64. La reina de la defensa personal.

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Por todo el mundo es sabido que los de último año organizan todo tipo de travesuras cuando quedan apenas unas pocas semanas para que salgan de clases, y obviamente la generación de Maia y mi hermano no es la excepción. 

Aquella tarde cuando Jude y yo apresuramos el paso hacia el salón de clase de los de último año, podemos notar que algo anda raro. Quizás es la manera en la que todos los salones de último año están completamente vacíos como si no hubiera entrado un alma en el lugar durante todo el día, o quizás es simplemente la manera en la que los pasillos se escuchan realmente silenciosos. 

No hay rastros de Maia, no hay rastros de Noel, no hay rastros de Pierre, no hay rastros de Elliot. No hay rastros de nadie.

Quizás la solución es simple; quizás todos los estudiantes fueron a almorzar unos minutos antes de lo planeado. Quizás su maestro ignoró que aún quedaba tiempo para el receso y simplemente los dejó salir, pero aún así, siempre hay estudiantes que se quedan conversando en el salón de clases, además de las típicas parejitas doradas que prefieren pasar sus valiosos minutos en ese tedioso intercambio de saliva. 

— ¿Quizás fueron todos a comer?— mi amigo obviamente llegó a la misma conclusión que yo. Me encojo rápidamente de hombros; nadie nos asegura que Noel y Maia hayan llegado a la escuela de todas maneras. 

Jude y yo somos prácticamente nuevos en la escuela y no conocemos los peligros de las travesuras de los de último año, o al menos, no de la manera en la que lo haríamos si hubiéramos asistido aquí durante más tiempo de nuestras vidas. Nadie puede imaginar las cosas macabras de las que pueden llegar a ser capaces un grupo de estudiantes sedientos de dejar su huella en el lugar que marcó sus vidas, pero el peligro es real, y las víctimas siempre suelen ser chicos y chicas como yo; de penúltimo año, algo topes, cercanos a cualquier persona de último año. 

— Lamento ser yo quien te diga esto, Jude— el dramatismo en mi voz habla por sí sólo cuando me enfrento a mi amigo para intentar explicarle lo preocupante de la situación— pero me temo que es momento de cuidarnos las espaldas. 

— ¿Cuidarnos las espaldas?— pregunta él algo confundido. 

Es entonces cuando opto por dejar de darle tantas vueltas a la situación y, en vez de seguir pensando en los posibles peligros que enfrentamos sólo al estar de pie en medio del pasillo al lado de los salones de clase de los de último año, comienzo por explicarle todo lo que anda mal con la situación. 

— Solía ser una especie de leyenda para mis oídos— le comento al muchacho a medida que escondo nuestros vulnerables cuerpos detrás de las taquillas del fondo del lugar— Noel siempre llegaba contando las atrocidades que vivían los de penúltimo año, pero entonces un día sucedió. 

Jude abre los ojos con sorpresa, como si estuviera comprendiendo todo lo que estoy diciendo. Honestamente no puedo estar segura de que eso sea verdad; ni siquiera yo termino de comprender las palabras que están saliendo de mi boca.

Quizás estoy siendo demasiado dramática. Quizás todo este tiempo, Noel quiso asustarme y ahora realmente lo ha conseguido. Quizás ni siquiera debería preocuparme por lo que vayan a hacer un montón de estudiantes idiotas.

No. El peligro es real. Debe serlo. 

— ¿Qué sucedió?— pregunta el muchacho con cierta confusión en el rostro.

Yo trago saliva antes de dejar salir un suspiro digno de una función de teatro de élite. 

— Noel llegó a casa completamente asustado..— comienzo— fue por estas mismas fechas, el año pasado. Me pareció raro porque era viernes y no llegó a casa con Maia, y ya sabes, ¿no? Ellos siempre llegan a casa juntos, sobre todo si es viernes...

Jude asiente de manera eufórica como si no pudiera soportar que las palabras salieran con tanta lentitud de mi boca. Antes de seguir hablando, doy un vistazo hacia ambos lados y luego vuelvo a posar la mirada en mi amigo. 

— Cuando le pregunté a Noel qué fue lo que sucedió, él simplemente asintió con el rostro como si no hubiera estado ni siquiera poniendo atención a mi pregunta. Después de unos días de insistir, finalmente lo confesó.. o algo así— murmuro— los de último año le habían hecho algo terrible a causa de esta estúpida tradición.

— ¿Tradición?— pregunta Jude confundido. Yo asiento. 

— Los de último año buscan chicos de penúltimo año para cometer las más terribles atrocidades y...— el silencio se apodera de nosotros de manera instantánea. Los ojos de Jude piden ayuda a gritos; de manera abrupta, ambos observamos a nuestra derecha, como si alguien nos estuviera observando. 

— Sh...— le indico a mi amigo cuando tengo la sensación de que está a punto de decir una palabra. Él se queda en silencio de golpe; el silencio reina el pasillo aún pero es como si mis pensamientos fueran demasiado ruidosos como para notarlo siquiera. 

— Creo que escuché algo...— admite Jude en un hilo de voz. Mis enormes ojos se clavan en los suyos solamente para intentar confirmar sus sospechas.

— Yo también— le aseguro, y es entonces cuando Jude se estremece a tal punto de encogerse en su lugar— creo que vienen...

— ¿Quien viene? ¡¿quien viene?!— insiste, al borde del colapso.  

— ¡VIENEN POR NOSOTROS!— exclamo, provocando que un agudo chillido se escape desde la garganta de mi amigo. Rápidamente recibo un pequeño golpe en el hombro por consecuencia de mi estúpida broma, pero valió la pena. 

— ¿Estás demente?— pregunta él, inhalando y exhalando de manera rápida para intentar recuperar el aliento. 

— Fue una broma— le aseguro sin poder parar de reír— aunque sí es cierto que los de último año juegan bromas a los de penúltimo año, solamente que no tan macabras— ruedo los ojos, y luego me encojo de hombros para salir de nuestro escondite de detrás de las taquillas— descuida, Jude. Estás con la reina de la defensa personal y te aseguro que nada va a pasarte mientras estés conmigo. 

Mi amigo sale también del escondite con cierto aire de inseguridad en el rostro.

— Si, yo no estaría tan seguro de eso...

— ¿De qué hablas?— pregunto divertida mientras nuestros cuerpos se mueven camino abajo en las escaleras— sobre mi cadáver dejaré que alguna persona ponga sus manos encima tuyo....

Antes de poder siquiera terminar la oración, siento como unas enormes manos sujetan nuestros cuerpos de manera abrupta para llevarnos a un lugar desconocido. 

Aquellos brazos parecen ser de un hombre, pero me ha pillado con tanta sorpresa que no soy capaz de distinguir de quien se trata hasta que suelta algo en una voz baja. 

Cuando me giro a observar a mi amigo puedo observar la manera en la que también es cargado por el lugar en contra de su voluntad mientras él lanza patadas al aire y maldice mi nombre al cielo.

Bueno, creo que he fallado como reina de la defensa personal.


La chica nubladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora