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Aquella noche, tal y como le había dicho al grupo, se preparó para iniciar el desdoblamiento astral. Bruce había cenado junto a ella, y también le había propuesto pasar la noche juntos, pero Bianca lo rechazó. En un principio, él no entendía porqué hacía algo como eso, teniendo en cuenta que hacía más de diez días que no se veían. Sin embargo, ella le aseguró que nada había cambiado entre ellos, solo que habían sido muchas emociones durante el día, y que debía tener la mente despejada para afrontar el día siguiente con respecto a la investigación, por lo que, al comprenderla mejor, Bruce solo le dio un beso de buenas noches como despedida y se alejó a su habitación.

En la soledad de su dormitorio, tomó una botella de agua mineral del pequeño refrigerador, ubicado en la pared contigua a la puerta de entrada. Se subió a la cama, y una vez que se sentó en medio con las piernas cruzadas en clara postura de meditación, destapó la botella y bebió varios tragos del tirón, ya que el agua era un canalizador universal de energías. En cuanto terminó, la dejó encima de la mesa de noche, apoyó sus manos en sus piernas, y cerró los ojos, respirando hondo.

Se concentró en su respiración, lenta y profunda, hasta que poco a poco comenzó a perder el sentido de la conciencia, mientras que al mismo tiempo escuchaba todo con total precisión y agudeza. De un segundo al otro, se vio a sí misma, desde un rincón de la habitación cerca del techo. En aquella forma, su cuerpo astral no tenía limitaciones de ningún tipo. No solo podía atravesar paredes, puertas o techos, sino que además conocía todas las ubicaciones de todas las cosas, percibía los sonidos con una claridad surreal, cada conversación y cada movimiento en el aire.

Se desplazó entonces hacia las habitaciones custodiadas por los militares armados, con carteles de acceso restringido en sus puertas, y pasando a través de ellos, ingresó. Dentro, había una serie de enormes archivadores blindados que casi llegaban a la altura del techo. No fue difícil para Bianca ver el contenido de ellos: miles de documentos super secretos con pruebas, planos, formulas físicas y matemáticas, acerca de las experimentaciones en búsqueda de la quinta dimensión. Sin embargo, eso no era lo más alucinante.

En el medio de la sala, se hallaba una enorme maquinaria, semejante a un contenedor químico de una tecnología que Bianca jamás había visto en su vida. Su aleación de metal le resultaba desconocida, pero refulgía como la plata pulida. Estaba incrustado al suelo y al techo con enormes tornillos industriales, y en el medio de aquel inmenso cilindro había una especie de visor transparente. Flotó hasta acercarse, y lo que vio dentro la dejó completamente fascinada: una serie de partículas de bosones que flotaban dentro de aquella estructura. Refulgían con colores cambiantes, entre el blanco más puro y el azul más fluorescente. Bianca comprendió en aquel estado etéreo, que aquello eran gravitones, una partícula teórica jamás descubierta hasta ese momento, y que formaba toda la estructura física de la quinta dimensión. Era, literalmente, un trozo de aquel mundo, encerrado y analizado para su posterior estudio científico.

En cuanto su clarividencia pudo deducir aquello, se dio cuenta que el proyecto Stargate no solo era una forma de inducir la visión remota, sino también de buscar pruebas físicas de la existencia de la quinta dimensión. El Proyecto Negro, por otra parte, buscaba unir las capacidades del cerebro humano en aquella realidad distópica y paralela, para estudiar cómo se comportaba ante aquella dimensión, y viceversa.

Volvió a su cuerpo y abrió los ojos respirando agitadamente. Miró a su alrededor, comprobando que efectivamente se hallaba en su habitación, y revisó el reloj de pulsera: eran las cuatro y media de la madrugada. Supo con perfecta claridad que Bruce tenía razón, no solo querían ampliar el conocimiento acerca de la quinta dimensión gracias a la expansión del cerebro, sino que además buscaban modificar la realidad a su antojo como si fuera plastilina, utilizando los gravitones y las habilidades psíquicas como herramienta. Y de esto último, Bruce no tenía ni idea de nada. Aquello era demasiado caótico para asimilarlo de buenas a primera.

Se levantó rápidamente de la cama, se calzó sus zapatillas y corrió hacia la puerta, para salir al pasillo. No podía esperar hasta el día siguiente, debía darle la noticia a Bruce ahora mismo.


*****


En su dormitorio, Francis no podía conciliar el sueño. Su mente cavilaba en la forma de salir de aquella base. No permitiría que ese científico de mierda y su noviecita psíquica le metieran treinta miliamperios en su cerebro, así como así. Bruce ya se había rebelado contra la milicia y el gobierno, si estuviera en su escuadrón eso significaría ser considerado un desertor y lo hubieran tratado como tal, en lugar de devolverle su puesto de trabajo solo porque pidió unas miserables disculpas.

En el silencio de la noche, un sonido lo sacó de sus pensamientos: alguien estaba dando suaves golpecitos afuera de su habitación, en el pasillo. Francis clavó los ojos en el techo, escuchando con atención. Efectivamente, alguien estaba llamando a una puerta, pero no a la suya.

Se levantó de la cama y caminó en boxers, sin hacer ruido, hasta la puerta de su habitación. Al acuclillarse para mirar a través de la cerradura, vio que, en la habitación de enfrente que correspondía a Bruce, se hallaban unas piernas de mujer. Sin duda era Bianca, pensó. Pero, ¿por qué lo visitaba a mitad de la madrugada? Si hubieran querido tener relaciones sexuales, él hubiera ido a su cuarto directamente luego de la cena. Aquello no tenía sentido. Vio como golpeaba de forma suave pero insistente, como si fuera urgente para ella tener que despertarlo, hasta que finalmente oyó el ruido a la puerta abriéndose. Escuchó que Bruce murmuraba algo, y luego pudo oír claramente que ella le decía "Ya lo sé, lo sé todo. El gobierno te mintió, Bruce, lo he visto. Déjame pasar, te lo contaré". Un momento después, las piernas de Bianca avanzando hacia el interior de la habitación, y la puerta cerrándose tras ella.

No podía quedarse allí sin hacer nada al respecto, pensó. De modo que, con cuidado de no hacer el más mínimo ruido, abrió la puerta de su dormitorio, y caminando muy despacio, se acercó hacia la puerta de Bruce, pegando su oído a la madera. En el silencio de la noche, la conversación de Bianca se escuchaba claramente en apenas un susurro, lo suficiente como para entender lo que hablaban. Ella le contó de lo que había tras las puertas restringidas y custodiadas, Bruce se horrorizó, le dijo que no podía ser, que aquella partícula era una teoría científica y nada más. Ella le insistía, "las vi, Bruce, te juro que las vi, flotando dentro de aquel tubo. Quieren utilizarlas para moldear la realidad como si fuera arcilla, y te están utilizando para ello, al igual que a todos nosotros. Debes hacer que el proyecto falle." le decía.

Sonriendo, volvió a su habitación, cerró la puerta tras de sí, y volvió a acostarse en la espaciosa cama. Ya tenía el diamante de información que necesitaba para salir de aquella base del infierno, y usaría aquel as bajo la manga de la mejor forma. Satisfecho, cerró los ojos y antes de lo que pudiera darse cuenta, cayó profundamente dormido. 

Cuentos para ir a morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora