caminantes habían entrado a nuestro hogar. Eran demasiados. —Carl llevó su vista a sus pies mientras escuchaba con atención. —Caroline me dió esta navaja y me pidió que corriera. Ellos dieron su vida por mi. —Sentí las lágrimas acumularse en mis ojos. —Después de aquello, Max me encontró. —Sonreí, sintiendo las lágrimas caer por mis mejillas, borrándolas casi inmediatamente con la manga de mi suéter. —He estado con él desde entonces. Nunca me quedaba en un solo lugar, todos los días caminaba sin un rumbo fijo hasta que llegué a un santuario. —Carl levantó su vista hacia mi al instante. —No había nadie, tan solo el lugar consumiéndose por el fuego y miles de caminantes. Estuve a punto de ser mordida aquella vez pero Max me ayudó y salí de ahí.

—¿Terminus? —Preguntó, lo miré con el ceño fruncido, asintiendo levemente.

¿Cómo sabía el nombre de aquel lugar?

—¿Cómo...?

—Estuvimos ahi antes que tú al parecer. —Me interrumpió para después soltar un suspiro. —No era un santuario, esos tipos eran unos caníbales. Logramos escapar ya que Carol hizo explotar todo.

A lo largo de estas semanas, había estado conociendo a cada una de las personas que integraban el grupo de Carl. Recordaba a Carol, aquella mujer de pelo color plata y de lindos ojos. Jamás creí que ella fuera capaz de eso. Estaba realmente sorprendida.

—Tan cerca y tan lejos a la vez. —Bromeé. Él rió levemente. —Luego de casi ser mordida, decidí quedarme en un solo lugar y no arriesgar mi vida otra vez. Durante un año todo estuvo bien, hasta que unos hombres llegaron. Al principio creí que eran buenas personas pero luego escuché disparos y noté que habían matado a uno de sus miembros. Fue ahí cuando decidí huir. Golpeé a uno de ellos con un bate y escapé por el tejado, pero para mi mala suerte lograron verme, así que corrí por el bosque y... te encontré. —Carl sonrió levemente. —Luego creí que eras uno de ellos así que corrí aún más y llegué aquí. —Añadí divertida, haciendo un ademán con mis manos. —Esa es mi historia.

Él asintió mirando al césped.

—Hay algo que nunca podré entender. —Añadí, captando su atención. —El día del accidente, mi hermano venía conmigo en lo asientos traseros. Él también llevaba cinturón de seguridad pero Caroline y Joshua me dijeron que no había nadie más en el auto. —Fruncí el ceño, recordando aquellas palabras.

—¿Y qué piensas sobre eso? —Preguntó. —¿Crees que te hayan mentido?

Negué.
—No lo creo. —Respondí. —A veces me gusta pensar que él sigue con vida pero... es imposible. Joshua me dijo que solo había sangre a mi lado. —Suspiré. —Tal vez un caminante... —Comencé a decir pero callé.

Un nudo se formó en mi garganta y las lágrimas no tardaron en aparecer al pensar en aquella posibilidad.
—Supongo que son preguntas de las cuales nunca tendré una respuesta. —Susurré, bajando mi mirada a mis pies. Un escalofrío recorrió por mi cuerpo al sentir mano de Carl posándose sobre la mía. —Lo siento... —Hablé, alejando mi mano de la suya para secar rápidamente mis lagrimas. —Creerás que soy una chica débil que llora cada vez que tiene la oportunidad. —Solté una risa sin ganas, sorbiendo mi nariz.

—No pienso eso. —Respondió con una sonrisa. —Está bien perderse a veces... —Encogió sus hombros. —Siempre y cuando sepas cómo regresar.

(...)

—Son mucho más ruidosas, solo atraen más caminantes. —Ataqué mientras caminábamos de regreso a la comunidad.

—Es por eso que existen los silenciadores. —Añadió a mis espaldas.

Rodeé los ojos aunque no pudiera verme.
Carl había insistido en enseñarme a disparar y para serles sincera, el pensar tener un arma entre mis manos me daba escalofríos. Pero él creía que era algo realmente necesario pues decía que una simple navaja no sería suficiente para salvar mi vida.
Y quizás él tenía razón, el problema era que Deanna nos había prohibido usar armas dentro de Alexandria.

—Si Deanna se entera, nos matará.

—Al igual si se entera que cruzas el muro todos los días y aún así lo haces. —Alzó una ceja.

Touché.

Deanna había discutido con Rick hace algunos días sobre eso. Rick pensaba que sería bueno que los miembros de la comunidad se les enseñara a disparar o que al menos tuvieran algunas clases sobre defensa personal. A muchos nos encantó la idea pero Deanna se negó ya que ella "no iba a permitir que los niños estuviesen tan cerca de las armas".
Era estúpido, pero teníamos que obedecer sus reglas.
Aunque... las reglas estaban para romperse.
¿No?

—Lo pensaré. —Respondí.

Carl sonrió ampliamente.
Escalamos el muro y entramos a Alexandria.
—Te veo mañana. —Murmuró, dejando un casto beso sobre mi mejilla haciéndome estremecer.

Tan solo observé como se alejaba de mi.
Solté un suspiro y caminé a casa.

Always | Carl Grimes (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora