LVIII

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CAPITULO 58: LA MADRIGUERA (PARTE 1)

Pasé mis dedos por la pequeña biblioteca en la casa de los Weasley observando con detenimiento los títulos de cada libro apilado.

Era navidad y toda la familia Weasley se encontraba presente. Había conocido a los hermanos mayores Bill y Charlie.

Eran igual de encantadores y divertidos como el resto.

Harry se encontraba en la Madriguera junto a nosotros y habíamos recibido la visita de Lupin y Tonks.

Jamás había tenido el agrado de conocerlos totalmente hasta esta navidad. Eran totalmente simpáticos y sin duda una pareja adorable.

La señora Weasley se encontraba horneando una galletas mientras regañaba a los gemelos por bromear constantemente causando que su madre enloqueciera.

Lupin, Harry, Tonks y el señor Weasley se encontraban reunidos en otra habitación ya que debían conversar de temas importantes.

Moría de curiosidad pero me límite a no decir nada. Sabía que Harry sospechaba que Draco era un mortífago.

—Molly—llamé a la pelirroja. Ella volteó y me sonrió desde la cocina—. Déjame ayudarte—me ofrecí acercándome.

Ella negó con la cabeza.

—No es necesario cariño, tu siéntate y espera a que salgan las galletas—me ordenó.

Yo me crucé de brazos.

—Sabes que no lo haré—tomé una bandeja de sus manos y le sonreí—. Yo llevaré esto mientras tu sacas las que quedan del horno—propuse.

Ella pareció avergonzada pero finalmente aceptó. No le gustaba recibir ayuda en su cocina y mucho menos de sus invitados.

Aún así, yo siempre me acercaba a ayudarla porque no podía simplemente dejarla hacer todo y cocinar para tantas personas.

Caminé hacia la sala en donde se encontraban reunidos Harry y los demás con la bandeja de galletas en mis manos. Apenas entré sentí una tensión latente.

Harry estaba serio con el ceño fruncido. Lupin salió un poco enfadado de la habitación y Tonks detrás de él intentando calmar la situación.

El señor Weasley se veía tan incómodo como yo.

—Hola—saludé tímida queriendo desaparecer—. Traje unas galletas por si tienen hambre...

Un gran silencio incómodo surgió.

Carajo...

Harry miraba al suelo pensativo y un poco molesto.

—¡Oh gracias Aten!—habló Arthur sonriente intentando calmar la tensión.

Yo le sonreí. Él siempre era muy amable con todos.

Dejé la bandeja en la pequeña mesa ratonera junto a los sofás y escuché unos pasos detrás de mi.

Harry levantó la mirada y yo voltee para ver a Ginny con una bandeja de otros bocadillos.

—Ginny traje galletas por si quieres—ofrecí sonriente. Ella asintió en silencio desviando sus ojos a Harry.

EL MISTERIO DEL DIARIO SECRETO (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora