LXII

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CAPITULO 62: MIRANDO HACIA ATRÁS

Controlé los alrededores del corredor del séptimo piso controlando que nadie más me viera entrar a la sala de los menesteres. Una vez que me aseguré que todo estaba en orden abrí la puerta entrando a la sala de los objetos ocultos procurando no hacer mucho ruido.

Caminé mirando los objetos en el lugar como siempre solía hacerlo. Me encantaba la cantidad de cosas que se encontraban en la sala, había un número incontable de libros que podían ser de gran utilidad para varias asignaturas y los había usado sin dudarlo logrando obtener Extraordinario (E) en todas las áreas.

Obviamente era consciente de que esos libros estaban escondidos por una razones que nadie sabe y trataba de ser muy precavida y cautelosa al respecto.

Además de libros, había muebles, cofres y algunos otros artefactos extraños cuya existencia no conocía.

O al menos no por el momento.

El sonido de un llanto ahogado llegó a mis oídos causando que mi corazón se acelerara a tal punto de que no pude evitar preocuparme. El aire comenzó a faltarme al reconocer al dueño de ese sollozo.

Apresuré mi paso hacia donde se encontraba el armario evanescente sintiendo como mi pecho se oprimía al ver a Draco llorando en el suelo, apoyado en el sofá en posición fetal, con la cabeza entre las piernas.

Se veía devastado y completamente desolado.

—¿Draco?

Él elevó la cabeza dejándome ver su rostro de angustia y miseria generándome ganas de llorar al verlo así. Me dolía tanto verlo sufrir.

Las lágrimas bajaban por sus mejillas mientras que sus ojos se encontraban hinchados y rojos. Su labio temblaba amenazando con soltar otro sollozo.

—Atty ayúdame por favor...

Sin pensarlo dos veces me lancé al suelo para abrazarlo con fuerza mientras él soltaba otro sollozo desgarrador aferrándose a mi pecho.

Las lágrimas querían salir por mis ojos pero las detuve ante la idea de que Draco me necesitaba y yo debía ser fuerte esta vez.

Acaricié su cabello y su espalda suavemente en un intento de consuelo sintiendo como su respiración comenzaba a tranquilizarse lentamente a la par de que dejaba de llorar.

Lo quería tanto y sentía que se me desgarraba el alma al verlo así.

—Draco mi amor...—susurré separándome de él y tomando sus manos.

Junto a él sus ojos grises llorosos se veían aún más triste que desde lejos. Acaricié sus manos dulcemente.

—Atty tengo que contarte algo—murmuró con la voz rota.

Asentí con la cabeza de forma tranquilizadora intentando darle la confianza suficiente para que hablara.

Estaba casi segura de hacia donde iría esta conversación.

—Puedes contarme lo que sea—lo animé.

Él tomó aire y yo sentí como mi corazón golpeaba mi pecho nervioso.

—Yo fui—dijo y lo miré confundida—. Yo fui el que causó que la chica Bell esté en San Mungo y también que Weasley casi muera envenenado—me miró apenado y nuevamente sus ojos brillaron amenazando con volver a soltar lágrimas. Presioné sus manos apretando su agarre y él decidió seguir—. Debo matar a Dumbledore, esa es mi misión.

Ahogué un grito y sin darme cuenta solté sus manos ante su confesión. Realmente era lo que me esperaba pero aún así me estremecía la piel pensar en que Draco estaba obligado a convertirse en un asesino.

EL MISTERIO DEL DIARIO SECRETO (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora