Episodio 16

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Una raspadura afilada de madera pesada sobre piedra, un débil brillo de luz, y el olor de Were despertaron el lobo de Wendy a la atención. Pasos se acercaban a su celda, y se endureció. Lo llamaban " celda de detención", pero era una prisión. ¿Qué otra cosa podría ser con los barrotes impregnados de plata que la mantenían confinada durante días en los que no podía oler el bosque, no podía ver la luna por la noche, no podía sentir el calor del sol al mediodía? La habían alimentado, no la habían golpeado, nadie le había arrancado alguna uña o un diente, pero de todas maneras estaba encadenada. Bien podría haber sido torturada. Encadenar un lobo era peor que la muerte.

Algo estaba sucediendo, el aire vibraba con feromonas que tenían su vientre apretado y la piel resbalosa. Ella quería luchar, enredarse o correr. Cualquier cosa para dejar que su lobo respirara de nuevo. Odiaba estar encerrada fuera de la manada. Ella no sabía si una batalla venía o si la manada iba a cazar. Lo único que sabía era que no quería estar sola y no tenía a nadie en quien pudiera confiar. El último visitante había sido la Alfa, y ella todavía quemada con vergüenza que se había encogido delante de ella.

Había pensado que había sabido qué esperar cuando se enfrentó a la Alfa Abraxas, pero Lisa no era nada como Kai. Él gobernó con violencia y miedo. Lisa no gritaba o rebajaba o humillaba. Ella no venció, montó o dominó. Acababa de quedarse afuera de los barrotes, con los brazos cruzados, las piernas abiertas, ojos de lobo inquebrantables, y el poder más allá de lo que imaginaba había atravesado el aire y llevado a Wendy a sus rodillas. Lisa emanaba más fuerza en reposo de lo que Kai jamás había ejercido con su peso sobre su espalda.

Se estremeció, recordando sus castigos. Había respondido a las preguntas del Alfa, dándole las mismas respuestas que había dado a la Prima antes. Le había dado la verdad porque la Alfa la pedía y la obediencia a la Alfa corría profundamente, por el fondo de su alma. Además, ella no le debía ninguna lealtad a el Alfa que los había abandonado. Apareció la guardia llamada Adele, la que solía gruñir al verla. Irene estaba con ella, su expresión era ilegible.

—Hoy es tu día de suerte. — Dijo Natalie y abrió la jaula. Abrió la puerta de par en par y le hizo señas. —Fuera.

Wendy miraba de ella a Irene, buscando el truco. Si salía, ¿iban a arrojarla al suelo y tirarla dentro de nuevo? Después de un segundo, Irene dijo :—Vamos. La Alfa te ha liberado. Lentamente, Wendy se levantó, ignorando la rigidez de sus músculos contraídos. Se adelantó, negándose a encogerse ante los dos. Aún así, se preparó a sí misma para un golpe, una patada o un bocado. Ninguno vino.

—La Alfa te ha asignado al deber Sentrie, una vez que eres declarada lista.— Irene continuó, caminando hacia la luz al final del pasillo. Escaleras aparecieron fuera de la oscuridad.

—¿Qué quiere decir eso?— Pregunto Wendy.

—Luchar con los Abraxas.— Dijo Natalie. —Suponiendo que se puede confiar en ti.

—Deberíamos comer.— Dijo Irene. —No puedes empezar a entrenar hasta que estés a pleno rendimiento, y tus heridas aún están curando.

—No tengo hambre. Y estoy bien.— Dijo Wendy.

Irene resopló: —Un lobo siempre tiene hambre. Y tus costillas se están mostrando.

Wendy siguió las escaleras, alerta a Natalie detrás de ella, esperando el golpe de un cañón de arma en su espalda. Natalie nunca la tocó. Cuando salió a la plena luz del día, su lobo se preparó para correr. Estaba libre. Esta podría ser su única oportunidad. El Compuesto era enorme, fácilmente tres veces el tamaño del campo de Blackpaw.

Los terrenos estaban limpios, los edificios en buen estado, y de decenas Weres se movían ordenadamente por todas partes; patrullando, entrenando, realizando tareas rutinarias de mantenimiento. La alambrada estaba a doscientos metros de distancia. Incluso en piel tendría que ser muy rápida para alcanzarlo antes de que uno de los guardias la detuviera. En el momento en que cambiara y eludiera a Irene, un lobo más grande y fuerte estaría sobre ella.

—La Alfa mató a tu Alfa.— Dijo Irene. —Ahora eres uno de nosotros. No hay dónde correr.

—Sólo porque tu Alfa...

— Nuestra Alfa.— La voz de Irene vibró de orgullo.

Empire (The Hunt) [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora