52. El día es una mierda seca.

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El lunes cuando es día de ir a la escuela, siento que todo mi peso está muerto y que la resaca del fin de semana sigue presente en mi cuerpo aunque haya pasado más de un día. 

Supongo que lo peor ni siquiera es la resaca que me dejó el alcohol; el dolor de cabeza, la deshidratación ni las dos aspirinas que me tuve que tomar para calmar un poco la jaqueca que se avecinaba cada vez que me movía tan sólo un poco. Supongo que lo peor es la resaca que me dejó Maia. O al menos, así se me ocurrió llamarla esa mañana cuando desperté y ya no se encontraba a mi lado; o los veinte minutos que siguieron después cuando descubrí que ni siquiera durmió conmigo en la habitación. Según Noel, estuvo yendo y viniendo a mi cuarto solamente para chequear que me encontraba bien pero después de unas horas prefirió ir  a dormir a casa. Y entonces quedé completamente sola; sin llamadas telefónicas, sin mensajes de texto, sin nada de nada. 

— Arriba— murmura Noel entrando a la habitación— pasaremos por Jude y no quiero llegar tarde.

Yo me muevo un poco en mi cama; se supone que mis padres ya deberían estar en casa, pero no lo están, y mi hermano mayor está intentando tomar el papel de adulto responsable justo después de que nos tocó limpiar el vómito de al menos tres personas. Ya es tarde para ser responsable, Noel. 

— No quiero ir a la escuela— me quejo, aunque no es del todo cierto; la verdad, no quiero ir a la escuela y tener que encontrarme con Maia después de que arruiné su fiesta de cumpleaños.

Me siento fatal por el hecho de haberme emborrachado, haber vomitado y solamente saber eso porque Jude me lo contó. Ni siquiera recuerdo lo que le dije a Maia esa noche antes de dormir; sólo sé que probablemente quedé en vergüenza como siempre lo hago. 

— En algún momento vas a tener que afrontar el hecho de que Maia estará en tu vida aunque hayan terminado su relación— farfulla mi hermano.

¿Auch?

Noel nunca ha sido demasiado bueno con los sentimientos de las personas así que ni siquiera sé qué es lo que Jude ve en él. 

— Te odio— digo finalmente en medio de un suspiro, pero Noel hace caso omiso a mi comentario y desaparece de mi habitación en silencio.

Me dejo caer en la cama durante unos cinco segundos más antes de levantarme y caminar hasta el baño para tomar una rápida ducha; probablemente no debería ser tan rápida, pero Noel no deja de apresurarme desde el otro lado de la puerta. Ni siquiera en el primer día de clases después de vacaciones puede dejar de ser un grano en el culo; ni siquiera tiene consideración por el hecho de que todavía esté devastada por no poder evitar ser una completa idiota. 

Cuando salgo del baño decido ponerme un vestido de color negro porque interiormente estoy de luto; no puedo creer que Noel haya hablado como si lo mío con Maia hubiera muerto definitivamente, pero el hecho de que haya sido así solamente provoca que quiera llorar.

¿Qué tal si Maia ya se olvidó de mí por completo? ¿qué tal si ya tiene una nueva novia que es cien veces menos intensa que yo? ¿qué tal si ya encontró alguien que realmente la quiera y acepte todas sus facetas? Frunzo el ceño para mí misma mientras recojo mi cabello en dos pequeños tomates a cada costado de mi cabeza; yo quiero a Maia y la acepto, o al menos, eso pensaba hasta hace unos meses atrás. 

— ¡Val, apresúrate o no alcanzarás a comer nada!— grita Noel desde el primer piso. Yo dejo salir un resoplido por lo bajo; probablemente no tendría que preocuparme de eso si Maia siguiera en mi vida de una manera romántica porque ella se encargaría de separar mis cereales de colores o de dejar una barra de cereal en el bolsillo pequeño de mi mochila solamente para que no me llegue a desmayar.  Ahora que ella no está no puedo evitar odiarme por haber alejado de mí esos pequeños y perfectos detalles. 

La chica nubladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora