CAPITULO 29: EJERCITO DE DUMBLEDORE
—¡Ya basta!—grité en el suelo intentando incorporarme por tercera vez pero había sido en vano.
—¡No vuelvas a levantarme la voz mocosa!—gritó Umbridge y sentí como su mano se estampó en mi mejilla con fuerza, de nuevo.
La mujer se alejó de mi permitiéndome respirar, me había torturado dos horas en su oficina hasta que yo entendiera que debía obedecer a mis superiores y no divulgar mentiras.
Tomé aire poniéndome de pie mientras me agarraba de una silla intentando no caer al suelo.
Me había torturado de una forma extrema, no había utilizado un crucio pero al parecer, sabía de mi condición de bruja celestina.
En lugar de usar alguna maldición, me había golpeado y clavaba su varita en el diario de Sarah Bisen con furia y maldad.
Repitió ese proceso una y otra vez dejándome destruida, esa había sido su manera de castigarme.
—Espero que te quede claro y hayas aprendido la lección, querida—me sonrió con malicia y tomó de mi brazo para "ayudarme" a levantarme del suelo.
Tomé el diario de la mesa bajo su atenta mirada. Apenas podía caminar del dolor que sentía todo mi cuerpo. Mi cabeza dolía, mis piernas temblaban y el aire me faltaba.
Salí de la oficina extremadamente rosa mientras me sostenía de las paredes para no caer.
Así caminé unos pasillos mientras algunos me miraban y murmuraban cosas que no llegué a distinguir.
Al final del pasillo vi una silueta conocida, era Harry. Junto a él estaban mis demás amigos que pusieron una cara de espanto al verme.
Dos segundos después, caí al suelo perdiendo el conocimiento.
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—Atenea despierta—oí la voz de Abby y abrí mis ojos lentamente.
Tenía frente a mi a todos mis amigos. Miré a mi alrededor y supe en ese instante que estaba en la enfermería.
—Aten, ¿que paso?—preguntó Hermione preocupada.
Mi cabeza comenzó a recordar a Umbridge y su tortura.
—Umbridge—dije mientras me incorporaba en la cama. Tenía un poco más de fuerzas.
—Lo sabía, sabía que te haría algo...—dijo Harry mientras tensaba la mandíbula con enfado.
—Todos están hablando de lo que hiciste Aten, te enfrentaste a ella—dijo Luna mientras tomaba mi mano dulcemente. Le sonreí.
—No debiste hacer eso, pudo ser peor—me regañó Ron y yo suspiré estresada.
—No importa, todos vieron en clases como me amenazó—comencé a explicar—. Está totalmente desquiciada.
—Bueno...Creo que la desquiciada es otra—dijo burlón Fred y todos reímos ante sus palabras.
Después de una hora insistiéndole a Madame Pomfrey que solamente me había desmayado, sin que ella me creyera mucho, me dejó irme.
—Debemos ir, nos están esperando—dijo Harry caminando apresurado y todos lo seguíamos. Mientras tanto, yo no entendía nada.
Seguí en silencio a mis amigos mientras miraba con una expresión de confusión a todos esperando que me expliquen. Al doblar el pasillo noto como una puerta se comienza a materializar en una pared y mi desconcierto se incrementó.
—¿Y eso que es?—pregunté señalando a la puerta.
—Esto es, querida Aten, la sala de menesteres—explicó Abby.
Miré a los demás tratando de entender pero seguía sin tener respuestas.
—Hay que entrar, te lo explicaremos adentro—dijo Hermione y todos entramos a aquella sala.
Observé con atención el interior y vi a varios chicos de diferentes casas reunidos, con sus varitas. Mi cabeza comenzó a unir los cables sueltos y supe en ese instante que se trataba de una reunión secreta.
—Esta es la la sala de los menesteres, también conocida como la sala que viene y va—comenzó a decir Ginny—. Aquí serán las reuniones del Ejército de Dumbledore, nos prepararemos para aprender hechizos de Defensa Contra las Artes Oscuras.
Asentí escuchando atenta a mi pelirroja amiga. Tenía sentido la idea de una asociación secreta para aprender magia, no sabíamos que pasaría en el futuro y con un enfoque teórico, como planteaba Umbridge, no sería suficiente para enfrentar los peligros que se avecinaban ante una posible Segunda Guerra Mágica.
Entre todos comenzaron a explicarme que hace unos días había surgido la iniciativa de crear la asociación secreta y que logró que muchos comenzarán a incorporarse con la intención de saber defenderse.
Harry tenía experiencia en los hechizos de protección que le había enseñado el profesor Lupin hace unos años, cuando era acechado por los dementores. El azabache tomo el control del liderazgo con un poco de incomodidad, sin embargo, nadie se oponía. Él nos enseñaba lo que sabía y todos realizaban aportes que podían servir para aumentar nuestro conocimiento.
Incluso yo, que había aprendido mucho con la profesora McGonagall cuando fue mi mentora, pude ayudar a varios.
—Bien chicos, es el turno de Ron y Hermione—dijo Harry y vi como Ron se acercaba a decirle algo a la castaña.
Ella solamente lo miraba incrédula y quise aguantar mis risitas al saber lo que podía pasar.
Ron y Hermione se pusieron en sus posiciones para hacer la demostración del hechizo aturdidor.
Vi como Fred y George apostaban por ver quien sería más rápido y reí sabiendo que probablemente Herms ganaría.
Antes de que Ron pudiera hacer algo, la castaña fue más rápida
—¡Desmaius!—Ron fue lanzado con fuerza hacia atrás. Miré orgullosa a Herms.
Fred y George intercambiaron unos galeones a la vez que Ron se acercaba avergonzado hacia nosotros.
—Dejé que ella lo hiciera, ya saben, por caballerosidad—se justificó y solté una carcajada.
—Si claro—se burló George y negué mi cabeza burlándome.
Miré a mi alrededor y vi a Neville frustrado intentando hacer un hechizo y me acerqué hacia él con la intención de ayudarlo.
—Neville—toqué su hombro y él volteo un poco avergonzado—. ¿Necesitas ayuda?
—Si, es sólo que... No puedo hacer este hechizo—explicó desanimado y me entregó un libro.
Leí un poco y supe que era el hechizo de desarme expelliarmus. Recordé que McGonagall me había hecho practicar mucho para hacerlo con varita y sin varita, debido a que yo no la utilizaba.
Pasé mi mano por la espalda de Neville animándo y lo ayudé para demostrarle el movimiento con la varita, más allá de que yo jamás la usaba.
—Debes hacer este movimiento con tu mano—expliqué al chico y él pareció entender despues de un rato practicando.
Después de unos minutos le pedí a Luna que dejara que Neville practicara desarmarla y ella no se opuso. Sonreí victoriosa cuando él lo logró.
—¡Muy bien Neville!—dije sonriente y él me miró emocionado.
—Gracias Aten, eres la mejor—habló contento. Lo abracé sin dudarlo.
Así se pasó el tiempo practicando hechizos y aprendiendo uno de los otros.
Más allá del miedo, todos estaban dispuestos a luchar y a defenderse. La valentía sobraba para enfrentar el peligro.
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EL MISTERIO DEL DIARIO SECRETO (Draco Malfoy)
FanfictionAtenea Saint-Jean, una adolescente de solo 16 años que vive en un orfanato en Massachusetts, un día se encuentra con un diario escondido entre las hojas de otoño en un bosque, que la va a transportar a un mundo lleno de magia y misterio dónde conoce...