54. ¿Dónde está Maia?

6K 660 100
                                    

El lunes siguiente, Maia no se presenta a la escuela y puedo notar que algo anda mal porque Noel comienza a actuar extraño. El martes y el miércoles todo es exactamente igual, y para cuando llega el jueves, Noel y yo parecemos estar estallando de nerviosismo. 

El viernes por la mañana es Jude quien va a casa en vez de nosotros ir donde él; los paseos en auto se han vuelto solitarios y silenciosos, y pareciera que durante los recreos solamente nos limitamos a observarnos sin decir palabra alguna. 

— ¿Ya intentaron ir a su casa?— pregunta Jude de manera torpe. Noel y yo soltamos un enorme suspiro.

— Como treinta veces esta semana— admite mi hermano— pero la casa está vacía. Y tampoco responde mis llamadas ni mis mensajes.

Dejo caer mi cuerpo al sillón; cada vez que pienso que Maia está prácticamente desaparecida mi corazón comienza a latir con fuerza y mis pulmones parecen vaciar todo el aire que tienen disponible. 

— Estoy segura de que está bien— murmura mi madre a mi lado, acariciando mi hombro con delicadeza en un intento vano por hacerme sentir mejor.

¿Lo está realmente? No es propio de Maia hacer este tipo de cosas, es decir; entiendo que no hable conmigo, que no responda mis llamadas y que no me deje saber lo que está haciendo, pero, ¿con Noel? Ella nunca ha sido así con él; siempre le dice lo que está sucediendo y el hecho de que Noel parezca estar a punto de estallar de la frustración no es una buena señal. 

— Probablemente sólo se está tomando unas vacaciones— añade mi padre de manera insegura. Mi hermano y yo les lanzamos una mirada cargada de estrés; obviamente Maia no se está tomando unas vacaciones unos meses antes de terminar la escuela, ella no es así. Aunque para ser honesta, Maia ha hecho muchas cosas que no son propias de sí últimamente. 

Quizás nunca conocí a Maia tanto como creí hacerlo y solamente le doy tantas vueltas al asunto porque no puedo terminar de creerlo. 

— ¿Y si algo le sucedió?— se atreve a preguntar Jude de repente. Todos lo observamos de golpe; obviamente es lo que todos hemos estado pensando durante estos días pero no habíamos querido preguntar de manera tan brusca.

— No jodas, Jude— le pide Noel. Mi amigo se encoge de hombros.

— Es una posibilidad— asegura. 

— No, no es una posibilidad— se niega Noel mientras coge exasperadamente su mochila de una de las sillas de la cocina— ¡los esperaré en el auto!— es lo último que suelta antes de desaparecer por la puerta de salida. 

Todos nos quedamos observando; siento ganas de llorar, o de gritar, o de salir a buscar a Maia por toda la ciudad si es necesario. Lo que más me frustra es no poder hacer nada para encontrarla; no está en su casa, no está en la escuela, ni siquiera está aquí. No puedo creer que la última vez que hablamos me aseguró que estaba bien si yo le pedía que no viniera a casa. 

Nunca he deseado que ella se aleje de mi familia, incluso si dejamos de estar juntas. 

Jude y yo nos despedimos de mis padres y hacemos nuestro camino hasta el auto, pero nadie dice nada. El camino es silencioso e incómodo e incluso Noel intenta poner la radio durante unos cuantos segundos pero al final se decide por apagarla. 

Supongo que todos estamos pensando en Maia. 

¿Cómo puedo saber si está bien? Busqué a Esme por todas las redes sociales y no la encontré, y tampoco encontré a Gilly ni a Bernard. Maia no ha dado señales de vida y no es como si podamos ir con la policía porque legalmente no somos la familia de Maia. 

La chica nubladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora