35. ¿Cuál es el límite de vergüenza que puedes pasar en un día?

7.2K 681 169
                                    

A la hora de artes, Jude y yo nos sentamos en las mesas de atrás porque ambos coincidimos en que somos demasiado horribles dibujando (a pesar de que Jude no sea horrible en lo absoluto) y porque nos da demasiada vergüenza que alguien vea la horrible manera en la que dibujamos al otro (a pesar de que el dibujo de Jude ni siquiera es horrible). 

Supongo que Jude critica su propio dibujo para hacerme sentir algo mejor. 

De todas maneras, la clase de artes tiene muchas cosas buenas que nos hacen elegirla una y mil veces; 

1. La profesora ha colgado casi todos los dibujos de Maia en el aula. 

2. La profesora siempre encuentra los trabajos hermosos (a pesar de que sean solamente una pequeña mancha de pintura rosa) 

3. La profesora pone música mientras dibujamos.

4. A nadie le molesta que todos estén charlando.

5. Maia está aquí....

¿Maia?

Cuando la profesora cruza la puerta ni siquiera me fijo mucho en el nuevo corte de pelo que tiene y que todos  adulan de inmediato, ni tampoco en la manera en la que suelta una ruidosa carcajada como si estuviera completamente avergonzada; lo único en lo que puedo reparar es el rostro de la muchacha acompañándola. 

Maia se mueve alrededor de la sala de clases, lo que es extraño porque; 

1. No la vi en todo el día después de lo de Noel.

2. Se supone que estaría con Noel. 

3. Incluso si no estuviera con Noel, debería estar en otra clase. 

— ¡Chicos! ¿les molestaría guardar un poco de silencio?— pide la profesora en una voz suave. Jude se gira a observarla y cuando repara en lo mismo en lo que yo me da un suave golpe en el brazo.

— Esa es Maia— susurra.

Creo que ya lo sé.

Maia sonríe y mueve la mirada alrededor de la habitación hasta que sus ojos se encuentran con los míos; cuando la encuentra me regala una sonrisa y yo hago lo mismo, obviamente no sin antes dejar que mis mejillas tomen ese característico color rojo.  La muchacha, satisfecha con mi respuesta, vuelve a posar la mirada en la profesora mientras esta habla. 

— Algunos la conocen y otros no, así que la presento. Ella es Maia Bellini y es de último año— murmura la profesora señalando a la muchacha— es increíblemente talentosa y desde hoy será mi ayudante con los de penúltimo año, así que les pido— la mujer  junta sus manos en forma de súplica— si tienen alguna duda y estoy ocupada o atendiendo a otro estudiante, no duden en consultarle a Maia. 

Maia guarda las manos en sus bolsillos y asiente a todo lo que la mujer dice.

— Ahora, ¡a trabajar!— exclama la mujer— ¡muero por ver esos retratos!

Espero que Maia no muera por ver mi retrato porque lo único peor de ser una horrible dibujante es que Maia se de cuenta de eso; si hasta pareciera que he puesto la nariz de Jude en la posición donde deberían ir en realidad sus ojos, ¿y qué con esa raya en la frente de todas maneras? ¿en serio intenté dibujar una sombra si ni siquiera sé hacer una línea?

Ay, soy un desastre. 

Maia se acerca a nosotros a medida que mi corazón comienza a latir con fuerza. Intento esconder torpemente el dibujo debajo de mis diminutos pequeños y luego una torpe Valerie piensa que quizás es mejor esconderlo debajo de mi trasero. 

Sí. Me sentaré en él.

— ¡Maia!— una de las muchachas la llama. Maia se da vuelta para observarla— ¿me puedes ayudar con algo?

La chica nubladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora