—Quédense aquí. Si ven a alguien metiéndose, avísenme. —Habló Rick, mientras arrastraba uno de los caminantes hacia la habitación.
Carl asintió y volvió su vista hacia la escalera bloqueada, asegurándose de que ningún caminante pasara.
—Necesito sábanas, suficientes para todos. —Soltó, dejando el cuerpo putrefacto sobre el piso de la habitación.
—¿Sábanas? ¿Para qué? —Pregunté.
—Iremos a la armería. —Respondió, posando su vista sobre mi.
¿Saldríamos? Pero... ¿cómo? Jessie abrió su boca levemente, sorprendida. —¿Cómo? —Soltó, leyendo mis pensamientos.
Rick la miró. —Lo vamos a destripar. Nos cubriremos con sus entrañas para tapar nuestro olor y que piensen que somos como ellos. —Explicó. —Ya hice esto antes.
Hice una mueca. Ese plan no me agradaba, en lo absoluto. Y sé que a Jessie y Ron tampoco. Pero no había otra opción. No había alguna otra manera de poder salir de esta casa sin tener que atravesar una horda de caminantes. —Están adentro, hacen ruido, vendrán más. —Habló esta vez Michonne.
Jessie asintió levemente, entendiendo la situación y fue por las sábanas. Rick pasó una navaja por el abdomen de aquel caminante. Quité mi vista de él al sentir mi estómago revolverse tras el horrible olor a putrefacción.
Dios, voy a vomitar.
"Es la única manera". Me repetí.
Jessie recortó las sábanas y nos dió una a cada quien. Tragué saliva con dificultad y respiré hondo. Tenía que hacerlo. Por Max. Por Enid. Sin dudarlo más, me acerqué a Rick. Él me miró y me dió un asentimiento de cabeza apenas perceptible. Llevé mis manos hacia el interior del caminante, y comencé a cubrir la sábana que estaba sobre mi anatomía. Era asqueroso. Realmente nunca pensé que mis manos estarían dentro de un caminante. Mucho menos que estaría cubriéndome con sus intestinos.
Las ganas de vomitar estaban presentes, pero las ganas de sobrevivir eran mucho más.
Carl se sentó a mi lado, me dió una pequeña sonrisa e imitó mi acción, comenzando a cubrir aquella sabana blanca al igual que Jessie.
—¿Mamá? —La voz de un pequeño niño se hizo presente provocando que la mayoría de nosotros giráramos a verlo, incluida Jessie.
—Tienes que escucharme. —Habló la rubia acercándose al pequeño. —Ya no estamos a salvo aquí, tenemos que hacer esto para poder estar a salvo afuera...—Sam negó repetidas veces. —Hay que jugar a ser monstruos.
—No, por favor. —Chilló, negando con su cabeza.
—Cielo, debemos hacerlo. —Le dijo, suplicante.
—Huele como la mierda. —Murmuró Jack a mi lado, tomando algunos sesos y cubriendo su sábana con ellos.
Michonne entró al lugar con un caminante más, abrió su estómago con su navaja y repitió nuestra acción, al igual que los demás. Carl escondió a Judith debajo de su sábana con ayuda de Jessie.
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