28 - Salvación

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La clase llevaba más de media hora.

Nuevamente, el lobo no podía dejar de observar al zorro que jugueteaba en todo momento con el goldador.

El zorro acomodaba su cabeza en el hombre del contrario, reían, entrelazaban sus manos y de echo, la clase entera consideraba que faltaban semanas para que ellos dos estuvieran entrometidos en algo.

Todos lo deducían.

Y Luis no lo sabía.

Luis no tenía idea de cómo lucía ahora su rostro.

Ceño fruncido, cuerpo tenso, con su pata inquieta.

El lobo estaba enojado.

Demasiado.

No le gustaba nada como es que Uriel estaba tratando a Jaime por qué hasta el llegaba a la conclusión de que ya parecían algo más.

—¿Por qué esta tan cariñoso con el zorro al que le hice incontables veces el amor?. —Recordó por momentos todas las veces que fueron a aquel hotel de paso.

Rememoró todo.

El lobo sacudió su cabeza y después vio al maestro que lo miraba con el ceño fruncido.

—Mierda. —Pensó. —Otra vez me va a regañar.

—¡Te lo dije señorita!. —Fhill dejo de explicar para dirigirse a la banca de Luis.

Solo que al escuchar señorita, concluyó que el del problema no era el.

Volteó a ver a su compañera de Banca, Una coneja algo alta de cabello rubio que siempre llevaba un suéter con gorro que le cubría su cabeza y mantenía sus orejas agachadas.

Ella, bastante alterada y rápidamente, por debajo de la mesa le enseño la torta que estaba comiendo.

—Te dije que si te volvía a ver comiendo en clase ibas a quedar expulsada del curso. —Comenzaba a acercarse Fhill bastante molesto.

La coneja, con la mirada imploro a Luis que le escondiera la torta.

Afortunadamente para ella, Luis estaba bastante sumergido en sus propios asuntos que sin pensarlo, tomo el alimento y lo puso aun lado de su banca.

El profesor Fhill llegó hasta el lugar del lobo y la coneja. —Muy bien... Muéstralo. —Se escuchaba muy molesto.

—No se de que está hablando. —Comenzó a fingir demencia.

—Tus manos y te retiras del salón. —Ordeno el gato.

—Pero...

—Tus manos y te retiras del salón. —Repitió en un tono más alto.

La coneja suspiro, mostró sus manos y Fhill frunció su ceño cuando se percató de que su alumna "tenía razón". —Yo creo que debe ser la costumbre. —Se dió media vuelta para dirigirse nuevamente al pizarrón. —Discúlpame, pero no te confíes jovencita.

Ella asintió, después miro de reojo a Luis.

—Gracias.

Los Imanes. (Furry/Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora