25. La tercera vez.

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— Hey— murmura Maia acercándose a Noel y a mí— Abby sigue viva. 

— Genial— murmura Noel, algo frustrado. La muchacha frunce el ceño sorprendida.

— ¿Qué bicho te picó?

— Nada, nada— mi hermano se recuesta un poco en el sillón— sólo estoy cansado y algo borracho, y no pienso conducir a casa.

— No es como si pudiéramos dejar a Abigail sóla aquí, Noel— ruedo los ojos como si fuera demasiado obvio. Él asiente con el rostro y cierra sus ojos mientras deja que su cabeza se encuentre con una de las almohadas del sillón. 

— ¿Dónde está Jude de todas maneras?— pregunta confundido.

— En la habitación de los padres de Abby— me río— Pierre se fue a casa de Elliot— añado, aunque ni siquiera me preguntó por esa información— no querían dormir el sillón.

— El sillón está genial— asegura Noel y luego se queda algo pensativo— ¿por qué no cogen la cama de la habitación de invitados?— pregunta — estoy seguro de que entran perfectamente. 

Por suerte para mí, Noel tiene los ojos completamente cerrados y no puede notar la manera en la que mis mejillas comienzan a tomar un color rojizo. Normalmente me ruborizo por todo, pero estoy segura de que he alcanzado otro nivel de pena; siento que mi cara está ardiendo por completo y que mi corazón está a punto de salirse de mi pecho. 

Me giro de golpe para darle la espalda a Maia; no quiero que pueda observar la manera en la que la vergüenza se ha apoderado de mi rostro porque estoy segura de que solamente me apenaría más. 

— Yo...— comienzo. 

— Está bien— interrumpe Maia, y no puedo evitar girar mis sorprendidos ojos en su dirección— cogeremos la habitación de invitados. 

— Que tengan buenas noches— Noel insiste en que desaparezcamos de su vista. 

Maia me hace una señal para que yo la siga a lo largo de la casa; a medida que vamos avanzando ella va recogiendo las latas de cerveza y una vez que no entran más en su mano me las va pasando a mí hasta que llegamos a la cocina y las dejamos caer todas en la cesta de la basura. 

— ¿Cómo te sientes?— pregunta intrigada. No puedo creer que ella pueda sonar así de casual siendo que vamos a dormir juntas. 

¿La verdad? No es la primera vez que duermo junto a Maia. 

La primera vez fue el 29 de diciembre del 2016, y antes de que alguien lo piense, no, no estoy obsesionada con las fechas y tampoco lo recuerdo sólo porque haya sido Maia y porque yo esté completamente obsesionada con ella. 

Bueno, quizás si lo recuerdo sólo porque haya sido Maia, pero desde luego no estoy obsesionada. 

Además también lo recuerdo porque fue el mismo año que mi abuela materna murió, y fue el mismo viaje antes de navidad en el que permitieron a Noel llevar a Maia pero a mi no me permitieron llevar a Abigail.  Para ese entonces mis padres todavía no aceptaban que Maia y Noel duerman en la misma habitación, así que enviaron a Maia a dormir junto conmigo. 

Supongo que nunca imaginarían lo perdida que me hace el perfume de Maia y lo nerviosa que me pongo cada vez que logro olerlo. 

Recuerdo estar en una esquina de la cama porque tenía miedo de que ella descubriera mis sentimientos si es que me giraba a observarla o pasaba a tocarla siquiera. También recuerdo que me fui a la cama a eso de las diez de la noche mientras todos se quedaban en la sala de estar jugando Monopoly; cuando el reloj marcó las tres de la mañana yo estaba medio dormida pero pude sentir a Maia escabullirse por entre medio de las sábanas. 

La chica nubladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora