XXXVII

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CAPITULO 37: GEMELOS WEASLEY

El sonido del reloj retumba en mis oídos obligándome a levantar la mirada al frente. Umbridge nos miraba todos con una gran sonrisa de falsedad y triunfo.

La odio, la odio demasiado.

Miré a mi alrededor analizando a cada uno de mis compañeros. Hermione escribía y escribía sin parar resolviendo cada punto del examen con total facilidad. Por otro lado, Ron miraba las hojas con una expresión de confusión y aburrimiento. Finalmente, Harry levantó su mirada encontrándose con la mía.

Algo raro note en sus ojos, una pequeña pizca de ansiedad y la leve sensación de que algo grande iba a ocurrir llegaron a mi.

—¿Le sucede algo Saint-Jean?—la voz de Umbridge me sobresaltó.

—No—murmuré seca.

—Entonces quédese quieta o retírese—respondió cínica.

Maldita vieja loca.

No respondí nada y me límite a volver a mirar a mi hoja intentando resolver todos los ejercicios y consignas del examen. Lo cierto es que había estudiado bastante más allá de todos los problemas que se avecinaban.

Estaba casi terminando cuando un fuerte ruido nos obligó a todos a levantar la cabeza totalmente confundidos.

Umbridge nos miró a todos a la vez que la sonrisa en su rostro se desvanecía. Comenzó a caminar a paso seguro por el salón mientras sus tacones sonaban fuertemente llamando la atención y retumbando en el lugar.

Todos murmuraban intentando saber que era lo que estaba pasando pero los ruidos fuertes seguían sonando. La mujer que tanto odiaba abrió las grandes y altas puertas del salón y en ese instante luces de colores brillantes entraron al aula. Eran fuegos artificiales.

Una gran sonrisa se formó en mi rostro y Harry me miró divertido. Umbridge caminó un poco más por el pasillo y fue cuando finalmente ocurrió.

Los gemelos entraron en sus escobas volando por el salón y arrojando fuegos artificiales. Todos miraban emocionados y divertidos la escena a la vez que los papeles volaban por el lugar.

Solté una gran carcajada al ver el rostro de Umbridge, quien al verme burlarme se enfureció más.

Vi a Draco corriendo desesperado para que uno de los fuegos artificiales no lo alcanzara y volví a reír fuertemente llamando su atención y la de sus amigos. Él me miró enfadado por mi reacción pero logré divertirlo porque, al final de cuentas, él largo una pequeña risita.

Filch entró desesperado intentando ayudar a Umbridge pero las risas aumentaron cuando George lanzó una última bengala que se transformó en un gran dragón de fuego y comenzó a perseguir a Umbridge hasta la entrada mientras que esta corría espantada.

—¡Toma eso vieja loca!—grité entre carcajadas mientras que Ron reía a mi lado fuertemente.

El dragón se desvaneció convirtiéndose en pequeñas bengalas que destruyeron cada uno de los decretos educacionales dictados por la vieja loca.

Los gemelos salieron volando del salón a la par de que Umbridge gritaba enfadada y horrorizada. Todos los demás estudiantes siguieron a los gemelos hasta el patio para verlos dar un gran espectáculo en el aire.

Reí más fuerte cuando note a mi lado a Flitwick festejando. Era muy divertido porque él era un profesor y al ser pequeño nadie notaba como él se alegraba de la broma de los gemelos hacía Umbridge.

Conclusión, nadie quiere a Dolores Umbridge.

Volví a mirar al cielo y una gran "W" de fuegos artificiales se formó.

EL MISTERIO DEL DIARIO SECRETO (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora