Cuando llegaron a la capilla, Mike estacionó descuidadamente la camioneta familiar cerca de la puerta. Sin embargo, ninguno de los dos se dio cuenta que a poco más de cincuenta metros, dentro de uno de los coches abandonados, dos hombres los observaban. Uno de ellos, el más veterano, hizo un sonido chasqueante con la lengua y expresó una torcida mueca de sonrisa.
—Mira nada más, te dije que este hijo de puta debía andar cerca.
—Era obvio que no debía andar muy lejos de aquí, cuando los encontramos se dirigían hacia acá —comentó Rob.
—¿Me tomas del pelo, chico? ¿Creés que soy un tonto? —pregunto Eddie, tomándolo con una mano de la chaqueta de cuero.
—No, solo decía.
—Mira la cantidad de comida que traen —dijo el veterano, mientras agudizaba la visión entrecerrando los ojos, como si quisiera ver qué clase de cosas estaban descendiendo del vehículo. Al ver que algunas personas más habían salido de la capilla para ayudarles, hizo un bufido—. Hay más personas con ellos. Significa que deben tener aún más cosas dentro, como medicamentos o quizá hasta armas, y además es un buen lugar para refugiarse de estas criaturas nocturnas. Los tomaremos por sorpresa.
Rob lo miró de reojo, con aquel gesto de playboy que le caracterizaba desde siempre, y negó lentamente con la cabeza.
—No lo sé, Eddie. Todos estamos sobreviviendo en estos días, podemos buscar otro sitio más grande, y evitar una confrontación. Ese tipo está demente, has visto el arma que tiene, no podemos hacer nada con nuestras armas al lado de su fusil de asalto.
—¿Tienes miedo de que se te arruine tu hermoso peinado? ¿Eh? Puto niño metrosexual de mierda —lo insultó—. Has visto que mató a Luke y por poco nos asesina a nosotros. ¿Acaso no quieres vengar la muerte de nuestro amigo? Ahora cada uno de nosotros es valioso, nuestro grupo ha disminuido mientras que el suyo aumenta. No lo veo justo, hay que equilibrar la balanza.
—De acuerdo, será hoy. ¿Cuál es el plan?
—Ya veremos... —dijo Eddie, acomodándose en la cabeza el gorro azul.
*****
Mike se tomó un minuto para recostarse en uno de los bancos de madera, en cuanto terminaron de descargar el vehículo. A su lado, sobre el asiento, estaban acomodadas una encima de otra las cajas de municiones tanto para el M4 como para la Glock 9MM. Tenía la camiseta empapada de sudor en el pecho, los ojos enrojecidos por la fiebre y la frente perlada. No quería decirle nada al padre Lewis, pero el hecho de conducir hasta allí, más toda la carga emocional de haber cubierto el cuerpo de Betty en el solitario camino rumbo a la capilla, le habían puesto peor de lo que ya se sentía. Mover el brazo le provocaba una centella de dolor, y suponía que debía haberse cambiado el vendaje como mínimo unas dos horas atrás. Con su brazo sano, sacó el paquete de cigarrillos del bolsillo de su chaqueta y encendió uno, soltando el humo por la nariz. Al pasar cerca suyo, el padre Lewis se detuvo un instante para examinarle con atención.
—Mike, ¿te encuentras bien?
—Sí, solo fueron muchas emociones en un día —masculló, mientras soltaba humo en cada palabra.
—Déjame que te examine —le respondió el joven cura. Se acuclilló a su lado para observarle la herida del brazo. La venda estaba nuevamente sucia de sangre, y estirando una mano le tocó la frente —. Estás hirviendo, debo sacarte la bala ahora mismo.
![](https://img.wattpad.com/cover/251680501-288-k355254.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Cuentos para ir a morir
HorrorCinco cuentos cortos, cinco relatos de horror que no te dejarán respirar por las noches, y te mantendrán al filo del miedo a lo largo de sus páginas. ¿Crees que tienes la valentía necesaria para adentrarte en lo profundo de sus historias? En "El rap...