14. La chica nublada.

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— ¡Valerie!— la voz de Jude me va a encontrar a la entrada de la escuela cuando llego para la segunda clase del día— ¡estás viva!— exclama de manera exagerada abalanzándose encima para abrazarme.

Yo suelto una pequeña risa por lo bajo; antes de que pueda decir algo, Jude suelta un dramático suspiro por lo bajo y guía mi cuerpo por los pasillos de la escuela hasta encontrar una banca en la cual sentarnos.

— No sabes lo incómodo que fue el camino a la escuela sin ti esta mañana...

— Besé a Maia— interrumpo. Los ojos de Jude se abren como dos enormes platos y de repente siento como si él fuera a gritar tan fuerte que por instinto cubro su boca con mis manos para evitar cualquier tragedia que pueda ponerme en vergüenza. 

Sé que probablemente debería contarle a Abby primero porque es mi mejor amiga de hace tres años, pero Jude es la única persona que se ha dado cuenta que siento cosas por una chica sin que yo tenga que decírselo y de alguna manera, eso hace que todo sea más fácil. 

Con Jude no tengo que preocuparme por salir del armario porque él ya sabe que estoy adentro. 

Con Jude no tengo que preocuparme por el qué dirán, porque él me entiende, y sí, lo digo porque a Jude le gustan los chicos. 

Abby sólo habla de chicos desde que eramos pequeñas, y jamás podría mentir diciendo que los chicos no me gustan porque sé desde luego que eso es mentira; pero nunca pude decirle a mi mejor amiga lo que sentía cuando veía a una chica bonita en el centro comercial y me moría de ganas por hablarle, y desde luego nunca tuve el coraje para decirle lo mucho que me gusta estar con Maia. 

— ¿Que tu qué?— pregunta él sorprendido. Yo trago saliva e intento calmar esos latidos salvajes que se aparecen cada vez que el nombre de la muchacha se atreve a salir por mi boca. 

— Que besé a Maia— repito— la noche de la fiesta, en el patio de la luna mientras mirábamos las estrellas, Maia y yo nos besamos— suelto en medio de un enorme suspiro. La sonrisa de Jude cada vez se va haciendo más creciente— y fue genial. 

— No puedo creer que sea su primer beso— murmura Jude con cierta expresión de asombro— cualquiera que los viera diría que ustedes dos son...— él se queda pensativo durante unos cuantos momentos— espera— él se queda quieto durante unos cuantos segundos— ¿cómo es que no estás con ella ahora?

Yo suelto una risita y comienzo a contarle a Jude todo con lujo y detalle; desde que dejamos la fiesta por la extraña actitud de Noel hasta esta mañana cuando le aseguré a Maia que podríamos hablar después de la escuela.

Me agrada Jude. Me gusta la manera en la que me escucha sin juzgarme en lo absoluto por las estupideces que pienso o las cosas patéticas que se pasan por mi mente; me agrada tanto que a veces me siento culpable por pensar que quizás me agrada un poco más que Abby. 

Amo a Abby. En serio que sí lo hago. 

Pero a veces detesto pensar que no hay muchas cosas de las que pueda hablarle sin sentir que pueda juzgarme. 

— Me encanta Maia— es todo lo que dice Jude— si yo fuera tú ya habría puesto todas mis fechas encima de la mesa y hubiera apostado por ella unas quinientas veces. 

— ¡Valerie!— la voz de Noel habla desde el otro lado del pasillo. 

A pesar de ni siquiera girar el rostro en esa dirección ya puedo sentir la manera en la que mi corazón está latiendo con fuerza porque sé que mi hermano siempre está acompañado de la chica de mis sueños.

— Actúa normal— susurra Jude como si pudiera leer mi mente— como si no le hubieras devorado la boca a su mejor amiga.

Mierda. 

La chica nubladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora