XXII

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CAPITULO 22: LOS EFECTOS DE LA LUNA

Desperté agitada mitad de la noche sintiéndome acalorada. Me tomé unos segundos para respirar y los recuerdos invadieron mi mente, al igual que un mal presentimiento.

Lord Voldemort ha regresado.

Durante la luna llena había tenido muy pocas visiones, la primera fue ver a Lord Voldemort, esa imagen me pudo advertir de que el peligro se acercaba. La segunda visión fue una mujer pelirroja, quien asumía, era Sarah Bisen, tenía su diario en sus manos y susurraba unas palabras que recordaba con claridad.

—Protégelos Atenea, cuida a los más indefensos

También había oído voces en mi cabeza, pero fueron muy difíciles de distinguir, aún así, todas esas oraciones resonaban en mi mente una y otra vez...

Miré la hora y todavía era temprano, pero sin embargo, no podía pegar un ojo. Mi cabeza maquinaba constantemente ante los hechos ocurridos durante la luna llena.

Observe el techo de mi cama unos segundos y luego puse mis ojos en mis amigas. Ambas dormían plácidamente.

Las horas pasaron y ya me había resignado a dormir, por más que intentara, no podía. Me levanté de mi cama y me fui a la ducha.

La ducha lograba relajarme de una forma increíble antes de empezar el día

Salí de la habitación dejando una nota a mis amigas de que estaría en el comedor desayunando, cuando llegué había pocos alumnos en las mesas, aún así, pasaban los minutos y más chicos se iban sumando.

No podía ni tocar la comida, el estómago y la cabeza me dolían de una manera insoportable. Intenté comer una tostada pero en el primer mordisco mi cuerpo la rechazó causándome náuseas y unas ganas horribles de vomitar.

Unos minutos después sentí como el trío de oro se sentaba frente a mi sacándome de mis pensamientos.

—Aten, ¿estás bien?—preguntó el pelirrojo con una expresión de preocupación.

—Te ves un poco pálida—agregó Harry.

—Estoy bien, sólo no dormí nada anoche. Es todo—me justifique evitando hablar del tema.

Dumbledore me había dicho que evitara mencionar sobre mis visiones, aún así, muchos alumnos sabían que las brujas celestinas teníamos ese don que, en muchas ocasiones, generaba la atención.

—Puedo acompañarte a la enfermería si quieres—propuso Hermione mirándome inquieta.

—No se preocupen, no es nada—les di una pequeña sonrisa intentando tranquilizarlos.—Debo irme, los veo más tarde.

Dicho lo último, me levanté del asiento sin ninguna expresión en mi rostro, no sabía cómo sentirme.

Caminé hacia la puerta del comedor y antes de salir me crucé con quien menos esperaba ver.

El rubio me miró unos segundos con su característica seriedad, mirándome de arriba a abajo y volviendo a si mismo para tomar su camino.

Decidí ignorar su acción, después de todo, él me había tratado mal dejándome en claro que no quería saber nada de mi, que no quería acercarse a mi y que jamás hubo nada entre nosotros.

Debo admitir que si me dolió, al punto de que quería llorar de sólo acordarme, aún así me negaba a hacerlo. Tenía cosas mucho más importantes que detenerme a sufrir por alguien a quien no le importaba ni en lo más mínimo

EL MISTERIO DEL DIARIO SECRETO (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora