IV

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CAPITULO 4: NUEVAS PERSONAS


Atenea

    Después de ir a Hogsmade a conocer, con Hagrid fuimos al callejón diagon donde pudimos conseguir las cosas necesarias para que yo estuviera en Hogwarts. Hagrid me explicó absolutamente todo lo que debía saber sobre la escuela de magia.

Al parecer debí recibir una carta a mis 11 años pero,sin embargo, nunca llegó, lo que es extraño. Mucho más extraño fue el hecho de ir a una tienda muy famosa llamada Ollivander's dónde se supone que debía conseguir una varita.

El dueño de la tienda me dijo que ninguna varita de adaptó a mi, no compré ninguna debido a que el mismo dueño, algo sorprendido debido a mi llegada repentina y el simple hecho de que no me servía ninguna varita, aconsejó que debía hablar con Dumbledore al respecto. A Hagrid le pareció extraño pero no mencionó nada más.

Con respecto a los gastos, al parecer había una cuenta de fondos a mi nombre en Gringotts, un banco de magos. El problema era que no sabía de donde salió todo ese dinero.

Todo parecía un sueño, aún no podía asimilar todo lo que sucedía, no entendía nada.

—Bueno Atenea, creo que hasta aquí llegó nuestro paseo— dijo Hagrid para luego darse la vuelta y comenzar a caminar hacia otro lado. Ya habíamos vuelto a Hogwarts.

—¿Que? ¡Oye, espera!— el gigante volteó— ¿A dónde se supone que debo ir ahora? ¿Que debo hacer?

Hagrid me miró dudoso. — Pues, busca a Dumbledore, te dará toda las indicaciones que necesitas— sonrió amigable—. Todo saldrá bien, Atenea.

Le devolví la sonrisa y asentí con la cabeza para comenzar a caminar.

—¡Atenea!—volteé— Si necesitas ayuda no dudes en visitarme en mi cabaña— volvió a sonreír.

—Oh, claro. Muchas gracias Hagrid.

Después de esa conversación comencé a pasear sola mientras admiraba todo a mi alrededor. Era increíble.

Me recordé a mi misma que debía hablar con Dumbledore, el problema era que no conocía Hogwarts y este lugar era realmente grande.

Habían jóvenes paseando por los pasillos, cada uno en su mundo. Junté valor para acercarme a alguien para preguntar donde estaba la oficina de Dumbledore.

A mí vista encontré un grupo de tres chicos. Uno era moreno, no tan alto y delgado mientras que el otro era más alto y tenía la piel blanca. Uno más se encontraba en el pequeño grupo, era rubio platinado, alto y al parecer daba la apariencia de ser el líder.

Me acerqué lentamente juntando valor para hablar sin hacer el ridículo. Toque con mis dedos la espalda del rubio platinado e inmediatamente este se giró furioso.

—¿Quien te crees que eres para tocarme?— soltó en un tono despectivo y su mirada me escaneó de arriba a abajo haciéndome sentir totalmente incómoda.

Sus amigos soltaron risitas mientras miraban atentamente la escena.

—Lo siento, sólo quería preguntar si saben donde está la oficina de Dumbledore— pregunté en un murmuro intimidada.

Su expresión cambió de desprecio a sorpresa y una gran sonrisa se formó en su rostro.

—Asi que eres tú, la famosa y extraña chica que cayó del cielo— miró a sus amigos esperando que rieran. Ellos lo hicieron.

Me sentí incómoda nuevamente. No sabía cómo reaccionar a eso.

—Déjala en paz Malfoy.

Una voz a mis espaldas provocó que me girara y me encontré con un grupo de tres chicos, al parecer el que había hablado era uno cabello azabache, ojos azules y unos peculiares anteojos. A su lado se encontraba una linda chica castaña y un chico pelirrojo.

—Oh San Potter, ya tenías que venir a salvar el día—dijo el rubio.

—Sólo no la molestes, ella no te hizo nada—respondió mientras me daba una sonrisa amigable y nuevamente le daba una mirada fría al rubio.

—Como sea, seguramente es una sangre sucia como tu otra amiga Potter— mencionó mirando a la chica castaña de arriba a abajo con desprecio causando furia en el azabache y en el pelirrojo a su lado. El platinado se volteó dispuesto a irse con sus amigos pero se volteó.

—Por cierto, yo soy Malfoy. Draco Malfoy

Me dirigió una última mirada mientras una sonrisa cínica se formaba en su rostro antes de volver a retomar su camino y marcharse con quiénes parecían ser sus esclavos más que amigos.

—Idiota— habló por primera vez el pelirrojo.

—Gracias por defenderme. No era necesario— me dirigí al grupo con amabilidad.

—Si lo era, Malfoy es un tonto. Sólo no lo escuches— me dijo la chica—. Yo soy Hermione Granger.

—Mi nombre es Harry Potter—se presentó el azabache.

—Y yo soy Ron Weasley—dijo el pelirrojo.

—Es un gusto de verdad—sonreí mientras los tres me miraban con curiosidad.

—Sé que suena grosero pero, ¿Tú eres la chica que cayó del cielo?—preguntó Ron para luego soltar un "Auch" debido al golpe que le dió la castaña.

—Al parecer si, lo soy— el trío la miró esperando explicaciones—. Ni yo sé como termine aquí. Por eso necesito hablar con Dumbledore.

—Fascinante—murmuró el pelirrojo y la castaña volvió a darle otro golpe causando que Ron la mirara mal.

—Nosotros podríamos llevarte. No te preocupes—se ofreció Harry y asentí con alivio. Por fin tendría una guía en este gran castillo.

—Gracias, eso sería de mucha ayuda—volví a sonreír.

El trío de amigos comenzó a guiarme hacia donde sería la oficina de Dumbledore. Me contaban sus experiencias en la escuela y toda información relevante que me pareció interesante respecto al lugar.

Los tres eran bastante amigables y al parecer buenos chicos.

Creo que podría acostumbrarme a este lugar, pensé.

EL MISTERIO DEL DIARIO SECRETO (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora