Del Semanario de Ashland – Extracto de la crónica policial:
(...) lo poco que sabemos acerca de las enfermedades mentales delicadas, lo relacionamos siempre con la ficción. Cosas inimaginables que jamás ocurren cerca de nosotros, hasta que suceden y nos impactan a quemarropa. Tal es el caso que conmovió durante una semana al pueblo de Ashland. Con casi trescientos habitantes, las décadas han pasado sobre él con tranquilidad rutinaria, un pequeño paraje en Oregón alejado de la violencia que predomina en el resto del mundo, un cálido e íntimo lugar perdido en el tiempo. Sin embargo, todo eso es agua pasada.
En el último tiempo se han reportado seis homicidios violentos: Matt Odonnel, Eva Raney, Greta Munroe, Rebecca Winsley, Will Parner y por poco, el comisario Jhon Green. Sin embargo, el "Asesino de los pecados" se cobró una séptima y última muerte: la suya propia. En la casa del comisario Green, el inspector Nick Jones irrumpió con violencia el martes por la mañana, agrediéndolo con una furia nunca antes vista en él. Sin embargo, y según el testimonio del agredido, bastó solamente con ver su reflejo un instante en el espejo de la sala para comprender la cruda verdad: era un asesino. Acto seguido, el inspector Jones extrajo su arma de reglamento y se disparó en la sien, suicidándose al instante.
Estudios posteriores indicaron al equipo forense de la policía Federal, que el inspector Jones podría haber padecido lo que en psiquiatría se conoce como un Trastorno Disociativo de Identidad Alternativa. Una terrible enfermedad de la cual jamás nadie habría sospechado, ni siquiera el propio inspector Jones. Sin embargo, ¿cuál es el punto de origen de tal trastorno?
Según los científicos que dieron explicación al caso más importante de la historia de Ashland, los trastornos disociativos son trastornos mentales que suponen una desconexión y falta de continuidad entre pensamientos, recuerdos, entornos, acciones e identidad. Una persona que sufre trastornos disociativos escapa de la realidad de formas involuntarias y poco saludables, lo que causa problemas con el funcionamiento diario. Tal era el caso del inspector Jones, quien asesinaba a sus víctimas sin tener el mínimo conocimiento de lo que estaba haciendo fuera de sus horarios laborables. Luego, al llegar a su casa, volvía a tener noción sobre sí mismo, acostándose a dormir o haciendo cualquier otra actividad tan rutinaria como sentarse a mirar televisión, ir a su bar favorito o hacer vigilancia en el pueblo.
Por lo general, los trastornos disociativos aparecen en reacción a un trauma y ayudan a mantener los recuerdos difíciles controlados. Era de público conocimiento que el inspector Jones era un hombre conflictuado, acosado por los recuerdos de su divorcio, dos embarazos perdidos, la eterna soledad en la que vivía, los hábitos poco saludables con respecto a un alcoholismo que iba en aumento constante, y su inminente jubilación. Psicológicamente, necesitaba un último caso con el cual sentirse útil, no solo consigo mismo, sino también con el resto de la sociedad. Para el inspector Jones era vital construir una imagen productiva de sí mismo, y fue allí donde nació el "Asesino de los pecados", un hombre a quien solamente él veía, poseído por la ira y la sed de sangre más brutal que se hubiera conocido antes.
La misión del "Asesino de los pecados" era, como bien se aprecia en la nota que él mismo se había enviado, que buscaba darle el mejor caso de su vida, un caso con el cual lo recordarían por siempre, según testimonio del comisario Green. Sin embargo, también le había vaticinado el hecho de que jamás lo atraparían con vida, lo cual da a entender al equipo asesor científico de la Psiquiatría Federal, que esta personalidad homicida conocía tanto su propia existencia como la del inspector Jones, jugando con él como un gato con un ratón. El equipo de investigación concluye que, debido a la minuciosidad con la que llevaba a cabo sus crímenes, esta personalidad no quería ser descubierta hasta el momento exacto en que se viese al espejo, cerrando así un ciclo de victoria personal al inducir al inspector al suicidio, cumpliendo con su promesa de no ser atrapado con vida.
En las escenas del crimen (de las cuales muchas de ellas continúan siendo un misterio) se hallaba siempre un sombrero negro, estilo galera, como señal de identificación y a una distancia prudente de cada escena (por lo general en algún terreno baldío o contenedores de residuos) equipo clínico estéril tal como guantes de látex, red para el cabello y bata clínica descartable, además de cubre zapatos hospitalarios. Todo aquello indica, como bien se investigó en días posteriores gracias al personal Federal, que el inspector Jones acudía a un distribuidor clínico a las afueras de Ashland, y compraba insumos hospitalarios gracias a su credencial como agente de la ley. De esta manera, se ahorraba preguntas incomodas que dieran lugar a una posible culpabilidad.
La meticulosidad a la hora de llevar adelante los crímenes, además del hecho de que el asesino final resultara ser el inspector a cargo de la ley, conmocionó a los habitantes de Ashland de una forma que difícilmente podrán olvidar, entrando así en los anales de la historia criminalista de los Estados Unidos como una de las historias más horribles de los últimos treinta años.
Para cerrar este dramático suceso, solo nos queda pensar: ¿Cuántos Nick Jones conviven junto a nosotros en el mundo, sin siquiera ser notados? ¿Cuál de nuestros amigos será el siguiente Charles Manson? Sin duda, será difícil poder olvidar el horror que suponen estas preguntas en el corazón del pueblo.
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Cuentos para ir a morir
TerrorCinco cuentos cortos, cinco relatos de horror que no te dejarán respirar por las noches, y te mantendrán al filo del miedo a lo largo de sus páginas. ¿Crees que tienes la valentía necesaria para adentrarte en lo profundo de sus historias? En "El rap...