26. El lugar menos favorito de Valerie (aunque nadie parezca darse cuenta)

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Despierto con el olor a fritura entrando por mis fosas nasales. Yo me giro tan sólo un poco en la cama para intentar buscar el cuerpo de Maia, pero ella ya no se encuentra allí. Abro los ojos y examino la habitación aún algo dormida; la Valerie somnolienta piensa que es buena idea buscar debajo de la cama incluso si el espacio entre la cama y el suelo es de apenas diez centímetros. 

Definitivamente no está allí. 

Una música comienza a sonar desde la sala de estar. Yo me acomodo y tomo una gran bocanada de aire para lograr despertar por completo; Maia no está en la habitación, eso es claro. Sin embargo, no puedo evitar esbozar una enorme sonrisa al recordar que dormí abrazada a su cuerpo casi toda la noche. 

— ¡La van a despertar!— escucho la voz de Abigail a lo lejos. 

— ¿A quien le importa?— pregunta Noel frustrado. 

— A mí me importa— argumenta Jude— no quiero que mi Valerie despierte de mal humor. 

— Valerie nunca despierta de mal humor— ríe Maia, y todos parecen quedarse en silencio. 

Me levanto de la cama y arrastro mis pies a lo largo de la habitación; ni siquiera sé cómo es posible que todo el mundo haya despertado excepto por mí. Hasta lo que recuerdo, Jude y Abigail estaban mucho más borrachos que yo. 

Cuando abro la puerta de mi habitación y camino hasta la cocina, donde están conversando, no puedo evitar fruncir el ceño ante sus radiantes y brillantes rostros; Abigail incluso huele a perfume, ¡yo huelo a frituras y ni siquiera he estado en la cocina en todo este rato!

El rostro de Jude brilla con la luz del sol que entra por la ventana, mi hermano parece recién haber bañado su cuerpo en desodorante, Abigail está maquillada como si estuviera preparada para salir y Maia... bueno, Maia siempre se ve bien. 

Yo me doy un rápido vistazo en uno de los pequeños espejos de la cocina; me cabello rubio está hecho un nido de pájaros, el pijama de Abigail está completamente arrugado en mi cuerpo y puedo jurar que el poco maquillaje que me puse en el rostro hace una noche atrás ahora amenaza con llegar a mi cuello. 

— Alguien tuvo una mala noche— ríe Noel divertido. Yo lo observo algo a la defensiva mientras Maia se apresura a levantarse de la silla para que yo la pueda usar. 

Estoy bien, Maia. Sólo es una resaca. 

— ¿Maia te quitó todas las mantas?— pregunta Jude levantando sus cejas una y otra vez de tal manera que sólo él y yo nos demos cuenta, y aunque estoy segura de que mi hermano y Abby no sospechan nada de lo que sucede entre Maia y yo, no puedo evitar que mis mejillas se pongan de color rojo. 

¿Qué puedo decir? A veces pienso que me da vergüenza hasta respirar. 

— Morirías por dormir conmigo— murmura Maia señalando a Jude con el dedo índice como si estuviera hablando completamente en serio— mis pies siempre están calientes y apenas ocupo espacio en la cama. 

— Pero duermes pegada como una babosa— gruñe Noel, y todos sueltan una enorme carcajada— ¡es cierto!— nos asegura— a veces tengo que golpear su espalda porque hay treinta grados y ella no deja de apegar su cuerpo al mío. 

— Te estábamos esperando— murmura Abby— estamos intentando hacer pollo frito pero Noel olvidó calentar el aceite antes, así que tenemos una especie de... sopa de pollo. 

— ¿A qué hora se despertaron?— pregunto confundida observando el reloj— ¿son las dos de la tarde?— lo observo sorprendida— no me creo que ya es sábado y son las dos de la tarde. 

La chica nubladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora