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A la mañana siguiente, fue cuando ocurrió lo mejor. El sueño cumplido.

Grace se despertó pasadas las once, la verdad era que se había quedado leyendo un nuevo libro que Richard mismo le regaló en su anterior cumpleaños, y quizá, motivada por la nueva relación amorosa, recordó que lo tenía guardado en el fondo de su biblioteca. El libro en cuestión se llamaba "El crimen de los siete hermanos" y se trataba de una historia policial bastante espesa, donde siete hermanos son asesinados en extrañas circunstancias. A Grace no le gustaban este tipo de novelas, prefería algo juvenil, romántico o erótico, como la saga "Fiebre" de Karen Marie Moning, pero aun así no tardó en engancharse a la lectura, durmiéndose casi a las tres de la madrugada.

En cuanto se vistió y bajó a la cocina, activó la cafetera, metió dos rodajas de pan en el tostador y tomando el control remoto del televisor lo encendió, para ver el reporte del clima y sintonizar el canal de música. Entonces su teléfono sonó, justo cuando iba de camino al baño para cepillarse los rizos, y con la sonrisa pintada en el rostro pensó que debía ser Richard.

—¿Hola? —atendió.

—Buenos días, señorita Collins —dijo una voz de mujer del otro lado de la línea—. Mi nombre es Shelly Brown, de la editorial Ocean House, soy su editora a cargo.

—Ah, buenos días... es un placer —sonrió, dejando que todo el aire se escapase de sus pulmones. De pronto el suelo y todo a su alrededor se volvió chicloso, confuso e irreal. ¿Estaba a punto de desmayarse? Por su bien esperaba que no.

—Al contrario, el placer es nuestro por recibir una escritora de tan buena calidad, el señor Harris nos habló muy bien de usted. Quiero comunicarle que vamos a estar haciendo una distribución de su trabajo por varios países, al menos aquí mismo en Europa. Si todo sale bien, nos extenderemos a América Latina y Oceanía. Como comprenderá, necesito que me envíe su manuscrito cuanto antes, para comenzar a trabajar en él.

—Wow... yo no sé qué decirle —suspiró, sintiendo que las mejillas se le encendían fuego. Quería gritar, quería llorar, quería soltar el tubo del teléfono y ponerse a correr a los gritos por toda la casa—. Estoy muy nerviosa, es mi primer libro y...

—No se preocupe, la comprendo a la perfección. La cuestión es que la llamo también para preguntarle si no tiene alguna cuenta bancaria que pueda brindarnos, para poder hacer el primer deposito a su nombre.

—¿Deposito? ¿Cómo? ¿No van a vender el libro primero?

—No hace falta, apostamos por usted y confiamos en las recomendaciones personales del señor Harris. En cuanto La hija de Lilith pise las librerías, seguro va a convertirse en un éxito mundial —aseguró la editora, con total seguridad en el tono de su voz—. Le enviaremos las primeras cincuenta copias a su domicilio en el correr de este mes para que pueda hacer promoción de ello, en cuanto nos envíe el archivo de texto por correo electrónico, y ahora mismo le depositaremos un estimativo de venta de unos doscientos mil dólares.

Aquello no podía ser cierto, pensó Grace. Sin duda era una broma de mal gusto, seguramente de la perra de Helen, por ser un miembro nuevo. ¿Qué haría con tanto dinero de repente? Ahora sí, creía que se desmayaría en cualquier momento. Sin embargo, debía pensar con la cabeza fría.

—Pero, ¿y qué pasa si no alcanzo la venta necesaria para cubrir esos doscientos mil? Me quedaré en deuda con ustedes...

—En absoluto, señorita Collins. Créame, va a llegar a ese dinero y venderá aún más. A nosotros no nos debe nada, ya es tiempo de recoger los frutos de su trabajo. ¿Podría ser tan amable de pasarme el número de cuenta, por favor? Y no olvide el archivo de texto original, puede enviarlo por correo a nuestro apartado de contacto en la pagina web de Ocean House.

Cuentos para ir a morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora