III

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CAPITULO 3: HOGWARTS


Hogwarts, 1994

   Atenea miraba atenta a los desesperados adultos que se encontraban frente a ella. En unos pocos segundos pudo captar los nombres de cada uno de los integrantes de la conversación.

—¿Que se supone que haremos?— preguntó estresada una mujer alta con un gran sombrero de bruja, es la profesora Minerva McGonagall

—Ella no debería estar aquí, es una locura— acotó preocupado un hombre que tenía un sólo ojo, real y otro falso que se movía constantemente inquietando a la pelirroja, el profesor Alastor Moody.

—Director Dumbledore, ¿Cuál es su decisión?— interrogó un hombre cuyo nombre era Severus Snape, era alto con cabello negro, una gran túnica negra y mirada fría, mientras observaba curioso a la joven que no entendía como había llegado a encontrarse en esa situación, o aún mucho más extraño, como llegó a ese lugar.

Por la mente de la joven no había lugar para hacer preguntas, estaba totalmente confundida y asustada. De repente aparece en un mundo donde se supone, de él trataba su libro.

Todavía no podía olvidar la mirada de sorpresa y curiosidad de todos los jóvenes de su edad que se encontraban en aquella sala cuando simplemente abrió los ojos notando que no estaba en el bosque al que había ido en primer lugar.

–Yo opino que hay que deshacernos de ella— mencionó una voz con desprecio y cuando Atenea miró a su dueño encontró a un señor flacucho y canoso con un gato en sus manos.

Al asimilar sus palabras Atenea miró a todos con preocupación y susto debido a las palabras mencionadas anteriormente.

—No me hagan nada por favor, no sé cómo llegué aquí— suplicó con ojos llorosos y la voz quebrada.

—Tranquila, no te haremos nada malo— habló con cierto tono de confianza aquel anciano que la había visto en el gran salón momentos antes de que se armara un escándalo debido a su presencia.

Atenea se limitó a asentir con la cabeza mientras respiraba intentando calmarse. No encontraba una explicación lógica a lo que estaba pasando.

—Soy Albus Dumbledore, director de Hogwarts— comenzó a explicar el anciano papá noel—. ¿Podrías explicarnos quien eres y cómo llegaste aquí?

La joven dudó unos momentos antes de comenzar a relatar todo, desde el momento en que encontró el libro en la biblioteca, hasta cuándo cerró sus ojos cuando, inesperadamente, al abrirlos debido a un ruido fuerte, notó que estaba en otro lugar totalmente diferente al bosque.

El lugar del libro.

Todos en la habitación la observaban atónitos, excepto Albus Dumbledore que parecía buscar un razonamiento ante el hecho que recitaba la joven.

—Atenea Ava Saint-Jean—murmuró para si mismo Dumbledore, paseando por la habitación.

—Director Dumbledore, ella no puede ser una simple muggle, si está aquí es porque pertenece al mundo mágico— razonó la profesora McGonagall.

—Al parecer es todo un misterio— añadió Snape con la frialdad que lo caracterizaba.

Por otro lado, Alastor Moody, el otro profesor que se encontraba en la habitación se dedico a hacerle caras graciosas a la joven causando que esta se tranquilizara y hasta incluso soltara una pequeña risita.

—Llama a Hagrid— ordenó Dumbledore al flacucho dueño del gato cuyo nombre era Argus Filch — Pídele que lleve a la niña a Hogsmade para averiguar si es lo que pensamos que es.

Filch asintió y miro con confusión a la jóven antes de retirarse.

Atenea seguía sin entender nada hasta que la voz de Dumbledore la sacó de sus pensamientos.

—Atenea, creemos que eres una bruja y por eso estás aquí, averiguaremos sobre tu pasado pero si tienes alguna información sobre tu familia nos ayudarías muchísimo— explicó con amabilidad mientras miraba a las otras personas en la habitación incitando a que lo apoyaran.

La profesora Mcgonagall habló:


—Debes saber que estás en un lugar seguro ahora, sólo siéntete en confianza— dibujó una pequeña sonrisa en su rostro que a Atenea le llamo la atención, parecía una mujer muy interesante a pesar de que en un principio le dió miedo.

La joven juntó fuerzas para hablar nuevamente e interrogó:

—¿De verdad puedo ser una bruja?— miró a todos los adultos a su alrededor—. Creí que no existían, ahora ya no sé que es real y que no.

—Niña, por supuesto que somos reales—habló Ojo loco y agregó orgulloso: — Tienes frente a ti a grandes brujas y hechiceros del mundo.

Atenea pensó en las palabras de Ojo loco pero se distrajo cuando encontró en la puerta a un gigante hombre con barba, un cabello esponjado y rizado, tenía un aspecto amigable.

—¿Dónde está la criatura?— preguntó divertido pero su rostro cambió al notar las expresiones de seriedad de los demás.

Atenea asumió que él era Hagrid, el hombre que Dumbledore envío a Filch a llamar.

—Hagrid, ella es Atenea Ava Saint-Jean. Te encargarás de llevarla a Hogsmade para que consiga todo lo que necesita, tu me entiendes— le explicó con amabilidad al gigante quien asintió y miró a la jóven pelirroja.

—Bien, ven conmigo Atenea— pronunció Hagrid con confianza y ella dudó un segundo antes de levantarse de su asiento para luego acercarse al gigante.

Salieron de la habitación donde se había producido el revuelo reciente debido a su llegada y comenzó a observar con curiosidad y admiración los pasillos del castillo donde se encontraba

Era un lugar increíblemente grande y mágico.

Observó hacía el jardín mientras caminaba rápido intentando seguirle el paso al gigante, habían muchos jóvenes de su edad, otros más grandes o otros incluso menores.

—Te encantará Hogwarts, es un lugar increíble— habló Hagrid y Atenea volvió su vista hacia él.

Podía sentir las miradas curiosas de los estudiantes que se encontraban en el castillo pero no prestó atención. Estaba demasiado maravillada con todo.

Al llegar a Hogsmade no paraba de mirar a su alrededor, escuchaba atentamente como Hagrid le explicaba absolutamente todo y ella no paraba de sorprenderse con todo.

¿Será que realmente soy una bruja?

Se preguntó a si misma en su cabeza mientras una sonrisa se formaba en su rostro.

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EL MISTERIO DEL DIARIO SECRETO (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora