XXXII: You are my sunshine.

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—¿Realmente crees que encontrarás algo divertido de hacer por aquí? —Pregunté, insertando mi navaja en el cráneo del caminante para después limpiarla. —Es decir, estamos en medio del bosque.

Carl miró el cuerpo del caminante y levantó su vista hacia mi.
—No me subestimes. —Habló, divertido.

Él siguió caminando y lo seguí. Luego de andar durante unos minutos, encontramos una casa justo en medio del bosque.
Carl se agachó y se escondió entre los arbustos, no dudé en seguirlo.

—¿Crees que haya alguien ahí? —Preguntó, entrecerrando sus ojos y mirando hacia la casa frente a nosotros.

Miré hacia ella. En la parte de adelante tenía algunas trampas, en las cuales los caminantes quedaban encajados por los picos de metal.
—Tiene trampas... debe ser por algo. —Murmuré. Saqué mi pistola y la recargué. —Vayamos con cuidado.

Carl asintió.
—Hay que entrar por el patio trasero. —Dijo de la misma forma y salió de su escondite. Lo seguí.

Cruzamos la valla de madera, la cual nos impedía el paso hacia el patio trasero. Miré a mi alrededor, parecía estar despejado así que seguí caminando.

—¡Cuidado! —Carl soltó en un grito.
Rápidamente me tomó del antebrazo y me echó hacia atrás, impidiendo que siguiera avanzando. Tambaleé un poco, pero antes de que pudiera caer, mi espalda chocó con su anatomía. Mi corazón se aceleró completamente. Miré alarmada hacia los lados, buscando la razón de su desesperación. Y entonces miré hacia el piso.
Una trampa para osos estaba a unos centímetros de mis pies.

—Gracias. —Hablé en susurro, aún con mi vista en ella.

Dios.
Estuve cerca.

—No hay de qué. —Respondió. —Sigamos. Con cuidado, podría haber más de ellas.

Avanzamos sigilosamente, ésta vez mirando por donde caminábamos hasta llegar a la puerta.
Carl tomó el pomo y la abrió con cautela, apuntando con su arma hacia el interior.
—Revisa por la derecha. Yo iré del otro lado. —Le dije comenzando a caminar. Carl lo dudó un poco pero al final caminó hacia allá.

Abrí la primera puerta. Un baño. Todo estaba perfectamente. Parecía como si alguien hubiese vivido aquí hasta hace poco. Tenían algunos medicamentos, así que los guardé en mi mochila. Entré a la otra habitación, era una oficina. Nada interesante.

Tomé el pomo de la última y la abrí. Un cuerpo colgado frente a mi me hizo soltar un grito ahogado. Respiré profundamente mientras escuchaba los pasos acelerados de Carl. Él frunció su ceño para después mirar detrás de mi. Su boca se abrió ligeramente al verlo.

Corté la soga, escuchando los gruñidos.
El cuerpo cayó y el caminante intentó avanzar hacia mi. Inserté mi navaja en su cráneo rápidamente.

—¿Estás bien? —Preguntó a mis espaldas.

Asentí.
—Me asustó. —Hablé, mirando al cuerpo frente a mi.

—Encontré algo. —Dijo después de unos segundos, haciendo que girara a mirarlo.

—¿Qué es?

—Ven a verlo. —Soltó, con una pequeña sonrisa sobre su rostro. Dio media vuelta y comenzó a caminar.

Lo seguí. Llegamos a lo que parecía ser la sala de aquella casa. Carl se detuvo frente a un pequeño estéreo.

—¿Funciona? —Pregunté. Él asintió, tomó uno de los CD junto al estéreo y lo introdujo. —Carl, los caminantes...

Always | Carl Grimes (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora