Capítulo 83

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Shuhua

Sus dedos le dolieron por sostenerse en el respaldar del trono de oro, ante ella el ambiente del salón se transformó en cuestión de segundos. Los soldados con las tareas especiales entraron y el traían con ellos un nuevo consejo, así de simple y fantástico. Shuhua sintió su corazón acelerarse de un modo tan emotivo que contener el llanto tomó todo su autocontrol y los dioses sabían que no era de demasiado.

Los súbditos elegidos para el nuevo consejo hicieron un juramento rápido ante las reinas, la guardia roja y los soldados negros. El resto de personas en aquel salón parecían cerca de un colapso emocional, ¿quién podía juzgarlos? Soyeon había declarado el inicio de una guerra despiadada que prometía destrozarlo todo, por dos horas todo el mundo pensó que estaban rozando los finales de sus historias. Veían a los soldados como posibles verdugos y los guardas de uniforme rojo respondieron a las miradas temerosas con una furia palpable. La reina les advirtió de su locura, cuando la dejaron demostrar todas las piezas en el tablero el resultado fue tenebroso y pesimista. Ahora mientras veinte personas se arrodillaban delante de Soyeon, su mano derecha sonreía al leer las líneas del juramento al que servirían. Eran frases simples, cargadas de una responsabilidad enorme, a Shuhua le encantó ser quien los guiara por aquel juramento a Hwangpye.

Horas después de aquel momento histórico liderado por dos jóvenes reinas, las damas en puestos de poder se alejaron a un espacio silencioso en el castillo para recuperar el aliento y secarse las esquinas de los ojos, donde podía o no haber alguna lágrima de conmoción, miedo o felicidad.

―Pudieron avisarnos que tenían una solución inteligente que no implicaba destruir todo el reino en pocos días, imaginé mi mundo acabándose y aún no me recupero―Shuhua dijo al acomodarse en la silla de la mesa, Yuqi la vio con una gran sonrisa, lo mismo hacían las demás. La impresión de ver a Soyeon declarando el inicio de un movimiento bélico les pondría los nervios de punta durante unos días más, no sería algo sencillo de olvidar.

―Debía ser fidedigno, todos tenían que creerse que estábamos por empezar una guerra o esos viejos obstinados no se irían nunca, era un plan de todo o nada ―Soojin fue quién respondió a su comentario, ellas cruzaron una mirada que a Shuhua le calentó todo el cuerpo. Soojin lucía tan poderosa en aquel vestido negro que le fue difícil apartar la vista.

―Yo les creí, los dioses también debieron hacerlo ―Yuqi comentó en uno de los extremos de la mesa, del otro lado Soyeon estaba comiendo un sándwich de pavo. Como si generar caos y gritar alertas de guerra fuese algo de todos los días en su agenda.

Por unos segundos la mesa se quedó en silencio, afuera de aquel saloncito privado los sirvientes iban y venían preparando un banquete de festejo. Los invitados que se quedaron eran pocos, muchos siguieron a los ancianos cuando se vieron obligados a abandonar el castillo dorado. La teniente Yuqi no les dejó opción, los tenía identificados como traidores a la corona y fueron puestos bajo investigación.

Aquellos que viajaron hasta Hwangpye para ver a la reina ganar estaban comiendo un delicioso refrigerio con una pianista dándoles un excelente ambiente de fondo, ellas pudieron quedarse con aquella compañía, pero Soyeon quiso privacidad. Así que ahí estaban, la reina de Muhan y su hermana tenían a la general Bonaudi al lado y al frente estaba la reina Sarah, en los extremos Yuqi le sonría a su pareja, la gran reina Soyeon, a Shuhua le encantó comprobar que aquellas mujeres poderosas estaban gozosas.

―Hay algo que nunca olvidaré ―Miyeon le puso jalea a una tostada sin dejar de sonreír con dulzura, era una chica distinta de la que había llegado al castillo con vendajes en las manos y sufrimiento en la mirada―. El rostro de completo asombro del anciano cuando su esposa tomó su silla en la gran mesa. Jamás vi a alguien así de boquiabierto.

Six Lions 👑 G-IdleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora