IV: Alexandria.

14.9K 1.1K 484
                                    

Multimedia: Joshua.

Soplé aún más haciendo que la burbuja rosa estallara en mi boca para después masticarla nuevamente, con la mirada fija en mis tenis que pisaban el pavimento.
Había pasado un mes exactamente.
Un mes desde aquel "incidente".
Un mes caminando sin un rumbo fijo. Sin saber a dónde ir.

Noté como Max levantaba sus orejas ligeramente y caminaba un poco más rápido. Levanté mi mirada, siguiéndolo.

—¿Qué pasa, amigo? —Pregunté. Él comenzó a ladrar, frente a unas puertas grandes y de metal. Fruncí mi ceño, quizás ahí dentro solo había un montón de caminantes. Ya había sucedido en terminus y no volvería a cometer el mismo error. —Andando, Max. Podría ser peligroso.—Le dije mientras me daba la media vuelta y comenzaba a caminar. Luego de unos segundos me detuve, al darme cuenta que él no me seguía. —Max, muévete. —Sus ojos bicolor se posaron en mí, luego en aquellas puertas para después soltar un chillido. Solté un suspiro cansado. —Bien, alcánzame cuando cambies de opinión.

Comencé a caminar pero el sonido de una reja abriéndose me hizo parar.
—¡Hey! —Escuché una voz a mis espaldas. Me giré lentamente, mi mirada se cruzó con la de un chico. —Bienvenidos a Alexandria. —Habló mientras su mirada se fijaba en Max, quién yacía sentado viéndolo fijamente. —Mi nombre es Aaron. —Soltó con una pequeña sonrisa hacia mi dirección.

(...)

Miré la oficina, recorriendo el lugar con mis ojos.
—¿Cuál es tu nombre? —Preguntó la mujer de pelo corto frente a mí, captando mi atención. Me moví en mi lugar, incómoda. —No tienes por que temernos, nadie va a hacerles daño.

—Sophie. —Murmuré. —Y él es Max.

Ella asintió en dirección a Max, quién yacía sentado a mi lado.
—Bienvenidos, mi nombre es Deanna. —Dijo, dándonos una sonrisa. —Voy a hacerte unas preguntas, Sophie. Tan solo te pido que seas sincera en todo momento ¿Está bien? —Asentí. —Empezaremos por lo básico... ¿Qué edad tienes?

—Diecisiete.

—¿Cómo era tu vida... antes de todo esto?

—Feliz. Lo tenía todo. —Respondí, bajando mi mirada a mis dedos. —Y no estoy hablando de lo material, sino... tenía a mi familia conmigo.

—¿Qué sucedió con tu familia? —Preguntó.

—Los perdí... cuando empezó todo. —Murmuré con un nudo en la garganta. —Tuvimos un accidente de auto y yo desperté una semana después en una cabaña. Una pareja vivía algo cerca de donde sucedió el accidente, al escucharlo se acercaron. Viví con ellos durante seis meses, me enseñaron a sobrevivir, me enseñaron a defenderme. Me salvaron la vida. —Susurré. —No solo una, dos veces. —Hablé recordando cómo habían sacrificado su vida por mí.

—¿Has estado afuera desde entonces? —Preguntó.

Asentí.
—Desde hace 3 años y medio.

Ella pareció sorprenderse con mi respuesta.
—¿Sobreviviendo... tú sola?

Negué.
—No he estado sola. —Dije, llevando mi vista hacia Max. —Él ha estado conmigo desde entonces.

—¿Es tu mascota? —Preguntó con su vista en él. —¿Lo encontraste después de todo esto?

—No es una mascota. —Respondí. —Es lo único que tengo. Es mi familia. —Miré a Deanna, quien me regalaba una pequeña sonrisa. —Y en realidad, él me encontró a mi. ¿Cierto, Max? —Él movió su colita en respuesta y soltó un ladrido.

—Es un perro muy bien entrenado. ¿No es así?

Encogí mis hombros.
—Supongo que el ser su única compañía estos últimos años, tiene alguna ventaja. —Dije, haciendo que soltara una pequeña risa. —Me conoce más de lo que me conozco a mi misma. —Confesé, acariciando la cabeza de Max haciendo que sus ojos bicolores me miraran.

(...)

Un año después...

Bajé las escaleras mientras peinaba mi —ya algo largo — cabello en una coleta alta. Caminé hacia la cocina, encontrándome aquella melena castaña cocinando lo que parecía ser huevos revueltos.

—Buenos días. —Saludé captando su atención.

Sus ojos verdes me miraron, dándome una pequeña sonrisa sin despegar sus labios.

—Bueno días. Tenía pensado salir a caminar un rato. Estar aquí dentro es algo realmente muy agobiante. ¿Quieres acompañarme? —Preguntó Enid. —Podemos llevar a Max, si gustas.

—¿Hablas de saltar el muro? —Ella asintió, obvia. —Si algún día se enteran de esto, nos matarán. —Reí sin gracia.

Había llegado a Alexandria desde hace 12 meses. Y era increíble. Realmente podrías vivir aquí y creer que no había cuerpos putrefactos buscando carne fresca afuera. Había agua, electricidad, alimentos, absolutamente todo.
Cuando llegué aquí, adaptarme fue algo muy difícil. Y claro que lo sería, es decir, había pasado 3 años y medio afuera, completamente sola. Me costaba mucho hacer amistades, o incluso el simplemente tener una conversación con alguien. No estaba acostumbrada a ver tanta gente en un mismo lugar, era abrumador. Poco a poco fui adaptándome y confiando en las personas que vivían aquí. Enid, por ejemplo. Debo confesar que cuando puse un pie dentro de esta comunidad, ella y yo... no nos agradábamos en lo absoluto. Pero por obras del destino, Deanna me hizo vivir en la misma casa que ella osea, prácticamente nos obligó a convivir todos los días. Se podría decir que ahora somos algo así como mejores amigas. Algo extraño, pero sucedió.
También conocí a Ron, un chico genial, amable, algo serio a veces, pero era una buena persona. Al igual Jack, un chico alto, castaño y de ojos verdes, la mayoría del tiempo eran bromas si estaba junto a él.

Enid y yo disfrutábamos saltar el muro y salir al bosque, sentarnos bajo un árbol y leer uno que otro cómic. Nos gustaba recordar lo que había afuera... por que eso era la realidad.
Me asustaba el hecho de que por alguna razón, algún día Alexandria no existiera.
Por lo que creía que salir al bosque y "matar" algún que otro errante me haría no olvidar la realidad...
Me haría no olvidar lo que es vivir afuera...
Me haría no olvidar de dónde vengo...
Y todo lo que perdí por ello.

Always | Carl Grimes (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora