LXIX

670 60 23
                                    

CAPITULO 69: SAN MUNGO

CUARTA PARTE

—¡Rápido rápido, traigan la pasta cura-quemaduras!—grité mientras corría por los pasillos de San Mungo intentando no tropezar con mis propios pies.

Hoy me tocaba trabajar en urgencias y me sentía totalmente agotada. Cada vez llegaban más personas heridas y atacadas por mortifagos.

Sobre todo, magos nacidos de muggles.

Lord Voldemort había tomado el poder tanto en el mundo mágico como en el muggle. Cada paso que daba, arrasaba con todo.

Hace tan sólo unos segundos, una mujer había llegado con su esposo gritando desesperada por ayuda. El hombre tenía quemaduras en todo el cuerpo y parecía haber sufrido una tortura.

Extendí mi mano hacia las toallas limpias y en un segundo las atraje con magia atrapando unas cuantas.

—¡Ayude a mi esposo por favor!—suplicó la mujer entre sollozos.

Urgencias en el Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas parecía ser un caos desde que las clases habían terminado.

Mi horario habitual era de seis horas, sin embargo solía permanecer más tiempo intentando ayudar a quienes lo necesitaban.

Me acerqué a la mujer tomándola por los hombros cálidamente.

—Quédese tranquila, su esposo estará bien—le sonreí y ella asintió respirando hondo.

Me separé de ella regresando a mi trabajo y comencé a curar las heridas del hombre. Era increíble el daño que había sufrido.

—M-me duele mucho—lloró temblando.

Pobre hombre...

—Lo sé, le daré un calmante—dije apenada.

Busqué en las estanterías junto a la camilla hasta que encontré un frasco de calmantes. Rápidamente me acerqué al hombre dándole unas gotas del mismo.

Su expresión de dolor y sufrimiento se relajó y suspiré aliviada. Recién estaba aprendiendo a hacer cosas simples pero que podían hacer grandes cambios en el ánimo de las personas cuando se trataba de salud.

La puerta se abrió dejando ver a mi compañero de trabajo, Peter.

—¿Como está?—preguntó acercándose con una bandeja en sus manos—. Madame Pomfrey ya está en camino.

Asentí aliviada y tomé los frascos de la bandeja.

—Me he asustado, su esposa lloraba mucho—comenté preparando la pasta cura-quemaduras.

Él asintió comprendiendo.

—A mi también me asusta todo esto, cada vez vienen más personas heridas y en los tres años que he trabajado aquí jamás vi algo así—dijo entristecido.

Peter era un señor un poco mayor, moreno, alto y carismático. Lo había conocido en mi primer día cuando Madame Pomfrey me puso a prueba cuidando a los enfermos en el piso de los pacientes permanentes.

No tenía idea de como debía reaccionar. Casi me desmayo al ver a los padres de Neville, Frank y Alice Longbottom.

La puerta nuevamente se abrió y Madame Pomfrey entró a la habitación horrorizada.

—¡Santo cielo!—exclamó acercándose—. ¿Que fue lo que le ocurrió?

—Quemaduras, al parecer fue torturado—respondí alejándome de la camilla.

EL MISTERIO DEL DIARIO SECRETO (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora