La semana pasa lenta y monótona. Desde el martes comienzo a levantarme más temprano que todos en mi casa para poder alcanzar el autobús y cuando estoy en la escuela me limito a pasar el tiempo en la biblioteca, excepto por esos momentos en los que a Jude no le apetece estar con Noel, que para mi suerte, son bastantes. Aunque pensándolo bien, probablemente no es que no le apetezca estar con Noel sino que le da un poco de lástima dejarme sola como un alma en pena.
Lo peor de todo es que ahora que volví al pésimo hábito de evitar a Maia es que me doy cuenta lo sola que estoy en el mundo; el único amigo que tengo probablemente sólo está conmigo por pena.
Quizás debería abandonar la escuela y escapar hacia alguna ciudad lejana. Podría armar mi vida de nuevo y enamorarme de alguien más; olvidar a Maia por completo y de paso, olvidar la vida que alguna vez tuve en este lugar.
Si. Parece una idea buena y sensata. Sólo necesito unos cuantos millones de dólares y quizás una licencia para conducir. Ah, y un auto.
Lo peor de todo es que Maia parece estar jugando el mismo juego que yo; de repente todo se ha vuelto una competencia de quien puede evitar más a la otra, y al parecer, hemos triunfado de manera exitosa porque solamente nos hemos topado tres veces esta semana y dos de ellas ni siquiera conversamos, lo que es estúpido porque sé que Maia sigue preguntándole a Jude por mí y yo sigo preguntándole a Noel por ella.
¿Por qué insistimos en complicarnos las cosas?
¿Cómo arreglo algo que yo misma arruiné?
Lo peor llega cuando ese viernes a la hora de artes, Maia hace aparecer su rostro por el salón de clases. Inmediatamente giro el rostro hacia Jude y por unos momentos, ambos entramos pánico. No es como si hubiera olvidado por completo que Maia es la ayudante de la asignatura, pero una parte de mí deseaba con todas sus fuerzas que no se presente.
— Tarde o temprano te toparías con ella— susurra mi amigo por lo bajo mientras la muchacha se pasea por todo el salón de clases. Yo agacho la mirada intentando no toparme con la suya; como si me fuera a mirar de todas maneras.
Maia se limita a caminar por la otra esquina del lugar, lo que es bueno, supongo. Al menos de esta manera no tendrá que ver la atrocidad que estoy dibujando.
— Lindo pez— murmura Jude por lo bajo. Yo le lanzo una mirada cargada de frustración.
— Se supone que es Marilyn Monroe.
— Oh.
— ¡Muchachos!— afortunadamente, la maestra interrumpe la conversación y la vergüenza logra escaparse de mi cuerpo— ¡recuerden que si tienen problemas haciendo sus dibujos pueden consultar a Maia!
Nosotros asentimos con el rostro; justo cuando pensaba que era una idea estúpida porque Maia ni siquiera se gira a mirarnos, la muchacha se acerca a paso lento y con una pequeña sonrisa nerviosa en el rostro.
Mi corazón inmediatamente comienza a latir con fuerza; una sensación de melancolía invade mi cuerpo y no puedo evitar sentir como si cada parte de mí estuviera en un dolor profundo e interminable. No puedo no amar a Maia y tener que toparme con ella hace que todo sea un poco más triste y lastimoso.
Ella se sienta a horcajadas sobre una silla que está en frente de nosotros y deja reposar sus brazos en el respaldo para observarnos con ternura. No puedo creer que siga siendo tan perfecta incluso si su simple presencia provoca mil maneras de dolor en mí.
— ¿Cómo van?— pregunta en un hilo de voz. Mis pulsaciones aumentan un 200%; los primeros cinco segundos siento que me voy a desmayar y luego me acostumbro a ellas, pero no quiero hacerlo. No quiero acostumbrarme a nada que me haga estar sin Maia.
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La chica nublada
Teen FictionValerie cree que Maia tiene una novia, pero no le pregunta porque no es de su incumbencia. Además, es la mejor amiga de su hermano. Y la conoce desde que eran niñas. Y sus padres la tratan como si fuera de la familia. Incluso para la última navidad...