57. TEMER A UN NIÑO

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Estimado:

Te escribo esta carta en pleno uso de razón, consciente de que no tengo más en quien confiar ni depositar mis deducciones. Dieciséis años viví tratando de olvidar aquel incidente, tratando de convencerme que un desastre lo arrasó todo. Creí que estaba muerto y el mundo se había librado de una terrible calamidad. Desgraciadamente, me he equivocado de nuevo y ahora no puedo hacer otra cosa más que actuar deprisa. Fue mi descuido, mi falla y por eso he de terminarlo solo.

Me gustaría comunicarte esto por medio de la magia, pero no sé con exactitud en qué lugar te encuentras y no puedo arriesgarme a que alguien más intercepte el mensaje. Ambos sabemos que muchos de mis enemigos podrían usar esto para perjudicarnos a los dos. Tú menos que nadie necesita eso.

El mundo me creerá loco si hablo sin tener pruebas, el Magisterio seguramente me tacharía de incitador e impío si llego a abrir la boca. Eres la única persona que se parará a reflexionar un poco sobre estas palabras, pues siempre me has creído. Así que te hago mi revelación, esperando que no llegue muy tarde.

Creo que encontré al Segador. Lo he visto solo una vez, ahora es un hombre, pero estoy casi completamente convencido; he mirado sus ojos y jamás podría olvidarlos. Ronda ahora por mi villa y pienso que andará por aquí durante un par de días. Te envío esta carta con el fin de que, si algo llegara a pasarme, sepas que está de vuelta y trates de seguirle la pista. Quisiera decirte quien creo que es, sin embargo, admito que tengo miedo de escribirlo y al final equivocarme. Basta con que lo piense y sea mentira para condenarme a una eternidad en el inframundo. No sé en que estés trabajando actualmente, pero si tienes tiempo de venir a indagar, sólo tendrás que preguntar por las noticias más relevantes de los últimos días y sabrás de quién sospecho.

Desearía formar parte de lo que sea que estés haciendo ahora y no complicarme con estas cosas, pero tranquilo, sé más que nadie los problemas que te causaría mi presencia. A ningún superior le conviene tener como aliado a un unificado al que han bajado de rango. De todas formas, eres mi única esperanza de que, si llego a tener razón, continúes con la tarea que dejé pendiente o me brindes apoyo para terminar con esa aberración que nunca debió nacer. No tienes que responder este mensaje, solamente actuar lo más pronto que te sea posible; reconozco que eres bastante diligente.

Por seguridad, en caso de que esta carta llegara a ser interceptada por mis múltiples enemigos, o alguien que ya me esté vigilando, tomaré medidas extremas contra mi persona. No quiero arriesgar nada. Probablemente parte de esta mañana quedará por completo borrada, pero mis suposiciones seguirán intactas. Empezaré a seguirlo a partir de esta tarde. Envío este mensaje al último lugar donde creo que podré encontrarte esperando que nuestros contactos te lo hagan llegar. Deséame suerte. Salve a la Diosa.

Len-krei

Estaba terminado. Len-krei cerró el sobre con un botón de cera apretando el sello que dejó plasmado un halcón peregrino, marcándolo como un mensaje que debía atenderse con urgencia. Lo dobló y metió en un cilindro pequeño del que colgaba una delgada correa. El mensaje lo había escrito nada más regresar a casa de donde tendría que salir deprisa. Luego de haberse encontrado con el enviado, lo primero que le pasó por la mente fue redactar ese mensaje.

Se acercó a la ventana con los postigos abiertos. Ésta daba a un cuidado jardín que cumplía sus funciones como espacio de esparcimiento y relajación. Silbó al aire de una forma prolongada. Un halcón con alas tachonadas de blanco y negro se posó en su antebrazo. Las garras se clavaron en sus muñequeras de cuero.

Len-krei le acarició el ala antes de atarle el mensaje a la espalda. Miró los ojos del animal fijamente y, tras un asentimiento, el ave ladeó la cabeza y emprendió el vuelo. El halcón llevaría rápido el mensaje a las costas, donde un conocido suyo se encargaría de enviarlo a Li-Faradai y hacia el único destinatario posible.

El Heraldo Etéreo (Parte 1 de la saga)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora