No sabía cuánto tiempo había pasado, minutos u horas, le daba igual. Sentía el rostro y las manos pegoteadas por la sangre reseca, pero tampoco le importaba. Al fin había acabado con los malditos hijos de puta que habían asesinado a Betty a sangre fría, había cumplido su propósito, guiado por el impulso irracional de venganza y el instinto brutal que lo había gobernado durante toda su vida en la cárcel y después de ella. Fumaba un cigarrillo tras otro, mirando a un punto fijo en el suelo alfombrado, mientras el cuerpo le dolía como los mil demonios debido a la pelea. Su mente recordaba cuando los habían interceptado en el camino, recordaba cada movimiento y cada palabra como si fuera una grabación de video en su cabeza. Los había apuntado con el fusil, había tenido tiempo de abatirlos, pero no lo había hecho. No quería que Betty lo viera como un monstruo después, por eso algo dentro de sí mismo había cedido a la encrucijada de no dispararles a quemarropa. Sin embargo, comprendía que no era más que un tonto, un imbécil que no hizo lo que debía hacerse. Podía haber salvado la vida de Betty, podían haber llegado juntos a la capilla si tan solo hubiera apretado el gatillo a fondo.
La verdad era que daría lo que fuese necesario por haber tenido una vida distinta, por no ser el jodido ex convicto, por haber formado una familia sana y feliz con Clarisse, con dos o quizá hasta tres hijos, y un empleo mucho mejor que la fábrica de mierda donde trabajaba antes de todo este desastre. ¿Cómo sería envejecer junto a ella? Se preguntaba. Verla ducharse, esperarla con la comida hecha y tomar el coche para salir a pasear a cualquier lugar los fines de semana. Sin duda una utopía hermosa de la cual jamás formaría parte, al menos no en esta vida. Se sintió como el hombre más desdichado del mundo, al mismo tiempo que la siempre típica furia en él se preguntaba ¿Por qué la vida eligió esto para mí? ¿Qué hice mal para que me odiase tanto?
En algún lugar lejano de su cerebro escuchaba golpes sordos, como el ruido a las maquinarias que funcionaban en la fábrica donde antes trabajaba. También podía escuchar gritos, que le hicieron recordar a la policía entrando en la joyería aquella tarde horrible. Al final, todo formaba parte siempre de los mismos sentimientos y recuerdos que lo asolaban día y noche, como si fuera una torturante repetición de todo lo que a Mike le hacía daño.
Un golpe más. Los mismos gritos. Y de pronto, la puerta frente a él abriéndose de par en par.
—¡Mike, tenemos un problema! —exclamó el padre Lewis. Sin embargo, él no lo oyó. Continuaba mirando al suelo, con la mirada perdida en la lejanía de sus pensamientos —¡Mike, reacciona por favor!
Exasperado, el padre Lewis lo sujetó de los hombros y lo sacudió levemente, hasta que pareció arrancarlo de su distracción. Mike lo miró y parpadeó un par de veces.
—¿Qué pasa? —preguntó. Entonces lo escuchó con claridad, había golpes en lo que parecía ser la puerta principal, junto con los gritos de las mujeres.
—¡Van a entrar, Mike! ¡Van a entrar!
Se levantó rápidamente del sillón y salió de la habitación, mirando todo a su alrededor. Los cadáveres ya no estaban allí, pero por el rastro de sangre en el suelo que se dirigía hacia las puertas de entrada, podía darse cuenta que los habían arrastrado hasta afuera. Y al seguir el rastrojo de sangre, vio con horror a lo que el pastor Lewis se refería con "Van a entrar".
Las puertas de madera de la capilla se sacudían con una violencia brutal. A duras penas consideraba que los cerrojos podrían aguantar mucho más, parecía como si del otro lado estuviesen azotando las puertas con un ariete de asedio. Entonces miró hacia las ventanas vitraux que decoraban ambas paredes laterales de la capilla, ya había anochecido. Aquello que golpeaba las puertas intentando entrar a toda costa, no eran más que los espantosos demonios que aparecían por las noches.

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Cuentos para ir a morir
TerrorCinco cuentos cortos, cinco relatos de horror que no te dejarán respirar por las noches, y te mantendrán al filo del miedo a lo largo de sus páginas. ¿Crees que tienes la valentía necesaria para adentrarte en lo profundo de sus historias? En "El rap...