Temprano por la mañana, el grupo se preparaba para desayunar en la sala común de la cafetería. En algún lugar del exterior, a cuatro kilómetros y medio en la superficie, los pájaros cantaban y el sol despuntaba por el horizonte, dándole un nuevo brillo de colores a los arbustos, la tierra y el propio cielo. Sin embargo, dentro de la base, todo seguía igual. Durante las últimas semanas, todo había sido un caos: el arresto de Bruce, los descubrimientos de Bianca, la falta de luz natural, el perpetuo encierro al que estaban siendo sometidos. Aquello no era nada sencillo, pensaban, a medida que veían pasar las horas y los días.
Para Bruce, volver a desayunar junto a Bianca, era una completa bendición. No necesitaba charlar con ella, todo lo necesario ya lo habían hablado la madrugada anterior, tan solo se miraban mutuamente mientras bebían su café, como si quisieran hacer de cuenta que jamás habían descubierto los gravitones. Fanny los miraba, incomoda, sin comprender, desconcertada por aquel mensaje silencioso que solamente ellos podían entender. El resto del grupo, sin embargo, tampoco tenía mejores ánimos. Sabían que después de aquellos días, algo dentro de cada uno cambiaría, gracias a las descargas a las que serían sometidos.
Al fin, el momento de comenzar con una nueva jornada de investigación llegó. Recogieron cada uno sus platos y sus vasos, como de costumbre, y se encaminaron a la sala de control, llevando Bruce la delantera. Al llegar a la puerta, abrió con su tarjeta magnética, el mismo mensaje de siempre se hizo escuchar, y una vez dentro de la cabina de controles, comenzó a teclear encendiendo las máquinas y los lectores cerebrales.
—Bueno, esto no va a ser fácil —dijo, rompiendo el silencio—. Quiero que se lo tomen con tranquilidad, si alguien se siente mal o decide detener las descargas, quiero que me lo comuniquen enseguida.
Bruce se acercó a los controles de voltaje, y Francis, temiendo que se diera cuenta de que la maquina estaba alterada, habló rápidamente.
—¿Puedo ser el primero? —preguntó. Bruce se detuvo, y lo miró.
—¿Por qué?
—Bueno... hasta el momento, todos lo han intentado, menos yo. Reconozco que me he ocupado más en pelear con todos, que, en focalizarme en el proyecto, así que quiero hacer lo mejor para terminar con esto de una vez y que todos podamos volver a casa —dijo, intentando parecer lo más normal posible. Bruce miró a Bianca un segundo, y ella se encogió de hombros.
—De acuerdo, como prefieras —Bruce se giró hacia los receptores, sacó los discos de metal de la maquinaria y se los colocó en la cabeza a Francis. Solo después que ya estaba listo, le abrió la puerta de la sala contigua, y miró a Bianca—. Ve con él, necesito que le coloques los conectores eléctricos.
Ella obedeció, caminando hacia la sala. Mientras manipulaba la cabeza de Francis, una parte de sí misma se preguntó porque las cosas estaban desarrollándose de aquella forma. Hasta hace veinticuatro horas, aquel sujeto había dado problemas, discutiendo por volver a su casa y largarse de allí. Dicho sea de paso, había dado problemas desde el mismo instante en que habían comenzado con el proyecto, como bien ella le advirtió a Bruce. Sin embargo, ahora parecía querer cooperar en lo que fuera posible. ¿Habría entrado en razón? Se preguntó.
—Está listo —dijo, en cuanto hubo terminado de colocar el último conector.
—De acuerdo, recuerda que, si te sientes mal, me avisas y terminamos por hoy —reafirmó Bruce, y luego se dirigió hacia los controles de voltaje—. Descarga número uno, activando.
En cuanto presiono el interruptor, Francis sintió que su cerebro era desconectado por completo de su cuerpo. Se sacudió en la silla con tal violencia que Bianca se alejó dos pasos, y muy muy lejos pudo oír un "¡Dios mío!" de su parte. Se desplomó en el suelo, convulsionando con los ojos en blanco, y entonces sucedió.
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Cuentos para ir a morir
TerrorCinco cuentos cortos, cinco relatos de horror que no te dejarán respirar por las noches, y te mantendrán al filo del miedo a lo largo de sus páginas. ¿Crees que tienes la valentía necesaria para adentrarte en lo profundo de sus historias? En "El rap...