EL MISTERIO DEL DIARIO SECRETO (Draco Malfoy)

LIV

CAPITULO 54: FIESTA DE SLUGHORN

Abrí mis ojos lentamente encontrándome totalmente desorientada. Las paredes blancas y las camas a mi alrededor me alertaron de que me encontraba en la enfermería, una vez más.

Madame Pomfrey se percató de que me encontraba incorporándome en mi camilla.

—Oh cariño. Por fin despiertas—se acercó con un tazón con lo que parecía ser sopa.

La mire confundida tratando de recordar dónde me encontraba la última vez antes de perder la conciencia. Unos segundos después mi cabeza se iluminó.

—Draco...¿dónde está Draco?—pregunté tomando el tazón en mis manos.

Ella sonrió levemente.

—¿El joven Malfoy?—asentí—. Él te ha traído hasta aquí. Dijo que te desmayaste y de inmediato supe porque—habló para luego soltar un suspiro.

Una pequeña sonrisa se formó en mis labios al recordar las palabras que nos habíamos dicho con Draco. Él me extrañaba.

—¿Cuántas horas dormí?

Ella soltó una carcajada.

—¿Horas? Cariño, estuviste inconsciente tres días—contestó buscando algo en un armario.

¿Tres días? Que demonios...

—Tanto tiempo...—murmuré para mi—. Nunca estuve afectada por la luna llena tanto tiempo.

Ella asintió comprendiendo.

—Al parecer esta vez fue bastante fuerte todo. El señor Malfoy dijo que ocurrió frente a él y que no sabía que hacer cuando te desmayaste—explicó—. Estos últimos días estuviste murmurando palabras imposibles de entender pero aún así no despertabas.

Asimile todo lo que Madame Pomfrey me decía. Era totalmente una locura jamás me había afectado así.

Los recuerdos comenzaron a aparecer como pantallazos en mi cabeza y las voces, totalmente identificables, para mí parecieran volver a oírse.

La Madriguera prendida fuego....

El cuerpo de Dumbledore cayendo por el balcón...

Draco...

Su cuerpo estaba tirado en un charco de agua que poco a poco se tenía color rojo por la sangre del rubio.

—Tengo que advertirles...—murmuré comenzando a ponerme de pie.

Madame Pomfrey dejó lo que estaba haciendo y corrió hacia mi.

—¡No! ¡No!—ordenó seria y yo bufé—. No puedes levantarte de golpe, acabas de despertar.

Ella me como por los hombros obligándome a que me recostara de nuevo.

—Pero tengo que...—la puerta se abrió de golpe.

Mis ojos viajaron hacia la entrada de la enfermería y no pude formular ninguna palabra cuando vi a Luna y Abby corriendo hacia mí.