Abrí mis ojos poco a poco, encontrándome totalmente a oscuras. Me senté mientras un punzante dolor se hacía presente en la parte de atrás de mi cabeza. Gruñí de dolor y me llevé una mano a esa zona, masajeando levemente mientras miraba a mi alrededor.
¿Dónde mierda estaba?
Llevé mis manos a mi cintura buscando mi arma, pero ya no estaban ahí. —Mierda. —Maldije en un susurro mientras comenzaba a mover mis manos por el suelo, tratando de encontrar algo.
Nada.
Solté un suspiro cansado, recargando mi espalda contra la pared.
Esos idiotas me habían quitado todo.
—Traigan a la chica, ya. —La voz de aquél hombre en el bosque se hizo presente pero ésta vez mucho más cerca.
Las puertas se abrieron, dejando entrar una gran cantidad de luz y obligándome a cubrir mi vista con mi mano izquierda. Unas manos me tomaron bruscamente, obligándome a salir. Forcejeé con él, intentando alejarlo de mi.
—Ponla ahí, al lado del chino. —Soltó uno.
Acto seguido, los brazos me dejaron caer al suelo sin un poco de cuidado. Gruñí de dolor una vez más mientras me sentaba en mi lugar y miraba a mi alrededor, notando a las personas que estaban a mi lado.
Sus miradas se transformaron a una sorpresa al verme ahí. Detuve mi vista en Maggie un momento, se veía realmente mal. Su cuerpo temblaba mientras pequeñas gotas de sudor caían por su frente. Necesitaba ayuda urgentemente... o podría perder a su bebé.
Llevé mi mirada al piso, sintiendo aquellos ojos azules sobre mí todo el tiempo. Pero no me atrevía a mirarlo.
Eres cobarde, Sophie.
Respiré profundamente... Reuní todo mi valor... Y levanté mi mirada. Nuestros ojos se conectaron instantáneamente.
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Su pecho subía y bajaba, acelerado. Sus labios estaban ligeramente abiertos mientras que sus ojos me veían con... tal vez tristeza o decepción. Quizás ambas.
