Episodio 34

396 49 1
                                    

Su mirada pasó por encima de Jisoo hacia el pasillo vacío más allá de la puerta abierta, y de nuevo a Lisa.

—Por supuesto, estoy disponible para tus necesidades, pero si pudieras esperar hasta...

Lisa agarró la túnica de seda en su puño y lo atrajo hasta que sus ojos de topacio estuvieron a la altura de los suyos.

—Mi compañera está en Faerie. Quiero que me lleves a través de la puerta.— Dijo Lalisa y los ojos de Drake se abrieron.

—Estaría encantado de ayudarte en todo lo posible, pero no puedo llevarte.— Dijo él. Ella abrió la túnica y deslizó sus garras lentamente por su parte inferior del abdomen. Algo viejo y oscuro nadó en sus ojos.

—Puedo arrancarte las tripas con un movimiento de mi muñeca. Dudo que la magia de los Fae te curaría a tiempo para que fueras a Faerie.— Dijo Lalisa.

—Está prohibido para mí llevar a un Earthlander a Faerie.—Dijo él.

—No soy un Earthlander,— Lisa dijo en voz baja. —Soy el Alfa Were. Y Scarlett no quiere hacer un enemigo de mí.— Ella empujó sus garras más profundamente y sonrió. Lisa vislumbró algo debajo de la superficie perfecta de su cara que podría haber salido del mar hace mucho tiempo.

—Te mataré y pasaré a cada miembro del personal de Scarlett hasta que alguien haga lo que le pido. ¿Morirías por nada?— Dijo Lalisa.

—La muerte de tu mano no sería nada comparado con lo que mi Reina haría si te llevara a través de la puerta.— Dijo él.

—Si impides una guerra, tu Reina bien podría recompensarte. Veré que ella lo sepa.— Dijo Lalisa. Su rostro se transformó en la más bella imagen que Lisa había visto nunca. Delicado, etéreo, raro. 

—No intentes persuadirme.— Lisa susurró, sus colmillos rozándole la garganta. Ella presionó hasta que su cuerpo cubrió el de él y dejó que su poder se elevara. Se estremeció y sonrió.

—No puedes influir en mí, y quiero nada más que desgarrar tu carne de los huesos. Ahora, ¿cuál es tu decisión?— Dijo Lisa.

════ ≪ •❈• ≫ ════

—Adelante.— dijo Ariana cuando sintió que Carlos se acercaba en el pasillo, fuera de su gabinete. Se abrió la puerta y se deslizó adentro. Estaba más pálido que de costumbre; todos los sirvientes humanos estaban siendo usados en exceso. Ella debía reconstruir su nido, y rápidamente.

—¿Qué pasa?— Pregunto Ariana.

Estaba a punto de alimentarse e impaciente para probar la ráfaga de vitalidad que siguió. El sol estaba alto, y mientras ella no necesitaba dormir, los ciclos cambiantes del día desencadenaron su hambre. El esclavo de sangre a su lado estaba listo para ella, sus ojos vidriosos y el vientre palpitando de anticipación. Su excitación era dulce en la lengua de Ariana. Ella pasó sus uñas sobre la suave piel de los pechos de la esclava y rodeó los picos estrechos de color rosa de sus pezones. La esclava gimió y separó los muslos, húmedo, llenos y ansiosos.

—Sé rápido.— Dijo Ariana.

—Lo siento, señora.— Dijo Carlos. —Hay un visitante. Él insiste en verte.— Ariana suspiró, pero su curiosidad aumentó.

—¿Quién es?— Pregunto Ariana.

—Felix Kjellberg.— Dijo él.

Lentamente, Ariana sonrió. Felix, obviamente, pensaba que la pillaría en desventaja, llegando después del amanecer. Su arrogancia humana le impedía haber aprendido algo del poder Lilium. Esa extravagante superioridad produciría un día su muerte.

—Ya veo. A continuación, tráelo.— Dijo Ariana. Carlos miró al esclavo retorciéndose junto a Ariana.

—¿Debería esperar hasta que haya terminado la alimentación, señora?— Pregunto él.

—No.— Dijo Ariana.

—Sí, señora.— Él bajó la cabeza y se retiró.

Ariana abrió la bata y se sentó, poniendo a la hembra desnuda en su regazo y sosteniendo la cabeza del esclavo en la curva de su brazo. La puerta se abrió y Felix, imperioso con su cabello plateado y su habitual traje de tres piezas, entró. Se detuvo bruscamente y miró fijamente.

—Qué Caraj....

—Felix, querido.— ronroneó Ariana, acariciando indolentemente los pechos de la esclava. —Es muy bueno verte.

—Recibí la noticia de un amigo en común de que estabas aquí. Estaba muy feliz de escuchar que los rumores de tu... fallecimiento... eran infundados.—Dijo Felix.

—Totalmente.— Dijo Ariana y acarició el centro del abdomen de la esclava y tomó su sexo. La esclava gimió y rodó sus caderas. Felix siguió el movimiento de su mano, una protuberancia respetable que apareció a lo largo del interior de su muslo izquierdo. 

—Como podrás ver.— Dijo Ariana.

Empire (The Hunt) [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora