LXV: Reality.

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Me desperté con mi respiración algo agitada, sentándome sobre el sofá. Daryl se sobresaltó, avanzando hacia mi con rapidez.

—¿Estás bien?

Asentí luego de unos segundos, tragando saliva. Miré a mi alrededor, notando que Jack seguía dormido y como pequeños rayos de luz se colaban por la ventana. Ya había amanecido.

Todo había sido una pesadilla...
O mejor dicho, un sueño.

—Se sintió tan real. —Murmuré casi inaudiblemente.

Daryl se inclinó, tomando algo que estaba sobre el suelo para después observarlo por unos segundos. Él dirigió su vista hacia mi y alzó las fotografías en mi dirección. 
—Esto es tuyo.

Asentí, las tomé y las guardé en mi bolsillo nuevamente.
—Gracias.

Él asintió casi imperceptiblemente.
—Yo también lo echo de menos. —Murmuró para después alejarse de mi.

(...)

Gruñí, sintiendo como si mi cabeza fuera a explotar.
—Esto debería disminuirlo. —Habló Carol, dándome una pequeña caja con pastillas.

—Gracias. —Le sonreí, para después echarla en mi boca y tragarla. Carol salió de la habitación después de darme una pequeña sonrisa.

Habían pasado algunos días después de aquél sueño con Carl. Y ese no había sido el último, pues siempre que intentaba dormir, él aparecía en mis sueños.

—No es la primera vez que te sientes mal. —Dijo Jack, sentándose a mi lado. —¿Has estado comiendo bien, Sophie? —Asentí repetidas veces. —Pues tus dolores de cabeza dicen todo lo contrario.

—Tenemos medicamentos. —Respondí. —Se me pasará en un rato.

—Eso no me tranquiliza.

—¿Y que se supone que haga? ¿Ir al médico? —Solté con sarcasmo. —Seguro que en el bosque hay algún caminante con doctorado en medicina.

Él me miró mal.
—Sophie...

Reí levemente.
—Jack, estoy bien. —Le dije, honestamente. —Es solo que no he logrado dormir bien.

Él frunció su ceño.
—¿Tienes insomnio?

—Algo así. —Tragué saliva con dificultad. —He teñido sueños extraños últimamente.

—Cuéntame.

—En todos mis sueños está Carl. —Murmuré con la mirada sobre mis manos. —Y es extraño porque en todos ellos jamás he logrado ver su rostro una vez más, solo... escucho su voz.

—¿Como si... él buscara la forma de hablar contigo?

Asentí y mordí mi labio, tratando de ignorar el nudo que comenzaba a crecer en mi garganta.
—Y me duele porque al despertar, sé que él no está aquí realmente. —Suspiré. —Todas las mañanas es lo mismo, despierto entre lágrimas y sinceramente... ya no quiero hacerlo más.

—¿No quieres soñar más con él?

Relamí mis labios, pensando en su pregunta una y otra vez.
—Solo quiero llegar al día en que pueda pronunciar su nombre sin llorar... y sé que no lo lograré si solo pienso en él cada vez que cierro los ojos. —Murmuré. —Así que no. —Respondí con las lágrimas recorriendo mis mejillas. —Lo amo y siempre lo haré. Pero soñar con él, hace que aquella esperanza de encontrarlo con vida crezca... y eso no es así.

Retiré las lágrimas a la vez que tragaba saliva con dificultad. Jack tomó mi mano, tratando de tranquilizarme.
—Recordarlo me lastima, y yo no quiero sufrir más.

(...)

Tomé un trago largo a mi botella con agua y miré hacia el cielo. Eran cerca de las seis de la mañana por lo que pronto comenzaría a amanecer.

Guardé la botella con agua en mi mochila y comencé a caminar con rapidez. Tenía que darme prisa y regresar a la casa si no quería que alguien se diese cuenta de mi repentina desaparición. Las excusas para poder salir en busca de salvadores se me habían terminado, pues ahora teníamos suficientes provisiones y no era necesario salir más.

Y sabía que ellos no iban a apoyar mi plan de acabar con aquellos imbéciles.

Llegué a la casa y entré por la puerta trasera, tratando de no hacer algún ruido.
—¿Donde estabas? —Escuché una voz, haciéndome sobresaltar.

Llevé mi mano a mi pecho, sintiendo como éste latía cada vez más rápido.
—Me asustaste.

Ashton se cruzó de brazos.
—Estoy esperando una respuesta.

Fruncí mi ceño.
—Había caminantes cerca. —Mentí. —Salí y terminé con ellos antes de que atrajeran más.

—¿Eso te ha tomado casi 4 horas? —Preguntó con gracia, subiendo el tono de su voz. —¡Estaba despierto cuando te vi salir de aquí!

—Baja la voz, están durmiendo. —Gruñí, viendo como Jack comenzaba a tallar sus ojos y se sentaba sobre el sofá.

—Entonces deja las jodidas mentiras, Sophie. Tu última excusa fue que no teníamos suficientes medicamentos. —Soltó con molestia. —¿Y ahora? ¿Cuál es tu jodida excusa?

Lo miré.
—Yo no tengo porque darte explicaciones.

—¿Qué está pasando aquí? —Escuché a Daryl decir a la vez que bajaba las escaleras junto a Carol.

Miré a Ashton una vez más y caminé hacia las escaleras.
—¿Crees que nadie se daría cuenta? ¡Las últimas dos semanas has estado saliendo por las noches! ¿Por qué no se los dices ya?

—¡Ya cierra la boca, Ashton! —Solté con rabia, girándome hacia él.

—¿Es cierto eso, Sophie? —Preguntó Jack, dirigiendo su vista hacia mi.

Sin embargo, no dije nada.
—Has estado enferma y aún así todas las noches sales esperando encontrarlos. —Habló Ash, mirándome seriamente. —Quieres venganza y lo sé. No eres la única que ha perdido a alguien importante por culpa de los salvadores, pero tú estás cometiendo una estupidez.

Un nudo se formó en mi garganta.

—¿Has pensando en que pasaría si te desmayas ahí afuera? ¡Todos estaríamos preocupados e iríamos a buscarte! —Soltó con rabia. —Y entonces, alguien moriría por tu culpa.

—Ashton. —Intervino Jack, incitándolo a callarse pero éste se negó.

—¡Está arriesgando su vida! ¡Y todo por su jodida venganza! —Su ceño se frunció a la vez que me señalaba. —¡Por un momento deja de pensar en ti misma y date cuenta de lo que estás haciendo!

Las lágrimas no tardaron en bajar por mis mejillas.

—Logras matar a los salvadores, ¿y luego qué? —Preguntó Ashton —¡Eso no va a cambiar nada! No va a devolverte a Carl, mucho menos a Jesús. Solo harás que te maten.

—Suficiente. —Daryl lo interrumpió, mirándolo mal.

Subí las escaleras con rapidez, ignorando los llamados de Jack.

Me encerré en una de las habitaciones y comencé a llorar, mientras escuchaba como Daryl y Jack discutían con Ashton en el piso de abajo.

Sus palabras de repetían en mi mente una y otra vez, provocando una horrible sensación en mi pecho. Dolían.

Dolía porque sabía que esa era la maldita realidad.

Always | Carl Grimes (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora