8. Los apuntes de francés de Noel.

9.1K 864 448
                                    

El día viernes la barrita de cereal es de chocolate.  No sé cómo lo hace Maia para dejar esos snacks en mi mochila sin que yo me dé cuenta, pero lo hace. Supongo que es fácil para ella, tomando en cuenta que ni siquiera me molesto en intentar descubrir el momento; y puesto que Maia siempre está cerca mío, también está cerca de mi mochila. 

El sábado cuando me despierto por la mañana y bajo las escaleras puedo observar a mis padres preparar el almuerzo. 

La mayoría del tiempo mis padres están cocinando; mi mamá siempre quiso ser una chef profesional y a mi padre siempre le encantó probar nuevas comidas, pero por alguna extraña razón, ambos terminaron en el caótico mundo del periodismo. 

Está bien, supongo. Según mis padres, ambos disfrutan lo que hacen.  Mi madre trabaja para el periódico y mi padre para una editorial, y siempre están de reunión en reunión y de viaje en viaje. 

Antes de que yo pueda decir algo, observo a Maia sentada en uno de los taburetes de la cocina conversando animadamente con mi madre.  Los cabellos rubios de mi madre están tomados en una cinta rosada y se ha puesto un delantal de cocina alrededor de su robusta cintura, mientras que mi padre escucha alegremente y de vez en cuando abre sus enormes ojos claros en dirección a mi mamá. 

Maia está usando su playera de AC/DC y ha amarrado su cabello también. Suele hace eso cuando mi madre está cocinando. También suele conversar con ella hasta que mi madre ya no aguanta más la risa; Maia siempre hace reír a mis padres con las cosas que dice porque es muy espontánea y a veces pareciera como si las cosas no le importaran.  Pero yo sé que no es así. Todos en casa sabemos cómo es Maia en realidad, o al menos creemos saberlo. 

Mis padres están bien con que Maia venga a casa siempre y a veces, me da la sensación de que prefieren que sea así. Cuando recién conocimos a Maia mis padres intentaron ser su casa de acogida, pero Maia les pidió que no. 

Noel es mi amigo— recuerdo el tono de su voz de hace tres años atrás— necesito que sea mi amigo. No mi hermano de acogida. 

Sus motivos habrá tenido ella para preferir quedarse en aquella casa donde le cortaron el cabello con una tijera de podar pasto. O para luego preferir irse a aquella casa donde no le dejaban tocar las paredes sin guantes. O aquel lugar en el que debía estar descalza adentro de casa así hubieran dos grados bajo cero. O las otras quince casas en las que ha estado desde que las conocemos. 

Maia dice que está bien. Que no le molesta ir de casa en casa porque siempre puede volver donde nosotros y comer los panecillos de arándanos de mis padres, pero en el fondo todos sabemos que no está bien. 

— Ay, Maia— escucho la voz de mi madre. Y sé exactamente lo que va a decir, porque siempre dice lo mismo cuando está riendo con Maia. 

"¿Siempre fuiste tan chistosa?"

— ¿Siempre fuiste tan chistosa?— sus ojos sonríen y lleva su mano al pecho para fingir que necesita respirar, como normalmente sucede.

Y entonces, sé exactamente lo que va a decir Maia.

"Solamente cuando estoy contigo, Miriam"

— Solamente cuando estoy contigo, Miriam.

Y es aquí cuando los ojos de Maia cogen cierto brillo y ella se queda pegada mirando a mis padres durante unos cuantos segundos esbozando una sonrisa media tímida; una de esas sonrisas que indican que por unos segundos, Maia no está pensando en nada. Simplemente está siendo feliz. 

— Buenos días— murmuro, aparentando que no estuve los últimos cinco minutos de mi tiempo escuchando su conversación a hurtadillas. Todos giran el rostro en mi dirección, pero sólo Maia esboza una sonrisa tan grande.

La chica nubladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora