LXIV

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CAPITULO 64: OPORTUNIDAD

Sentí un leve toque en mi hombro acompañado de una sacudida suave que me obligó a abrir los ojos lentamente sacándome de mi sueño.

—Atenea despierta, ya es tarde cariño—susurró Pomfrey acariciándome el hombro.

Terminé de abrir mis ojos recordando en donde me encontraba, estaba en enfermería junto a Draco. Pasé las manos por mi rostro quitando cualquier rastro de sueño a la vez que me incorporaba en la silla sintiendo el cuerpo completamente agotado y contracturado.

Miré a mi lado derecho observando a Draco durmiendo plácidamente en la camilla. Se veía cansado y su cuerpo estaba cubierto por las sábanas blancas de la enfermería ya que su camisa blanca del uniforme estaba completamente sucia de sangre.

Mi uniforme se encontraba casi igual que el de Draco, aún tenía rastros de sangre seca en mi camisa y mi falda. Mis zapatos que se mojaron en el charco de agua de los baños ya estaban secos pero aún así fríos.

Seguramente atraparía un resfriado.

Tomé la mano del rubio acariciándola suavemente. Su rostro pálido ya había recuperado su color habitual y lo cierto es, que era un gran consuelo. Todavía tenía frescas las imágenes de su cuerpo, moribundo y totalmente pálido, en mis brazos.

—Señora Pomfrey.

Ella se volteó a verme mientras cambiaba las sábanas de otras camillas.

—¿Si?

—¿Usted cree que se recuperará pronto?—pregunté ahogando un llanto.

Los ojos cerrados de Draco solamente me hacían recordar el momento en que casi muere en mis brazos.

Ella sonrió levemente y asintió con la cabeza dándome un gran alivio.

—Realmente lo creo—afirmó e hizo una pausa antes de hablar—. También creo que tú deberías descansar.

Yo asentí con la cabeza volviendo a mirar a Draco en la camilla. En su mano derecha tenía un anillo de plata con un símbolo totalmente reconocible.

Era la serpiente de Slytherin.

Le quité el anillo con cuidado de no lastimarlo con la intención de que su cuerpo se relajara aún más y no le molestara. Lo dejé apoyado en la mesita junto a la camilla y nuevamente acaricié su mano para besarla.

Draco por favor despierta...

Recordé que antes de la pelea de Harry y Draco, había hablado con el profesor Flitwick y la profesora Sprout. Regresé la mirada hacia la señora Pomfrey y la atrapé mirandonos con una sonrisa en su rostro.

Ella había visto cuando besé la mano de Draco. De inmediato sentí las mejillas rojas y la incomodidad apoderándose de mi.

—Oh lo siento por ser entrometida—se disculpó soltando una risita inocente—. Es que ustedes son adorables.

Sonreí tímida.

—No se preocupe—dije amigable.

EL MISTERIO DEL DIARIO SECRETO (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora