41. La cocina fallida de Valerie es la favorita de Maia.

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Maia y yo dejamos caer nuestro cuerpo encima de la cama de mi habitación. Mis padres no están en casa y lo único que podemos escuchar es a Noel maldiciendo por estar perdiendo en su estúpido videojuegos. 

El camino a casa fue silencioso y tranquilo. Maia normalmente no se queda sin palabras para decir, pero esta vez si lo hizo.

O quizás simplemente no quiso decir nada, y probablemente una parte de mí estaría obligada a pensar que algo debe estar mal en mí para que Maia no converse conmigo, pero no es así; Maia tiene la confianza de quedarse en silencio en mi compañía y es más de lo que podría pedir. 

Yo me siento y apoyo mi espalda contra la pared mientras Maia deja caer su rostro en mi regazo, cómo entregándose al cariño que sabe que le brindaré.  Efectivamente, mis manos se deslizan hasta su cabello y comienzan a masajearlo mientras sus ojos se van cerrando, pero sé que no está durmiendo porque de vez en cuando vuelve a abrir los ojos y se queda pensativa observando la pared hasta que los vuelve a cerrar. 

Yo dejo salir un pequeño suspiro por lo bajo.  No puedo creer que esté allí para mí, y que yo esté allí para ella, y que ambas estemos allí para la otra en cualquier momento que lo necesitemos. 

No puedo creer que este amor sea nuestro. 

— ¿Sabes qué es lo chistoso?— pregunta Maia en un hilo de voz. Ella no espera que yo responda para seguir hablando— por alguna razón siempre me gustó el perfume de bebé, pero cuando entré en casa de Elspeth lo supe. 

Yo dejo de acariciarle el cabello para prestarle mi completa atención; sé lo que va a decir porque en el fondo de mi corazón, yo también lo pensé. 

— No amo el perfume de bebé, Val— murmura— solamente amo lo único de ella que quedó guardado en mi subconsciente. 

Puedo jurar que hay una lágrima cayendo por la mejilla de Maia, pero ella la detiene inmediatamente en un intento por que yo no la vea, así que finjo no hacerlo. Finjo que esa lágrima nunca estuvo allí y si tengo que fingirlo un millón de veces más lo haré porque de todas maneras, Maia me elige a mí para acariciar su cabello y para escuchar sus secretos. 

Y yo la elijo a ella.

Siempre la voy a elegir a ella. 

— Ni siquiera huele tan bien— ella suelta una pequeña risa mientras intenta romper un poco la tristeza que abunda en el ambiente.

¿Qué consejo puedo darle de todas maneras? No es como si yo tuviera experiencia en lo que le acaba de suceder a Maia, así que supongo que no hay mucho que yo pueda hacer además de estar aquí para escucharla y hacerle un poco de cariño en el cabello. 

Estoy segura de que eso es suficiente para Maia; estoy segura de que ella está consciente de que si pudiera hacer algo más lo haría. 

— ¿Y qué con el dibujo del bebé de todas maneras?— pregunta confundida sentándose en la orilla de la cama. Maia levanta una ceja en mi dirección mientras hace cierto ademán de diversión— sentía que en cualquier momento nos iba a poseer o alguna mierda así, como los cuadros tétricos de las películas de terror....

Yo suelto una ruidosa carcajada a la que Maia se une.

— Es que era extraño— admito, en medio de las risas. Maia asiente con el rostro y se abalanza sobre mí para envolver sus brazos en mi cuerpo y sujetarme con fuerza. 

— Eres tan hermosa— murmura por lo bajo. Yo esbozo una pequeña sonrisa al mismo tiempo que la puerta de la habitación se abre de golpe; el rostro de Noel se aparece del otro lado, él está hablando pero cuando nota nuestra cercanía se queda en silencio y decide dar un paso atrás. 

La chica nubladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora