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CAPITULO 50: CLUB DE LAS EMINENCIAS

Los días pasaron y para mi suerte nadie volvió a mencionar nada de la catástrofe ocurrida en el comedor. Solía escuchar algunos comentarios de chicos de Slytherin pero no prestaba atención.

Tenía sentido, esos chicos siempre resultaban ser los amigos de Adrian o simplemente amigas de Pansy enfadadas porque en algún momento estuve con Draco.

Que idiotez...

Con respecto a Draco no había hablado con él. Desde ese día tampoco lo había cruzado mucho ya que dejó de asistir a algunas clases y se distanció de sus amigos cuando ocurrió lo de los boletines amarillos.

Ahora odiaba el color amarillo.

Al menos Draco, Adrian y yo dejamos de ser tema de conversación en los rincones. Todos estaban atentos ante un nuevo partido de Quidditch que se acercaba.

Gryffindor vs. Slytherin.

Habían pasado muchas cosas también en este tiempo. Una chica de Gryffindor, Katie Bell, había sido atacada y hechizada por una maldición imperius con el propósito de que le entregara el collar de ópalos a Dumbledore. Ese collar estaba maldito.

Katie resultó lastimada ya que tocó por accidente el collar y fue enviada al Hospital San Mungo. Aún no se sabía quien era el responsable de lo que le ocurrió a Katie.

Por otra parte, había investigado bastante sobre lo que le ocurrió a Katie debido a que estuvo casi al borde de la muerte. Eso me llevó a seguir estudiando y preparándome más para mi futura profesión.

Yo había avanzado bastante al respecto. El libro que había encontrado en la Sala de los Menesteres había sido de gran ayuda. Ya casi dominaba todas las pociones y remedios que puedan ser curativos o servir como antídotos.

Ahora me encontraba en la cena del Club de las Eminencias junto a Hermione, Harry, Neville, Cormac McLaggen, Blaise Zabini, entre otros chicos de Hogwarts. La cena que organizaba el profesor Slughorn.

—Dime Cormac...¿ves a tu tío Tiberio regularmente?—le preguntó Slughorn al rubio.

Cormac jugaba con su copa de helado.

—Si señor. De hecho... iré a cazar con él y con el ministro en las vacaciones—comentó el rubio.

Slughorn lo miró sorprendido.

—Oh vaya...no olvides saludarme a ambos—dijo sonriente y buscó a con la mirada a alguien que pudiera conversar con él.

Sus ojos se posaron en Marcus Belby, un chico de mi casa que solía ser un poco glotón a veces.

—¿Y que hay de tu tío Belby?—Slughorn le habló al chico—. Para los que no lo sepan, el tío de Belby inventó la poción de matalobos...¿está trabajando en algo nuevo?—preguntó curioso.

Marcus revolvía su copa de helado desesperado por comer y comer.

—No sé—respondió y le dió un bocado a su helado—. Él y papá no se hablan. Mi padre dice que sus pociones son basura...—siguió revolviendo su helado y dando otro bocado—, que la única poción que importa es una copa al final del día.

Miré a Harry y a Hermione aguantando la risa por lo último mencionado por el chico. Harry contenía la risa y Hermione lo miraba horrorizada.

—¿Y que hay de ti Granger? ¿Que hace exactamente tu familia en el mundo de los muggles?—interrogó a la castaña.

Hermione se removió incómoda ante la penetrante mirada de Cormac.

—Mis padres son dentistas—respondió. Todos se miraban entre ellos sin saber muy bien de qué estaba hablando ella—. Cuidan los dientes de la gente—aclaró.

EL MISTERIO DEL DIARIO SECRETO (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora