XLI: Little bunny.

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—Nos detendremos aquí. —Habló Morgan deteniendo la camper. —Seguiremos a pie.

Noté que la noche había llegado una vez que estuve afuera del vehículo.
—Seguiremos en parejas. —Dijo Carol. —Será más silencioso y avanzaremos más rápido.

Tobin se fue junto a Noah.
Gabriel con Spencer.
Carol con Morgan.
Solo quedábamos Enid, Tara y yo.

—Ve con Tara. —Le dije a Enid, dando media vuelta y comenzando a caminar. Ella rápidamente me miró.

—Podríamos ir las tres. —Sugirió.

—Vayan ustedes, estaré bien.

—Sophie... —Tara intentó detenerme.

—Vayan. —Interrumpí. —Hay que encontrarlos y mientras más cubramos terreno, mejor.

Ellas no dijeron nada más y seguí caminando.
Estaba algo oscuro pero la luz de la luna me alumbraba un poco.
Mantuve mi pistola y mi navaja en mis manos, totalmente alerta. Seguí caminando durante unos minutos cuando escuché pasos. Me agaché rápidamente, escondiéndome entre los árboles y tratando de localizar a la persona. Noté a un hombre caminar con un arma entre manos, avancé lentamente hasta quedar tras él y golpeé fuertemente su cabeza con mi pistola, haciéndolo desmayar.

Unos silbidos inundaron el bosque, haciendo que mi corazón se acelerara de pánico.

No veía una mierda.

Me escondí una vez más tras las rocas, mientras intentaba encontrar de donde provenía aquél sonido. Unas luces de un auto se encendieron a lo lejos, dejándome ver algunas siluetas. Una sensación de alivio invadió mi pecho al darme cuenta que no se habían enterado de mi presencia, pero un escalofrío recorrió mi cuerpo al notar la cantidad de personas frente a mi.

—Bien, al fin. Bienvenidos a su destino.  —Escuché la voz de un hombre algo lejos de mí. —Entreguen sus armas, ahora.

Intenté mirar, pero las espaldas de aquellos hombres me impedían ver lo que estaba sucediendo más adelante.

Aunque era obvio que nada bueno estaba pasando.

—Podemos hablarlo. —Mi piel se erizó al escuchar la voz de Rick.

Eran ellos.

Ellos estaban aquí.

Carl estaba aquí.

Tenía que hacer algo. Tenía que ayudarlos.
Unos pasos a mis espaldas me hicieron sobresaltar, rápidamente me giré con mi cuchillo en mano, notando a Enid y Tara entre los árboles. Ésta última llevó su dedo índice a sus labios a modo de silencio, asentí y tragué saliva con dificultad, volviendo mi vista a las espaldas de aquél gran grupo de hombres.

¿Cómo mierda saldríamos de ésta?

—Les dije que estaría bien. —Murmuré al notar a Enid y Tara acercarse.

—No íbamos a dejarte sola. —Respondió Tara, escondiéndose tras la roca.

Guardamos silencio, observando a los hombres que se encontraban a unos metros de nosotras.
—Podríamos deshacernos silenciosamente de algunos cuantos... —Susurró Enid a mi lado. —Pero nos tomaría la noche entera terminar con todos los demás.

—No lo lograríamos. —Murmuró Tara. —Nos siguen superando por número.

—No importa el número. —Hablé de la misma forma, sacando mi pistola. —Nosotros somos más fuertes. Podemos hacerlo.

—A menos que Jesús traiga a un ejército, podríamos. —Añadió Tara haciendo que la mirara.

—Bien, ahora arrodíllense. —La voz de aquél hombre se hizo presente una vez más. —Tenemos que hablar.

—Tenemos que hacer algo. —Murmuré, al borde de la desesperación.

—No podemos hacer nada, Sophie. Esto es una locura. —Añadió Tara en un susurro.

Abrí mi boca para hablar pero una voz me hizo detener.
—Creo que he escuchado a alguien. —Uno de los hombres dijo, a la vez que se daba la vuelta y comenzaba a caminar cautelosamente.

Y si.
Caminaba justo hacia nuestra dirección.

—Mierda. —Maldije, apretando el mango de mi cuchillo.

Miré entre las rocas, notando a aquél hombre acercarse cada vez más hacia nosotras con otro hombre tras él.

—Váyanse.

—Sophie, no. —Negó Enid con los ojos como platos.

—Váyanse ahora, mierda. —Repetí una vez más. —O nos matarán a las tres.

Enid miró a Tara, sin saber que hacer.
—Yo los distraeré mientras corren. —Insistí, escuchando los pasos cada vez más cerca. —Váyanse. Por favor.

Tara lo dudó durante unos segundos pero finalmente asintió. Rodeé aquella roca, quedando a espaldas de aquellos tipos.

—Por aquí, imbécil. —Solté haciendo que ellos se giraran instantáneamente hacia mi e hice lo que mejor pude hacer...

Correr hacia el lado contrario.

Corrí durante unos segundos y me escondí entre los árboles, escuchando aquellos pasos apresurados acercarse.
—¡Hay una chica! —Gritó uno de ellos, captando la atención de otros cuántos.

Santa mierda.

Uno se acercó justo a donde me encontraba escondida así que golpeé su cabeza con mi pistola, haciendo que el cuerpo cayera a mis pies. Salí de mi escondite y volví a correr a toda velocidad.
Mi corazón se aceleró al escuchar un arma siendo disparada en mi dirección. Me cubrí detrás de un árbol, tratando de regular mi respiración.
—¡No disparen! —Gritó otro. —¡Negan los quiere con vida!

Unas manos tomándome fuertemente de la cintura me hicieron sobresaltar.
—¡La ten...! —Intentó gritar pero mi rodilla se impactó con sus partes bajas, impidiéndolo terminar la oración. Repetí aquella acción, golpeando su cabeza con mi pistola.

Sabía que no los mataría pero los dejaría fuera de combate por algunas horas.

Corrí una vez más, sintiendo a más de tres hombres pisándome los talones. De repente, choqué con un cuerpo y caí al piso. Gemí de dolor mientras alzaba la mirada, buscando al causante de mi brusca caída. Un tipo con media cara deformada y pelo rubio me apuntaba con su ballesta. Una chica más se acercó y se inclinó hacia mi con una sonrisa cínica en su rostro.

—Es como una pequeña conejita... —Soltó divertida. —Tratando de huir de un tigre.

Lo último que recuerdo fue un fuerte golpe en mi cabeza y todo se volvió negro.









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Always | Carl Grimes (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora