Durante la mañana huele a tostadas francesas y café recién hecho. Yo me acomodo un poco en la cama para intentar aferrarme al cuerpo de Maia, pero ella no se encuentra allí. Suelto un enorme bostezo mientras intento abrir los ojos por completo; apenas son las once de la mañana. No entiendo cómo es que Maia puede dormir tan pocas horas y siempre lucir tan fresca; supongo que es cierto eso de que el cuerpo humano se acostumbra a cualquier hábito.
Antes de que yo pueda hacer algo, el rostro agitado de Maia se aparece por la puerta. Yo frunzo el ceño confundida intentando incorporarme bien en la cama; está jadeando y luce preocupada.
— Maia...— murmuro sin entender lo que está sucediendo. La muchacha traga una enorme bocanada de aire.
— Val, no te asustes, pero Noel está aquí— suelta. Mis ojos se quedan fijos en ella, ¿qué paso con eso de que yo sería la única persona que pisaría esta casa?— no lo invité, llegó de la nada— me asegura como si pudiera leer mis pensamientos— dijo que venía por ti y mis padres de acogida lo invitaron a desayunar.
Yo dejo caer mi rostro de golpe en la almohada con cierta resignación; ni siquiera entiendo la razón de Noel de estar metido en cualquier lugar donde lo llaman. Nunca en la vida le pedí que viniera por mí, así que no entiendo realmente qué quiere lograr.
— No sé ni como lo soportas— le aseguro a Maia mientras busco mi ropa.
¿Debería tomar un baño? Probablemente.
¿Lo voy a hacer? No de momento.
Por alguna razón, el hecho que Noel se haya aparecido de improviso ha hecho que toda mi frustración salga a flote. Entiendo que es mi hermano mayor y que está constantemente intentando preocuparse por mí, pero a veces pareciera como si simplemente no pudiera soportar quedar fuera de ciertos escenarios.
Si estoy con Maia, él se entromete. Si estoy con Abby, él se entromete. Probablemente todo sería más fácil si simplemente le dijera que Maia y yo tenemos una cosa que ninguna sabe qué es todavía, pero no estoy preparada para contarle y no es como si confiara en su capacidad para entenderme.
¡Ay, me saca de quicio!
— No es tan grave, Val— me asegura Maia intentando mantener la calma mientras me da una de esas sonrisas de tener todo resuelto.
No es tan grave. Ya sé que no es tan grave; nunca dije que lo fuera. Aún así, no deja de ser estresante. Supongo que pensé que tendría la mañana a solas con Maia y ahora mis planes se vieron opacados por Noel.
— Probablemente sólo se preocupó por ti— añade. Yo frunzo el ceño como si lo que estuviera diciendo Maia no tuviera nada de sentido.
— No hay nada de qué preocuparse— le aseguro mientras me giro para comenzar a quitarme la playera. De manera inmediata, Maia se gira a mirar a la pared para darme algo de privacidad— no es como si me fueras a hacer algo malo.
— S..y..no sé— tartamudea Maia tomando una gran bocanada de aire.
Ella se queda moviendo sus piernas de manera nerviosa mientras yo termino de vestirme.
— Mi playera está manchada con algo que parece aceite— farfullo en medio de una mueca de asco. Maia suelta una risa mientras intenta reponerse a sí misma de algo que todavía no logro comprender.
— Puedes quedarte con la mía.
Yo la observo algo dudosa a pesar de que ella ni siquiera puede notarlo dado que me está dando la espalda.
— Pero es tu playera favorita.
Maia se encoge de hombros.
— Es sólo una playera.
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La chica nublada
Teen FictionValerie cree que Maia tiene una novia, pero no le pregunta porque no es de su incumbencia. Además, es la mejor amiga de su hermano. Y la conoce desde que eran niñas. Y sus padres la tratan como si fuera de la familia. Incluso para la última navidad...