1. Uno de marzo de 2019.

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Abigail no para de mandarme mensajes de texto, Noel no deja de gritar y mi padre cocina huevo frito. Yo me doy un último vistazo en frente del espejo antes de bajar por las escaleras; vestido nuevo y escuela nueva. 

Peino mi cabello rubio con la yema de mis dedos y me apresuro a llegar a la mesa de la cocina antes de que Noel se quede con todas las rebanadas de pan integral. 

Antes de que pueda siquiera tomar asiento en una de las sillas, alguien golpea la puerta al ritmo de We will rock you de Queen, y ni siquiera debo abrir para saber quien se encuentra del otro lado. 

— Pensé que le habías dado una llave— gruño, deslizándome al lado de la mesa de la cocina mientras fulmino a Noel con la mirada. 

Cuando abro la puerta de entrada, Maia sigue pretendiendo como si estuviera tocando aquella melodía, sólo que esta vez lo hace en mi rostro. Yo aparto sus manos de manera inmediata y me hago a un lado para que ella pueda pasar.

— Buen día, Val— arrastra la voz— ¿lista para ser popular?— bromea, siguiéndome el paso hasta la cocina. Ella choca los codos con Noel en un ridículo saludo que inventaron hace tres años y luego hace la típica reverencia de siempre a mi papá— ¿cuando llega Miriam?— pregunta, metiéndose un enorme puñado de cereal en la boca.

— Mañana— murmura Noel, acabándose la última rebanada de pan integral.

Yo dejo salir un enorme suspiro por lo bajo y me prometo a mí misma que no dejaré que absolutamente nada me arruine mi primer día de escuela en un establecimiento nuevo. Estaré con Abigail, saldremos a fiestas y obtendremos las mejores calificaciones. 

Todo será perfecto.

— Noel mencionó que tu nueva casa de acogida es genial— comenta mi padre, dejando los huevos en un plato en medio de la mesa. 

Todos cogen un poco y yo aprovecho para observar a Maia de reojo. 

Me gusta observar a Maia cuando nadie más lo está haciendo porque ella siempre parece tener la misma expresión de que todo está resuelto.  También me agrada observar la manera en la que constantemente se da vuelta la gorra como si no pudiera soportar que sólo quede de un lado en particular, y me gusta la manera en la que su cabello casi toca sus hombros. Me agradan sus ojos cafés, sus pantalones holgados y esa playera de AC/DC que presenta como su playera favorita.

— Están bien—asegura ella terminando de tragar lo que tiene en su boca— me tratan bien. Son una pareja de ancianos y de vez en cuando me dejan comer todas las galletas de su despensa. 

Mi padre suelta una risa por lo bajo. Noel se da vuelta para coger cereales. Maia clava su mirada en mí mientras esboza una pequeña sonrisa.

— Y lo mejor de todo...— Noel parece hacer un enorme esfuerzo por darse la vuelta de nuevo en nuestra dirección— ...es que tienen una nieta. 

— ¿Una nieta?— pregunta mi padre confundido.

Ahora parezco demasiado interesada en la conversación, así que me giro para cortar una manzana y disimular mi repentino exceso de atención.

— Su nombre es Esme— Noel suelta una carcajada en modo de burla— y Maia está enamorada. 

— No estoy enamorada— asegura Maia. 

— Deberías traer a Esme —propone mi padre— estoy seguro de que a Miriam le encantaría conocer a tu nueva novia.

— No es mi novia— insiste.

— Me iré— interrumpo la conversación, girándome de golpe para observarlos. Ellos me clavan la mirada encima sin comprender el tono de mi voz— me juntaré con Abigail en la entrada de la escuela. 

La chica nubladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora