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Kara sabía cómo era Lena y sabía que sería una colaboradora esencial para su carrera como superhéroe, podía confiar en ella. Así que pensó en ser sincera con ella desde el principio, antes de que la contratara definitivamente.

Voló a L-Corp, Lena estaba hablando con su secretaria y no se dio cuenta, pero Jess si al mirar por la ventana.

—Jefa, tiene visita. —le señaló con la mirada detrás de ella.

Lena se giró y se sorprendió mucho al ver a Supergirl ahí.

—Puedes irte Jess.
—De acuerdo. —recogió los papeles y salió de la oficina, cuando cerró la puerta Lena se levantó abrió la puerta de su balcón.

Kara levitó hasta ella.

—Supergirl, que agradable sorpresa. Antes de nada, deseaba poder conocerte y agradecerte por lo del avión.
—Oh, de nada. —sonrió.
— ¿Qué puedo hacer por el héroe del momento?
—Necesito hablar contigo, es algo serio ¿podemos hablar en otro lugar? es que aquí hay cámaras.
—Oh, em, claro, donde quieras. Espera un momento. —entró en su oficina y fue a la puerta, la abrió y le dijo a Jess que se tenía que ir, que había surgido algo importante. Después de despedirse, cogió su chaqueta y su bolso y volvió al balcón. — Si vas a llevarme te aviso que tengo miedo a las alturas, y se ha acentuado más tras el accidente de avión.
—No te preocupes, no te dejaré caer. —le parecía raro tutearla cuando el día anterior fue todo muy formal.

Kara aterrizó en el balcón y cogió a Lena con cuidado, después se marchó a su casa, era el único lugar seguro que conocía.

Entró por la ventana y dejó a Lena en el suelo.

—Bonita casa.
—Gracias.

Lena dejó el bolso y la chaqueta en el sofá y Kara se sentó a su lado.

—Verás esto es difícil, te voy a contar un secreto que espero que no se lo cuentes a nadie. Solo hay tres personas en esta ciudad que saben quién soy y una es mi madre.
—Te lo prometo. Yo siempre he tenido problemas de confianza con la gente, me han traicionado muchas veces.
—Entiendo, lo de la confianza. A mi me pasa lo mismo. Estoy arriesgando mucho, no solo mi vida, también la tuya por esto. —dijo Kara.
—Ya me estás asustando. —dijo Lena.
—Te contaré mi historia, nadie más la sabe, excepto...
—Tu madre y esas otras dos personas.
—Exacto. Mi nombre es Kara Zor-El. —hizo una pausa, Lena abrió muchísimo los ojos, ya supo quién era. —Vengo de un planeta extinto, Kriptón, se encontraba en otra galaxia. Vosotros la conocéis como Galaxia NGC 6753, nosotros la llamamos Rao. Es nuestro dios. —dijo eso ultimo para que lo entendiera. —Mi planeta tenía una cuenta atrás, antes de nacer yo, mi padre detectó una anomalía así que la investigó, con la ayuda de mis tíos, obtuvo la peor noticia que se esperaba, nuestro planeta iba a autodestruirse, solo que no sabían cuándo iba a suceder. Lo hablaron con nuestro gobierno, y las ideas que tenían eran a largo plazo, porque pensaban que quedaba mucho tiempo. No fue así, trece años después el planeta explotó, la única superviviente fui yo. Acabé en un lugar oscuro y mi cápsula me mantuvo en criogenia, hace poco supe que estuve 24 años sola, perdida en el espacio hasta que llegué aquí. La familia de mi madre me encontró y cuidó de mí, me ayudaron a controlar mis poderes y aprender todo sobre este mundo. Luego me vine a este país con mi madre, estudié en el M.I.T y me mudé aquí. —Lena no dijo nada. —Sé de tu familia Lena, sé lo que hizo tu hermano, sé lo que hace tu madre, así que estoy arriesgando mucho al contarte sobre mí. Tu madre odia a los alienígenas, espero que tu no seas como ella, porque todo lo que sé de ti, todo lo bueno que has hecho y que me inspira, se perderá y no quiero que seamos enemigas.
—Yo no tengo problemas con los alienígenas, claro que nunca he conocido a uno hasta ahora. Entiendo que tengas miedo en confiar en alguien que no conoces y valoro mucho que me contarás esto, ¿pero porque me estás contando todo esto?
—Porque tú y yo pensamos igual, deseamos lo mismo. Tú quieres mejorar el mundo con tu tecnología, yo quiero salvarlo. Pienso que podríamos ser un buen equipo.
—Mmm, es verdad. Si mi madre supiera que soy compañera de una alienígena, se volverá loca. —dijo Lena sonriendo.
—Lena, yo vengo en son de paz, imagino que los alienígenas que viven en esta ciudad, son refugiados como yo, por lo tanto querrán que los dejen tranquilos y poder hacer una vida más o menos normal. Yo quiero tener una vida normal, pero mi apellido hace que también sea ese héroe que todos esperan. Este escudo es el de mi casa, La Casa de El, somos inteligentes y luchadores. Pero tiene un significado El Mayarah.
— ¿Qué quiere decir?
—En tu idioma es: Más fuertes juntos.
—Me gusta. —sonrió. —te ayudaré siempre que pueda, te lo prometo.
—Lena ayer me ofreciste trabajar en tu empresa y acepté.
—Lo sé, tengo el contrato listo para ti, mis abogados querían que también firmaras un contrato de confidencialidad, pero ahora que sé que eres Supergirl, no te lo haré firmar, eres la persona más confiable de toda la ciudad.
—No me importa firmarlo, creo que tú también tendrás que firmar algunos papeles después y a mí me esperará un sermón por parte de mi madre. —suspiró.
—No confía en mí ¿cierto?
—Ella solo ve tu apellido, yo no. Mira. —se levantó y fue a su escritorio y cogió la revista científica, se sentó de nuevo. —yo he leído cada artículo sobre ti y tus logros y conozco un poco tus proyectos futuros, al menos los que dices aquí. Además sé sobre lo que hiciste en Metrópolis. —Lena se sonrojó.
—No hice nada, solo ayudé un poco.
—No Lena, hiciste mucho, les devolviste la vida y la dignidad. Eres la única que ha hecho algo, el resto de personas solo pasan de largo sabiendo lo que sufrían todas esas personas. Así que no te quites merito, hiciste lo que nadie más hizo.
—Uff por dios, me siento como una niña recibiendo halagos. La verdad es que aprecio mucho esas palabras viniendo de ti. —sonrió.
—Es solo la verdad.
— Podrías haber sido periodista.
—No, lo mío es la ciencia, viene de familia. Además de que pertenezco a una extensa familia de científicos, no podría ser menos.
—Vaya.
—Lena quise contarte mi historia, porque si trabajo para ti va a ser un poco problemático, porque tengo otro trabajo como puedes ver. No puedo dejar de ayudar a la gente que me llama, solo porque tengo que terminar un informe. ¿Entiendes?
—Si claro, necesitas un horario flexible.
—Además necesitaba un aliado en L-Corp y pienso, ¿Qué mejor que la dueña? no solo necesito el trabajo, sino que necesito hacerlo contigo. Lena quiero tener un laboratorio propio, porque lo que haré será para ayudar al mundo, pero también haré cosas que necesitaré en mis peleas. Tengo muchas ideas que deseo compartir contigo, pero ahora mismo me urge algo y necesito tus instalaciones y tu mente para ello.
— ¿Qué necesitas? —preguntó seria.
—Tengo que crear un escudo que me pueda ayudar contra la kriptonita.
— ¿Qué es eso?
—Hace poco descubrí que la kriptonita, es un cristal de mi mundo, allí no hacía nada, solo decoraban las calles y los edificios, como aquí las plantas. Pero mi padre descubrió que ese cristal inofensivo, aquí adquiere poderes. Cada cristal tiene un color y cada una de ellos actúa diferente en mí. Ahora mismo la kriptonita verde, es primordial encontrarla aunque sea un poco.
—Necesitas el escudo para que no te afecte. ¿Qué puede hacerte?
—Por lo que sé, debilitarme, si estoy mucho tiempo en contacto puede quitarme los poderes, hasta matarme.
— ¿Y para que quieres encontrarla? —preguntó con horror.
—En Kriptón había un grupo mercenario, que hizo daño a mucha gente, tras saberse el destino de nuestro planeta. Mi tía con su ejército los detuvo y mi madre los encerró en una prisión galáctica. ¿Sabes todas esas noticias de alienígenas haciendo cosas malas?
—Si claro, y la verdad que cuando los veía por la televisión daban miedo.
—Esa prisión se estrelló en la Tierra hace un año y todos los presos se escaparon. Una agencia secreta del gobierno, detuvo a la mitad de esos criminales, además van detrás de tu madre, para que lo sepas.
—Bueno, al menos hay alguien encima de ella.
—Pues bien, para no divagar más, ese grupo está aquí y por desgracia la única manera de detenerlos es usando la kriptonita verde, cosa que no tenemos, porque mi adorado padre pensó que era más seguro para mí.
—Vaya, así que en cualquier momento kriptonianos malvados atacaran la ciudad.
—Sí.
— ¿Cómo sabes eso?
—Hoy me he reencontrado con una parte de mi pasado. Mi tía está viva, ella estaba en Fort R'ozz.
— ¿Una presa fugada?
—No, era la que mantenía la prisión.
—Oh, bueno me alegro por ti. Sé lo duro que es estar solo, perder a tus padres. Creo que seremos un buen equipo.
—Yo pienso lo mismo. —dijo Kara.
—Será un placer trabajar con usted, Supergirl. —le extendió la mano sonriendo.
—El placer es todo mío, señorita Luthor. —se estrecharon la mano.
—Bien, volvamos a L-Corp, te enseñaré mi laboratorio personal, nadie puede acceder a él, pero haré una excepción contigo, porque trabajarás allí. Además de que si tienes alguna misión puedes salir desde mi balcón, si quieres. Eso solo es una sugerencia.
—Me gustaría sí, pero creo que sería muy sospechoso, acabarían descubriendo mi verdadera identidad. Tendría que salir de L-Corp y ponerme el traje en algún callejón.
—De acuerdo. Supongo que tienes razón, si vieran salir y entrar todo el tiempo a Supergirl de L-Corp, la gente pensará que alguien de mis empleados es el héroe.
—Me alegra que lo entiendas. —se levantó y fue a su dormitorio, se puso las gafas y el traje desapareció, cuando volvió al salón, Lena pudo ver que toda la historia que le había contando, no era una mentira.

Super amazona (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora