Empire (The Hunt) [Finalizada]

Episodio 60

—No me puedo ir. — Dijo Solar con una sonrisa triste. Moonbyul se separó de Lisa y envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Solar.

—¿Por qué no?— Pregunto Moonbyul. Solar tomó la mejilla e inclinó la cabeza hasta que sus ojos se encontraron.

—Porque no soy de tu mundo.— Dijo Solar. Moonbyul le dio un beso.

—Así es.— Ella repuso la mano de Solar contra su pecho, la apretó contra su corazón. —Como es esto. Siento que el halcón y el Perro.— Besó a Solar nuevo. —Y tu corazón. Conoces a mi lobo. No te dejaré.— Solar echó un vistazo a Lisa sobre la cabeza de Moonbyul.

—No quiero que te vayas si decides quedarte.— Dijo Solar. Moonbyul volvió en los brazos de Solar miró hacia atrás en Lisa.

—La he elegido. No voy a dejarla.— Dijo Moonbyul. Lisa gruñó.

—Decidiremos cuando llegue el momento de que todos nos vayamos.— Dijo Lalisa y Moonbyul levantó la barbilla y sus ojos brillaron de oro. Su lobo estaba seguro, y valiente, y lo suficiente tonto como para estar en contra de su Alfa. Sólo un lobo apareado se atrevería.

—Siempre seré manada, pero yo soy suya, y ella es mía.— Dijo Moonbyul. Jennie apretó su brazo alrededor de la cintura de Lisa, sabiendo que Lisa estaba presionada para ser paciente y su lobo sería salvaje para luchar.

—Por ahora, estamos todos juntos en esto. Solar también.— Dijo Jennie.

—Haré lo que pueda con la Reina.— Dijo Solar. Lisa gruñó suavemente.

—Haz lo que puedas, pero sé que no vamos a esperar aquí mucho tiempo.— Dijo Lisa.

—Volveré lo antes posible.— Solar besó a Moonbyul. —Quédate con tu Alfa. Sé que vendré a ti cuando pueda.— Moonbyul parecía como si fuera a protestar, pero finalmente dejó ir a Solar.

—No creas que te desharás de mí.— Dijo Moonbyul.

—Sé mejor que tratar de correr más rápido que un lobo.— Dijo Solar y las dejó en el jardín, y el arco disolvió lentamente en un sólido muro de piedra al pasar.

Ignoró a los guardias y se deslizó a través de pasajes que sólo ella y algunos otros conocía para llegar a las cámaras de Scarlett. La puerta de roble tallada se abrió mientras se acercaba y ella entró, yendo a una rodilla en el centro de una gruesa alfombra azul real tejida a través de hilos de oro. En cierta luz, la superficie de la alfombra brillaba y una gran escena se desarrolló de la totalidad de las hadas con los elfos del montículo en el centro y Scarlett se levanta de ella como una diosa. Ella inclinó la cabeza.

—Scarlett, la Reina de espinas, el cazador busca una palabra.— Una mano cálida acarició la mejilla y se agitaba por su torso.

Una voz como un millar de campanas de viento ondeando en una brisa susurró : —Solar, mi Solar, ¿qué has hecho? Solar levantó la cabeza. Scarlett se reclinó sobre una tumbona adornada con un vestido azul real que brillaba y fluía por su cuerpo como si fuera una parte viva de ella. El contorno de los pechos, la curva de su vientre y el hueco entre sus muslos hacían señas. La sangre de Solar se calentó y reconoció el hechizo familiar, pero ella nunca había sido el juguete de Scarlett y dudaba que hubiera vivido mucho tiempo si lo hubiera sido. Scarlett se cansaba de los que podía controlar.

—Gracias, mi Reina.— Dijo Solar.

—Estaba a punto de enviar por ti.— Dijo Scarlett. —Tenemos que hacer un viaje.— Ella extendió su mano, sus dedos enjoyados brillando. —Ven.

Solar se levantó y deslizó su mano en la de Scarlett, sintiendo la fuerza del viento y la energía mientras las estrellas giraban por encima. Entró en una habitación grande con una enorme chimenea de piedra ardiente en una de las paredes, cortinas pesadas que cubrían las ventanas de piso a techo en otra y un anillo de sillas de cuero y madera pesados dispuestos en frente de la chimenea.

Cuatro guardias Fae siguieron detrás de ellos, más para mostrar que cualquier otra cosa. Scarlett no necesitaba otro guardaespaldas que Solar, incluso con los seis Vampiros que se extendían en las sombras a ambos lados de la mujer sentada regiamente en la silla central.

—Scarlett — Ronroneó Ariana.—qué bueno verte de nuevo. Y veo que has traído a Solar.— Ariana se echó a reír. 

—Te hemos estado buscando.